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COMPLEJO DE EDIPO EN PSICOANÁLISIS


Enviado por   •  16 de Marzo de 2022  •  Ensayos  •  1.993 Palabras (8 Páginas)  •  88 Visitas

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EL SEPULTAMIENTO DEL COMPLEJO DE EDIPO

El complejo de Edipo se presenta como el periodo sexual de la primera infancia, y se trata de estos sentimientos de amor-odio, por así decirlo, hacía los padres. Se tienen sentimientos de amor y deseo hacía el padre en el caso de las niñas y rivalidad y conductas hostiles hacia la madre; y en el caso de los niños, el deseo y el amor a su madre y la rivalidad con su papá, y esto pasa porque el niño o la niña, cual sea el caso, se siente excluido de la relación de sus padres. Simultaneo con la fase fálica, mas o menos entre los tres y cinco años, es un fenómeno determinado por la herencia, dispuesto por ella, que tiene que desvanecerse cuando se inicia la siguiente fase del periodo evolutivo del niño.

Cuando los niños, específicamente los hombres, se encuentran en la etapa de latencia, es porque los deseos sexuales los han llevado hacia los genitales, pues al ser descubiertos y manipulados el niño comienza a sentir afecto a esta parte de su cuerpo, pero para los padres no es bueno que se toque, por lo que aparece el amedrentamiento sexual o amenaza de castración. Es regañado por que empieza a mojar su cama durante la noche, y los padres sospechan que es porque él ha manipulado sus genitales, cuando en realidad no es así, sino que se trata de un proceso que ocurre de manera espontanea e involuntaria al dormir. Él cree que le arrancarán el miembro si continúa tocándose o sintiendo la mínima curiosidad, por lo que es probable que deje de hacerlo por miedo. Este miedo a la castración incrementa cuando el niño observa los genitales femeninos y se da cuenta de que ellas no tienen lo mismo que él, creyendo que en algún punto también tuvieron un pene, pero que se les fue mutilado.

El proceso de identificación se da en este punto, cuando el hijo se identifica total o parcialmente con su madre y luego con su padre. Básicamente el Edipo se resuelve por la identificación con la persona del mismo sexo. La identificación juega un papel muy importante en la formación del superyó, ya que direcciona el deseo del niño hacía su masculinidad, instaurando con ello la ley de la prohibición del incesto. Justo el superyó representa la introyección de la autoridad paterna. El yo es quien se encarga de la represión del complejo de Edipo por medio de lo que ya dije de la identificación, al mismo tiempo que se va formando el superyó, aquella parte moralista y relativamente normal que se alberga en cada persona. Pero si el yo no puede acabar con el complejo, se quedará en el inconsciente junto al ello para después manifestarse patológicamente.

*La investidura se refiere a una movilización de la energía pulsional cuya consecuencia es ligar esa energía a una representación, a un objeto o a partes del cuerpo.

*Aparato psíquico: El ello es la instancia que contiene todas las pulsiones y se rige por el denominado principio de placer; el yo es el que contiene el material consciente e inconsciente que es regido por el principio de realidad y es un mediador entre el ello y el superyó; y es este último quien representa las normas morales y los ideales.

También el sexo femenino desarrolla un complejo de Edipo, un superyó y un periodo de latencia. En el caso de las niñas también aparece el complejo de castración, pero en ella se manifiesta a través de su clítoris, el cual se comporta como un pene. Sin embargo, se da cuenta que a diferencia de sus compañeros varones, el suyo es demasiado pequeño y casi no se ve, cosa que la hace ver inferior. Por un tiempo tiene la creencia de que en cuanto se vaya volviendo mayor éste crecerá, pero después explicará que en realidad esto no pasará porque ella ya ha tenido uno que desapareció por castración. Aquí podemos ver la diferencia entre las niñas y los niños, ella acepta la castración y la da por hecho, se resigna; mientras que el niño tiene miedo de que le llegue a pasar.

La niña renuncia al pene por medio de una compensación, pues ahora pide al padre un hijo. Como esto no sucede, el complejo de Edipo es abandonado poco a poco, pero los deseos de un hijo y de tener un pene permanecen en el inconsciente conservando el nivel de deseo que algún día eso representó para ella; preparándola a su vez para el papel sexual que desempeñará después.

Latencia: Es un periodo de calma sexual en donde el niño transforma los deseos sexuales a impulsos y tareas socialmente aceptadas, como la productividad, las relaciones entre amigos y las competencias, o sea, en actos más aceptados socialmente. Se instala en el niño justo después de sepultar el complejo de Edipo, su inicio es aproximadamente a los cinco años y finaliza a los once, que es cuando comienza la pubertad.

ALGUNAS CONSECUENCIAS PSÍQUICAS DE LA DIFERENCIA ENTRE LOS SEXOS

Freud escribió que la vida amorosa del hombre es la única que se ha hecho accesible a la investigación, mientras que la de la mujer permanece envuelta en una oscuridad todavía impenetrable.

En su primera descripción de la situación edipica parte de la premisa de un total paralelo entre ambos sexos: “la primera inclinación de la niña atendió al padre y los primeros apetitos infantiles del niño apuntaron a la madre”.

En otros sitios, Freud omite la descripción del complejo de Edipo en las mujeres. Al analizar la fase fálica y el papel que desempeña dentro de la organización genital infantil reconoce: “Por desdicha, sólo podemos describir estas constelaciones respecto del niño, carecemos de una intelección de los procesos correspondientes en la niña pequeña”.

En Tres Ensayos sostuvo que “en la niña la zona erógena rectora se sitúa en el clítoris y que con ello, la sexualidad de la niña posee un carácter enteramente masculino y para que la estimulabilidad del clítoris se transfiera a la vagina y la masculinidad se vuelva feminidad, es necesaria la etapa represiva de la pubertad.

EL CONCEPTO DE CASTRACIÓN

Uno de los fines de la experiencia psicoanalítica es posibilitar y reactivar en la vida adulta la experiencia por la que atravesamos en la infancia: admitir que los limites del cuerpo son más estrechos que los limites del deseo.

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