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ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL VUELO 9525 DE GERMANWINGS


Enviado por   •  10 de Abril de 2020  •  Ensayos  •  1.236 Palabras (5 Páginas)  •  431 Visitas

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.[pic 1]

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR.

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA.[pic 2]

VICERRECTORADO ACADÉMICO.

FACULTAD DE SALUD Y DESARROLLO HUMANO.

ESCUELA DE PSICOLOGÍA.

RAM AVIATION TRAINING.

ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL VUELO 9525 DE GERMANWINGS

                

[pic 3][pic 4]

Abril, 2019


El accidente del vuelo 9525 de la aerolínea Germanwings resulta ser uno de los percances más escabrosos de la historia de la aeronáutica de este siglo. La historia puede resumirse en un copiloto con antecedentes psicopatológicos que en un episodio depresivo psicótico decide, con premeditación y alevosía, no solo acabar con su vida, sino hacerlo de tal apoteósica manera de que tendría que ser reconocido internacionalmente, dándole la última satisfacción a su narcisista personalidad.

Sumado a las incontables negligencias por parte de la aerolínea y de los médicos que evaluaron con anterioridad a Andreas Lubitz, el perpetrador, a la mala toma de decisiones de los demás tripulantes de cabina, este caso resulta en un cumulo de hechos y consecuencias que vale la pena analizar.

La psicopatología del vuelo es un tema que es imposible no mencionar en el caso del Vuelo 9525 y se remonta a hechos muy anteriores al accidente. En Lubitz abundaba una inestabilidad emocional que le habría costado su primera aplicación a la academia de formación. Siendo diagnosticado con un episodio depresivo mayor en 2007, el cual fue tratado con psicoterapia y fármacos antidepresivos por un médico psiquiatra en su pueblo natal.

Parecía haber presentado una mejoría y fue dado de alta con medicación, por lo que habría de aplicar nuevamente. Cabe destacar que Lubitz presentaba rasgos de personalidad narcisista, siendo apremiado por los demás como un hombre tranquilo pero competitivo y diligente. Rasgos que lo conllevaron a mentir en su forma de aplicación a la licencia de alumno en la academia a la hora de admitir trastornos mentales severos. Pues para un narcisista resulta difícil asentir que posee alguna característica negativa.

Allí la Federación Alemana de Aviación comete el primer error, al detectar la mentira y solo amonestar al joven aspirante con la simple petición de que enviara un informe actual de su estado mental emitido por su médico tratante gracias a su historial de depresión reactiva. Seguidamente de admitir este hecho y ser aceptado, se le fue permitido volar, lo cual hizo de manera efectiva durante un tiempo.

Lubitz seguiría tomando medicación contra la depresión durante ese lapso, además se le descubrirían nuevas dolencias, para lo que fue atendido por 41 especialistas en un período de 5 años. En el 2009 interrumpió su entrenamiento debido a la depresión que ya acarreaba, en 2014 sufrió otra recaída que se le sumo una condición oftalmológica grave a la cual los especialistas en el área de oftalmología y neurología no supieron darle más explicación que con una clínica psicosomática.

Ese mismo año fue diagnosticado con una psicosis emergente y a pesar de requerir urgentemente la reclusión en una clínica psiquiátrica, Lubitz siguió volando. Clara negligencia de parte suya y terrible error por parte de la aerolínea, que convalidaba dicho comportamiento al no realizar la incapacitación que requieren este tipo de casos. El estado psicótico y depresivo de Lubitz, sumado a sus rasgos narcisistas, la ingesta de sustancias psicotrópicas (antidepresivos y somníferos) y su grave condición visual, eran suficientes motivos para solicitar una incapacitación por el riesgo de poner en peligro a los demás.

El temor a ser destituido de su posición como copiloto por su condición visual, que con el tiempo agravaba, el insomnio producto de su depresión y las fallas en su relación amorosa incentivarían la decisión impulsiva que conllevarían al desastre que mataría a otras 149 personas más. Lo cual fue facilitado al bloquear la cabina cuando el piloto se encontraba en el baño. Pero ni el psiquiatra tratante pudo advertir que Lubitz sería capaz de volar en ese estado, a pesar de que se le había recomendado que no. El error cometido por el tratante y por todos los demás médicos que habían visto a Lubitz, fue no haber informado a la aerolínea del estado crítico del copiloto debido a la confidencialidad médico-paciente.

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