Como Fomentar Autonomia
furis1573 de Febrero de 2015
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CÓMO FOMENTAR LA AUTONOMÍA EN LOS NIÑOS
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Casi todos los libros sobre la educación de los hijos nos dicen que una de nuestras metas más importantes como padres es ayudar a nuestros hijos a separarse de nosotros, ayudarlos a convertirse en individuos independientes que algún día podrán desempeñarse por sí solos sin nuestra ayuda. Nos exhortan a no pensar en ellos como si fuesen pequeñas copias al carbón o extensiones nuestras, sino como seres humanos únicos con diferentes temperamentos, diferentes gustos, diferentes sentimientos, diferentes deseos y diferentes sueños.
Y sin embargo, ¿cómo vamos a ayudarlos a convertirse en personas separadas e independientes? Pues permitiéndoles que hagan las cosas por sí mismos, permitiéndoles que luchen con sus propios problemas, dejándolos para que aprendan de sus propios errores.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Todavía recordamos a nuestro primer hijo tratando de atarse los cordones de los zapatos mientras lo observábamos impacientemente durante diez segundos y después nos agachábamos para hacerlo. Y después, ya mayorcito, todo lo que tenía que hacer era sólo mencionar que había peleado con un amigo para que saltaramos al instante con un consejo. ¿Y cómo podía permitir que mis hijos cometieran errores y sufrieran un fracaso, cuando en primer lugar todo lo que tenían que hacer era escucharme?
Quizá usted piense, “¿Qué hay de malo en ayudar a los hijos a atarse los cordones de los zapatos, o decirles cómo resolver una discusión con un amigo o con cerciorarnos de que no cometan errores? Después de todo, los niños son niños y tienen menos experiencia. En realidad dependen de los adultos que están cerca de ellos”. He aquí el problema. Cuando una persona depende constantemente de otra, surgen ciertos sentimientos. Experimenta sentimientos de impotencia, de falta de mérito, de resentimiento, de frustración y de cólera. Esta desafortunada verdad puede presentarnos cierto dilema a nosotros como padres. Por una parte, es obvio que nuestros hijos son dependientes de nosotros; debido a su juventud y a su inexperiencia, hay muchas cosas que debemos hacer por ellos, decirles y enseñarles. Por otra parte, el hecho mismo de su dependencia puede conducir a sentimientos de hostilidad.
¿Hay algunas formas de reducir al mínimo los sentimientos de dependencia de nuestros hijos? ¿Hay algunas formas de ayudarlos a convertirse en seres humanos responsables que pueden funcionar sin ayuda de nadie? Afortunadamente, las oportunidades para fomentar la autonomía de nuestros niños se presentan todos los días. Sin embargo, a decir verdad, todo este asunto de fomentar la autonomía puede ser bastante complicado. Por mucho que comprendamos la importancia de que nuestros hijos sean independientes, dentro de nosotros hay fuerzas que obran en contra de ello. En primer lugar, está el aspecto de la mera conveniencia; en la actualidad, casi todos estamos demasiados ocupados y apresurados. Por lo común, nosotros mismos despertamos a nuestros hijos, les abotonamos los botones, les decimos lo que deben comer y la ropa que deben ponerse, porque nos parece mucho más sencillo y más rápido hacerlo así.
Después tenemos que enfrentarnos a nuestros vigorosos sentimientos de unión con nuestros hijos. Debemos esforzarnos por no considerar sus fracasos como nuestros fracasos. Y es difícil dejar que quienes están tan cerca de nosotros y nos son tan queridos luchen y cometan errores, cuando tenemos la certeza de unas cuantas palabras sensatas podrían protegerlos del dolor o de la decepción. Pero hay algo todavía más importante que interfiere con nuestro deseo racional de ayudar a nuestros hijos a separarse de nosotros. La historia de una maestra de un jardín de niños nos ayudará a comprender nuestras propias emociones en conflicto cuando vemos que nuestros hijos se independizan.
La maestra describió sus esfuerzos por convencer a una joven madre de que su hijo en verdad estaría bien si ella no se quedaba sentada en el salón de clases al lado del pequeño. Cinco minutos después de que la madre salió, fue obvio que el pequeño Jonathan la necesitaba para que lo llevara al baño. Cuando la maestra lo instó a que fuera, respondió muy desconsolado, “No puedo”.
Ella le preguntó, ¿Por qué no?
“Porque mami no está aquí”, le explico Jonathan. “Ella me aplaude cuando termino”
La maestra se quedó meditando durante un momento. “Jonathan, puedes ir al baño y luego te aplaudes tú mismo”.
Jonathan se la quedó mirando con los ojos muy abiertos.
La maestra lo llevó al baño y esperó. Después de algunos minutos, escuchó el sonido de los aplausos detrás de la puerta cerrada.
