Como Hablar Con Los Niñ@s De La Muerte
Neretxu7517 de Noviembre de 2013
3.502 Palabras (15 Páginas)299 Visitas
COMO HABLAR CON LOS NIÑ@S DE LA MUERTE
A usted no es el único que le preocupa el tener que hablar sobre el tema de la muerte con sus hijos. Muchos de nosotros evitamos el tema, sobre todo si
tenemos que discutirlo con los niños. No obstante, la muerte es un hecho ineludible de la vida. Tenemos que enfrentar el tema y también tienen que hacerlo
nuestros hijos. Si queremos ayudarles debemos hacerles saber que está bien hablar de ello. Al hablar de la muerte con nuestros hijos, podemos enterarnos de lo que ellos saben y de lo que desconocen, si tienen ideas equivocadas, temores o
preocupaciones. Y entonces así podremos ayudarlos brindandoles información, consuelo y comprensión. Es cierto que hablar de ello no resuelve todos los problemas, pero si no se habla estaremos aún más limitados en nuestra capacidad para ayudar. Lo que decimos a nuestros hijos acerca de la muerte o el momento que escogemos para hacerlo, dependerá de sus edades y experiencias. Y dependerá también de nuestras propias experiencias, creencias, sentimientos
y circunstancias, puesto que cada situación que encaramos es de alguna manera diferente. Ciertas conversaciones sobre la muerte pueden originarse al
escuchar un informe noticioso o un programa de televisión y podrían también tener lugar en un entorno emocionalmente inadecuado. Otras conversaciones
pueden ser resultado de una crisis familiar y estar cargadas de emociones. Este folleto informativo no puede abarcar todas las situaciones, pero si brinda
información general que puede ser útil y que puede adaptarse a las circunstancias de cada familia.
Los niños son conscientes
Los niños toman consciencia de la muerte mucho antes de que nos demos cuenta. Ellos siempre están viendo pájaros muertos, insectos y animales en las calles y casi todos los días ven situaciones de muerte en la televisión o videojuegos. Escuchan acerca de ella desde las historias de los cuentos de hadas y lo exteriorizan en sus juegos. La muerte es parte de la vida cotidiana y hasta cierto punto los niños son conscientes de ello. Si les permitimos a los niños hablar con nosotros sobre la muerte, podemos brindarles la información que necesitan, prepararles para una crisis y ayudarles cuando estén tristes. Podemos animarlos a comunicarse demostrandoles interés y respeto por lo que ellos dicen y actuando de un modo abierto, sincero y tranquilo con nuestros propios sentimientos. Quizás también podamos facilitar la comunicación con nuestros hijos si analizamos de cerca algunos de los problemas que pueden estar dificultando dicha comunicación.
Obstáculos en la comunicación
Elusión y confrontación
Muchos de nosotros tendemos a no expresar las cosas que nos afectan e intentamos controlar o esconder nuestros sentimientos con la esperanza de que si no decimos nada, todo irá mejor. Pero no hablar sobre algo no significa que no nos estemos comunicando. Los niños son magníficos observadores. Ellos pueden leer a las personas según las expresiones de nuestras caras y según la forma en que caminamos o sostenemos las manos. Los seres humanos nos expresamos a través de lo que hacemos, a través de lo que decimos y a través de lo que no decimos.
Cuando eludimos hablar de un asunto que evidentemente nos afecta, los niños a menudo dudan en hablar de ello o hacer preguntas. Para un niño, la elusión de un asunto puede
ser un mensaje: “Si mamá y papá no pueden hablar sobre eso, seguramente es algo malo, así que es mejor no hablar de ello”. O también: “No puedo hablar de eso porque mamá y
papá se pondrán aún más tristes”. De hecho, en lugar de proteger a nuestros hijos al no hablar sobre un asunto, a veces les causamos más preocupación y no les permitimos que nos digan cómo se sienten. El temor del niño a lo desconocido es peor que enfrentarse a la realidad puesto que el niño puede fantasear y crear en su mente la peor situación imaginable o una realidad incorrecta. Por otro lado, tampoco es prudente dar a los niños información que posiblemente no entiendan o no quieran saber. Al igual que con cualquier asunto delicado, tenemos que encontrar un equilibrio sutil que anime a los niños a comunicarse. Un equilibrio entre eludir y confrontar que no es fácil lograr y que implica lo siguiente:
_ Intentar ser receptivo a los deseos de comunicación de los niños, cuando estén preparados para hacerlo
_ Mantener una mentalidad abierta que anime los intentos de comunicación de los niños
_ Escuchar y aceptar los sentimientos de los niños
_ Dar a los niños explicaciones sinceras cuando es evidente que estamos tristes
_ Responder a las preguntas en un lenguaje sencillo y adecuado a la edad de los niños
_ Intentar dar respuestas breves, sencillas y apropiadas para la edad de los niños; respuestas fáciles de entender que no les abrumen con demasiadas palabras.
