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Amor.


Enviado por   •  6 de Octubre de 2014  •  Ensayos  •  6.968 Palabras (28 Páginas)  •  162 Visitas

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Amor

Filosofía. Varias y de muy distinta índole son las razones que contribuyen a que la palabra amor signifique usual y científicamente algo vago e indeterminado, que comienza por condensar indefinidamente en su sentido genérico toda la vida sensible, terminando después por una especialización singularísima. En primer lugar, toda la vida afectiva o del corazón, por su carácter propio, es más apta para ser sentida que para ser explicada, y para hallar su adecuada expresión en la música y no en la palabra. Insuficiente ésta, lo es aún más cuando se observa que la natural evolución del sentimiento va hasta el paroxismo en su desarrollo, llegando a la pasión, que no halla nunca signos para exteriorizarse en el lenguaje articulado. De aquí procede la frecuencia con que al hablar del sentimiento y del amor, el lenguaje se convierte de natural en tropológico y figurado y que la exageración inherente a la intensidad de los afectos contrariada por la discreción de la palabra, obligue a usar y aun abusar del ditirambo y de los símiles más o menos violentos. Así es que la imaginación, el poder plástico de la fantasía, la personificación de lo abstracto, la exuberancia de lo místico y de lo simbólico son otros tantos elementos que dificultan la perspicuidad del juicio y la discreción del análisis. El amor es el asunto eterno de la Poesía, y en cambio para la Ciencia y para la Filosofía aparece siempre rodeado de mitos y símbolos, que apenas consienten salga de las penumbras de que se lo rodea. Además, cuando se intenta, por ejemplo, un análisis psicológico, aun con carácter científico y experimental, de lo que es el amor, suele confundirse y aun identificarse la raíz y origen de este sentimiento con su alcance moral, confusión que engendra errores de bulto, haciendo caer sucesivamente el pensamiento en las concepciones extremas del amor platónico, puro y etéreo, y del amor sensual, concupiscente y carnal. Aumenta la dificultad para el estudio científico de los sentimientos, si se observa que el corazón humano es un laberinto inextricable en la serie de sentimientos que alberga.

En los poetas y en los místicos se hallan bellísimas descripciones del amor, en los primeros del amor sexual y en los segundos del divino; pero más cuidan de mostrarle como sentimiento que vive y energía que se mueve, que se preocupan de definir este elemento capitalísimo de la condición humana. Sin base científica más que la limitadísima de la observación propia, psicólogos y empíricos acometen el empeño de generalizar sus observaciones, sin que de ellas pueda inferirse ley común, ni nota característica, ya que todo lo que se refiere al amor tiene un carácter subjetivo y variable, no sólo por la diversidad de elementos intelectuales que según el tiempo se agitan en el seno de este sentimiento, sino también porque la vida afectiva posee caracteres muy complejos y difíciles de precisar. Poco numerosa es la bibliografía que se puede citar de filósofos que se hayan ocupado directamente del amor como objeto propio de la especulación reflexiva. En toda la antigüedad apenas sí se halla más filósofo que se ocupe del amor que Platón, el cual en su dialogo El Banquete, a través de mitos y símbolos, hace una descripción del amor y de sus diferentes clases para concluir exaltando con la sencilla ingenuidad de la enseñanza socrática el amor a lo bello y a lo bueno. V. Banquete.

Interpretado el amor puro y platónico como desviación de la atracción sexual o del instinto genesíaco y cual tendencia a la unión carnal de individuos del mismo sexo, mancha imborrable en el cielo de la cultura griega, ha sido depurado más tarde este símbolo por el espiritualismo cristiano, que le ha concebido como el amor puro e ideal, libre de toda unión carnal, y origen a su vez de todo amor místico. Actualmente, en la hora que corre, la indagación psicológica, ayudada por las experiencias fisiológicas, comprueba que en el hombre todo es psico-físico y que el arrobamiento y deliquio del místico equivale a la espiritualización de determinadas impresiones materiales (éxtasis del iluminado, alucinación del poseído, ilusiones del sonámbulo, &c.), y que por tanto no existe el amor platónico en el riguroso sentido de la palabra. En El Banquete se define el amor como «la unión de los contrarios.» Fórmula es ésta que constituye el núcleo de todas las inspiraciones del arte. Goethe la ha resumido en una sola frase, condensando en ella lo íntimo y esencial del amor y a la vez su índole inefable en todo aquello que posee el sentimiento de irreducible al análisis intelectual. El amor es para Goethe principio universal de vida, que se traduce en afinidad electiva. Referido el fenómeno complejísimo del amor, en parte oscurecido por el histerismo de inspiraciones calenturientas, a los procedimientos más elementales de la naturaleza viva, ha conseguido Goethe, con su símil o representación plástica de la unión de los contrarios, dar una idea aproximada de la característica, inherente al amor. Entiende la Química por afinidad electiva la tendencia de dos cuerpos a combinarse en un nuevo producto que en casi todas sus propiedades (color, densidad, &c.) es completamente diferente de los cuerpos primitivos y unidos. Frente uno a otro dos cuerpos que no poseen afinidad electiva, pueden hallarse constantemente en contacto, y sólo constituirán una yuxtaposición o agregación mecánica, inerte y sin vida, que no dará de sí ninguna nueva formación, ningún efecto dinámico o resultado vivo; si, por el contrario, poseen afinidad electiva, se unirán para producir bellas y fecundas y siempre nuevas manifestaciones de su existencia y de su vida; que por esto se ha dicho siempre en sentido recto y figurado que «es el amor fuente de la vida. Si a esta unión inherente a [94] la afinidad electiva, se añade la condición propia de los elementos que se unen, cuando estos elementos son agentes personales o dotados de racionalidad, es decir, la sustantividad de los seres unidos, se podrá concebir el amor humano, con Goethe, como una afinidad electiva. Se hallan dotados de ella dos individuos humanos, se aman, pues tienden el uno al otro, y se constituyen como fuente y origen de nuevas formaciones; si no poseen esta afinidad, quedan indiferentes el uno frente al otro. «Este quimismo moral que no explica (y aquí se ofrece a la consideración la naturaleza inefable del sentimiento como irreducible por completo a análisis intelectual) porque un hombre ama a una mujer, que prefiere a todas las demás, y no a otra y a la inversa, es lo que se denomina usualmente la corriente secreta de la simpatía, que si se inicia en una inclinación, evoluciona y concluye en el amor. Por contraposición se define en El Banquete también el amor, «unión de los semejantes». Aparentemente las dos proposiciones

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