Catarsis emocional

¿Catarsis emocional o anatomía emocional?

Actualmente no es bien visto por la sociedad el expresar nuestras emociones o sentimientos, ya que esto la mayoría de las veces viene acompañado de críticas, más frecuentemente malas que buenas. Este comportamiento en la sociedad no es algo que haya surgido recientemente. Se siguen teniendo situaciones similares desde hace mucho tiempo atrás y en diferentes ámbitos; poniendo como un ejemplo el hecho de que a los niños se les repite en varias ocasiones la frase “los niños no lloran”. Esto lleva a una represión de los sentimientos enorme, independientemente de la situación, pero hace que las personas guarden sus sentimientos frente a los demás por el temor a las reacciones negativas.

El punto de vista que voy a adoptar es referente a la eficiencia de la catarsis emocional en el ámbito psicoterapéutico, con el único fin de plantear una reflexión según la postura de terapeutas que adoptan las ideas de Stanley Keleman, desarrollando algunas a partir de ellas. Stanley es un escritor y quiropráctico estadounidense, que creó el enfoque de la psicoterapia corporal conocido como “psicología formativa”, y creador de la anatomía emocional, teniendo un libro con ese mismo título. Muchos terapeutas se han basado en las ideas de Keleman sobre este libro en específico, siendo esta la razón por la cual se pondrá a discusión el tema.

Inicialmente el concepto que se refiere a la catarsis emocional fue introducido por Aristóteles. Con él se refería meramente a un proceso de purificación al observar las interpretaciones de las emociones por parte de los actores.

No obstante, el término fue rescatado tiempo después, siendo con el nombre con el que lo conocemos actualmente, en el cual se refiere a un proceso de descarga emocional; el cual, como su nombre lo dice, permite descargar toda la energía generada por la represión de las emociones. Pero este no es su único fin, la catarsis emocional nos enseña lo necesario que es la expresión emocional, ya que cada emoción es parte del soporte al autoconocimiento, y además las emociones tienen como función alertar a nuestro sistema de que está ocurriendo algo que necesita una rápida respuesta.

A finales del siglo XIX entre los años 1881 y 1895, en Viena, se trabajaba en la creación del método catártico, el cual tenía como fin ser una terapia contra los síntomas de las afecciones histéricas. Esto era desarrollado por Joseph Breuer, y tiempo después le dio continuidad en colaboración con Sigmund Freud. Cabe destacar que Freud es conocido por ser el padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Ambos trabajaron en un tratado clínico llamado “Estudios sobre la histeria”. En este texto se describe el tratamiento de cinco jóvenes muchachas histéricas usando un método que pretendía ser innovador que consistía en traer a la memoria recuerdos traumáticos olvidados, por medio de la hipnosis. Breuer desarrollo este método terapéutico a partir de las observaciones hechas  en el tratamiento de una paciente llamada Bertha Pappenheim, aunque fue tratada bajo el seudónimo de Anna O. ella fue la primer paciente atendida con el método catártico.

Por otro lado, nos enfocamos en la integración Somato-Energética, que está basado en los conceptos de la ya mencionada obra “Anatomía Emocional”. Esta es una terapia corporal y también energética y tiene como base:

Esto tiene como interpretación [pic 1]de manera que cuando una persona cuenta algo que le ha ocurrido y le ha dejado huella en algún momento, es muy probable que haga algún gesto que contenga la emoción que broto en aquel instante. Trabajando la sesión con los conocimientos tales a gestionar en la parte verbal, el terapeuta puede ayudar al paciente a deshacer ese memorial emocional que ya no le resulta productiva. Para mejores resultados se usa el proceso de “El acordeón” o “Los cinco pasos”.

LOS CINCO PASOS

Paso 1: Identificar en parte del cuerpo o que gestos adoptamos para expresar la emoción. Normalmente esto es un primer paso de exploración de consulta.

Paso 2: Intensificar el gesto muy suavemente, con micromovimientos. Es decir, manteniendo el patrón del gesto intensificándolo, sin movernos. La diferencia entre un micromovimiento y un macromovimiento es que estos segundos son movimientos reflejos, inconscientes. Sin embargo, los micromovimientos al ser tan lentos, permiten darnos acceso a capas inconscientes de información.

Paso 3: Desintensificar el gesto. El paso inverso y complementario del anterior.

La razón de que a este ejercicio propuesto por Stanley Keleman se le llame “el acordeón”, es que normalmente hay que ejecutar 2 o 3 veces, muy lentamente los pasos 2 y 3. Los músculos se expanden y comprimen como el fuelle de un acordeón. Normalmente al hacer estos pasos contactaremos con emociones que debemos escuchar, y a medida que lo hagamos, se irán disolviendo.

Paso 4: Encontrar una forma o gesto nuevo en el que esa emoción negativa ya no esté presente. Si algo ya no nos sirve o no nos resulta útil buscamos una nueva alternativa que si lo sea. Esto es a lo que la programación neurolingüística llama “ancla”. Para tener resultados positivos no debemos usar la mente, dejemos al cuerpo que se organice a su manera.

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