Después, ese mismo día, la madre la llamó por teléfono para comentarle que las primeras palabras que escucho en labios de Jonathan cuando llegó a casa fueron, “Mami, ya puedo aplaudirme yo solo; ¡ya no te necesito!”
“Y no va a creerlo”, añadió la maestra, “la madre declaro que se sentía muy deprimida por eso”
Claro que sí lo creí. Puedo creer que a pesar de nuestros sentimientos de orgullo por los progresos de nuestros hijos y de nuestra alegría por su creciente independencia, también es posible experimentar el dolor y el vacío de ya no sentirnos necesitadas.
El camino que recorremos los padres es agridulce. Empezamos con una absoluta dedicación a un pequeño ser humano importante; a lo largo de los años nos preocupamos, hacemos planes, consolamos y tratamos de comprender. Hacemos entrega de todo nuestro amor, nuestro trabajo, nuestro conocimiento y nuestra experiencia…. de manera que algún día él o ella posean la fortaleza interna y la confianza en sí mismo para alejarse de nosotros.
Cuál es nuestra historia? Que hacemos con nuestros hijos, con nuestros alumnos, cuando nos enfrentamos a sus problemas y no sabemos cómo actuar para ayudar a resolverlos? ¿Qué puedo decir o hacer para impedir que el niño sea dependiente de mí? ¿Qué podría decir o hacer para fomentar la autonomía de mi hijo? ¿De mi alumno?
Hacer una lista sobre las situaciones en casa que más han causado conflicto a los padres y que necesitan de orientación y ayuda en su tarea de enseñar a los niños a ser independientes, es la idea que está presente en el siguiente documento para intentar compartir con las profesoras los criterios de las normas que pueden ayudar a los niños a convivir sin agresividad y a disfrutar al máximo de la primera etapa de su vida. Las situaciones encontradas en las entrevistas con los padres están relacionadas con el proyecto personal de los niños que consiste en jugar y ser autónomos para: comer, descansar y dormir, vestirse, ocuparse de su higiene, ser ordenados y cuidar de su entorno.
El documento incluye algunos ejercicios , ejemplos que les ofrece a las profesoras una oportunidad de practicar lo que han aprendido acerca de las normas de convivencia en su relación con los niños.
Las profesoras explicaran a los padres los criterios de las normas de convivencia que se deben observar en la casa y en la escuela de tal manera que sean coincidentes, efectivas y no confundan a los niños.
- Los criterios de las normas son contextualizadas y enseñadas para que sean comprendidas y acatadas por los padres y los niños. Por ejemplo:
NORMA: COMER SIN LEVANTARSE DE LA MESA. El hábito de permanecer sentado mientras come supone aprender a compartir la actividad de comer con otras personas. Proporciona, además, al niño la tranquilidad que necesita su organismo para ingerir los alimentos.
CONTEXTO: Comer es una necesidad vital. No debemos forzar ni “distraer” a los niños para que coman. No hay que enmascarar la hora de la comida. Tampoco tiene sentido que coma para que nosotros nos sintamos satisfechos.
SITUACIÓN: Normalmente, los padres, para que el niño coma, se enfadan, le distraen, le entretienen, le obligan, le suplican, hacen lo que sea. Con esta actitud le transmiten: “comer no es responsabilidad tuya, no te preocupes, nosotros nos ocupamos de que tú comas” .
CRITERIO: Los niños necesitan sentir que comer es una necesidad suya. Es su responsabilidad. Pueden disfrutar de la comida sin depender de sus padres. Ellos únicamente les ayudan a conseguirlo enseñándoles a utilizar los cubiertos para que coman solos, no forzándolos a comer más de lo que necesitan y dejando que coman sin distraerles. También les enseñan a comportarse en la mesa y a mantener los hábitos de higiene.
- El propósito principal de este ejercicio es demostrar que padres y educadoras pueden socializar en el establecimiento de las normas que se necesitan para orientar debidamente el proceso de socialización y convivencia aceptable de sus hijos.
- Cuando se hayan identificado suficientes áreas de problemas, pida a los padres que sugieran reglas. Recuerde que usted tiene la responsabilidad de orientar debidamente la norma, de ayudar a interpretar su aplicación errónea, sobreprotectora o autoritaria, y sugerir el cambio requerido.
LISTA DE LAS SITUACIONES EN CASA QUE MÁS NECESITAN DE NORMAS.
CÓMO ENSEÑAR A LOS NIÑOS A COMER SOLOS.
Descripción de la situación.
Aprender a comer solo es un proceso lento y complejo. El niño invierte bastante tiempo hasta llegar a no depender del adulto. Necesita aprender a:
- Comer sentado.
- Utilizar los cubiertos.
- Pelar la fruta con la mano.
- Abrir recipientes.
- Beber en vaso.
- Servirse la comida y el agua.
- Utilizar el babero y la servilleta.
Emprender el aprendizaje para comer solo
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