Quizás lo más difícil es el hecho de que hablar de la muerte implica examinar nuestros propios sentimientos y creencias para poder hablar con nuestros hijos cuando se presente la ocasión.
Cuando no se tienen todas las respuestas
Cuando hablamos con los niños, muchos de nosotros nos sentimos incómodos si no tenemos todas las respuestas. Los niños pequeños en particular, asumen que los padres lo saben todo, incluso acerca de la muerte. Sin embargo, la muerte, que es la única cosa cierta en la vida, es la mayor incertidumbre de la vida. Aceptar la muerte puede ser un proceso que dura toda la vida. Podemos encontrar respuestas diferentes en distintas etapas de nuestra vida o puede que siempre dudemos y tengamos miedo. Si nosotros mismos tenemos miedos y preguntas que no tienen respuesta, es posible que nos preguntarnos cómo vamos a dar respuestas que sirvan de consuelo a nuestros hijos. Si bien no todas nuestras respuestas pueden servir de consuelo, podemos compartir lo que de verdad creemos. Cuando tenemos dudas, una declaración sincera, como: “Sencillamente no conozco la respuesta a esa pregunta”, puede ser más reconfortante que una explicación en la que realmente no creemos. Los niños generalmente se percatan de nuestras dudas. Las mentiras piadosas, por bien intencionadas que sean, pueden generar inquietud y desconfianza. Tarde o temprano, nuestros hijos se darán cuenta que nosotros no lo sabemos todo. Podemos facilitarles este descubrimiento si les decimos con toda calma y naturalidad que sencillamente no tenemos todas las respuestas. Nuestra actitud abierta y no defensiva puede ayudarles también a sentirse mejor sobre el hecho de no saberlo todo.
Puede ser útil decirles a nuestros hijos que distintas personas tienen diferentes creencias acerca de la muerte, y que no todos creen lo mismo que nosotros. Por ejemplo, algunas personas creen que hay vida después de la muerte, mientras que otras no lo creen así. Al reconocer y respetar las creencias de otras personas, hacemos más fácil para nuestros hijos elegir creencias distintas de las nuestras, pero que les brindan más consuelo.
Superar los tabúes
La muerte es un asunto tabú, e incluso aquellos que tienen firmes convicciones al respecto pueden eludir hablar de ello. En otro tiempo, la muerte era una parte esencial de la vida. Las personas se morían en su casa, rodeadas de sus seres queridos. Los adultos y los niños experimentaban juntos la muerte, lloraban juntos a los muertos y se consolaban mutuamente.
Hoy en día la muerte es una experiencia más solitaria. Muchas personas mueren en los hospitales y residencias de ancianos, donde reciben los extensos cuidados de enfermería y atención médica que necesitan. Sus seres queridos tienen menos oportunidades de estar con ellos y con frecuencia pierden la oportunidad de compartir sus últimos momentos de vida. Las personas con vida han quedado aisladas de las moribundas. Por consiguiente, la muerte ha
adquirido más misterio y para algunos, más temor. Muchas personas están empezando a darse cuenta de que considerar la muerte como un tabú perjudica tanto a las personas moribundas como a las personas con vida. Se han emprendido iniciativas para aumentar el conocimiento y la comunicación acerca de la muerte para intentar superar el tabú. Como parte de esta iniciativa, el Movimiento de Atención para Enfermos Terminales dispone que los niños y los adultos puedan morir en casa junto a sus seres queridos, mascotas y otras cosas favoritas. A los padres puede asustarles la idea de tener en casa a un hijo con una enfermedad terminal. Las
familias pueden obtener la ayuda y el asesoramiento que necesitan si se comunican con los empleados de un programa local de atención para enfermos terminales. También se están estudiando las percepciones de los niños para entender mejor cómo piensan sobre la muerte. Los investigadores han descubierto que dos factores influyen en las ideas de los niños sobre de la muerte: sus etapas de desarrollo y sus experiencias (que incluye el entorno, las experiencias anteriores y el origen étnico, religioso y cultural). Tenemos que entender que la muerte es el final natural de la vida de todo ser vivo. La tristeza que rodea la muerte puede abordarse de mejor forma al cuidarse los unos de los otros, ya sea brindando atención a alguien que está
enfermo o sencillamente “estando presente”.
Etapas del desarrollo
Los estudios revelan que los niños atraviesan una serie de etapas en su entendimiento de la muerte. Por ejemplo, los niños en edad preescolar normalmente entienden la muerte como algo reversible, temporal e impersonal. Esta idea se refuerza al ver a personajes de dibujos animados en televisión
...