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Como Hacer El Amor Con La Misma Persona Por El Resto De Su Vida

celiaalegomez13 de Febrero de 2013

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RESUMEN

PRIMERA PARTE: COMO NOS ENFRIAMOS

1.- La rutina cotidiana

El matrimonio es la organización perfecta para evitar el sexo y es también la mejor organización para gozar de la relación sexual más placentera y excitante, no es una paradoja es una elección. Podemos ponerlo al servicio de nuestras culpas y ansiedades sexuales para enfriarnos, o usarlo para excitarnos.

Estoy convencida de que no es el matrimonio lo que lo enfría: somos nosotros los que nos enfriamos en el matrimonio, los hábitos y rutinas que matan nuestra sexualidad parecen producirse en forma natural:

*“No es culpa mía” la culpa es del matrimonio, el compañero, la naturaleza, que yo no controlo, usan el matrimonio para enfriarse, para hacer virtualmente imposible la relación sexual excitante y alegre y lo culpan de su apatía sexual. Decimos que el sexo es algo que nos sucede, no que hacemos suceder, muchos culpan sus infidelidades con el arrebato del momento, y sin embargo este debe ser un acto que nosotros debemos hacer que ocurra.

*“Usted se enciende… y se apaga” Todo el tiempo somos potencialmente sexuales, pero nosotros rutinariamente y automáticamente nos apagamos antes de que esos estímulos nos afecten. Freud decía: <<La psicopatología de la vida cotidiana, la represión y anulación de nuestra sexualidad fue lo que hizo del hombre ser civilizado>> pero la mayoría de nosotros se ha vuelto supe-civilizado, vivimos en estado perpetuo de embotamiento sexual, por el temor de excitarnos en el momento inapropiado, enfriándonos todo el día.

*“El lugar menos sexual del mundo: el hogar” La mayoría de nosotros se siente mas excitado por las fantasías fugaces que cuando entra a su casa y roza con los labios la mejilla del cónyuge. La casa es el escenario de nuestras mayores ansiedades, responsabilidades y conflictos más perturbadores. Para excitarnos debemos concentrarnos en nuestros deseos sexuales, dejando de lado todas las distracciones y ansiedades, siendo responsables de lo que sentimos.

*“Atreviéndose a sentir bien” El matrimonio es la mejor solución para gozar de las mejores relaciones sexuales, decidir conscientemente que queremos hacer que ocurran, haciendo juegos o ejercicio sexuales juntos. Podrá recuperar las sensaciones y respuestas sensuales, aprender a relajarse y sentir placer sin culpa de egoísmo ni auto-indulgencia considerando su cuerpo como fuente de maravilloso placer sensual y sexual.

2.-“Yo tengo ganas de hacer el amor y tu no… ¿por qué?”

Existe algo de desequilibrio sexual, un miembro de la pareja desea hacer el amor con mayor frecuencia que otro. Y ambos se quejan de que es raro que los dos deseen hacer el amor al mismo tiempo.

*“La princesa y la píldora” Tanto hombres como mujeres esperan el ánimo perfecto para hacer el amor. El sexo no es meramente físico, es una sensación mágica que se produce y no se puede planificar, no es una píldora para dormir. Hay muchas mujeres y hombres que se sienten usados para calmar las necesidades del cónyuge. En el nivel más básico somos criaturas y necesitamos las caricias o nos desalentaremos totalmente. “Necesidad” no es una palabra mala: describe la sexualidad.

Los hombres que ven el sexo de esa manera, lo reducen a un acto mecánico y genital, hacen las cosas y nada más. Las mujeres que logran el orgasmo, se orientan menos que los hombres hacia el fin del acto sexual.

*“¡Fue estupendo! ¿Por qué no lo hacemos más a menudo?” Excitarse es lo más difícil en todos los matrimonios. La mayoría no siente excitación como lo desearía sentir. El motivo principal por el cual no hay tanta frecuencia en las relaciones sexuales es porque inicialmente tiene que ser una decisión consciente en el matrimonio, no puede ser una inspiración repentina, y como estas decisiones conscientes llegan las ansiedades. El hecho es que no nos sentimos en estado de seducción cuando decidimos hacer el amor, solo estamos decidiéndonos a sentir la sexualidad.

*“El sube y baja sexual y otros juegos peligrosos” Empezar el acto sexual es solo la mitad del problema. El asunto de que miembro de la pareja inicia el acto abre una de Pandora llena de resentimientos, recriminaciones y ardides. En este juego un miembro no quiere hace el amor porque el otro quiere hacerlo. Existe la venganza; las ofensas sexuales se pagan. Un rechazo merece otro rechazo y así seguimos, durando a veces toda una vida con periodos breves de armonía. Este se convierte en un juego de poder, la primera tarea es señalar que a veces nuestros compañeros no tienen ganas de hacer el amor, y no hay que interpretarlo como una negativa o rechazo sexual a nuestra persona.

*“Los derechos de iniciación” rara vez las mujeres tienen derecho de iniciar la relación, por tradición ese derecho de la primera negación ha sido la fuente de poder sexual de la mujer desde sus primeras experiencias con el sexo. En la verdadera igualdad sexual se renuncia al poder sobre el otro, los dos tiene el derecho de iniciar el acto sexual, al igual tiene el derecho a negarse.

*“Guía del hombre maduro hacia el sexo perezoso” Estos son sanos; en los últimos tiempos es notable el cambio del deseo de la mujer de admitir abiertamente que quieren relaciones sexuales con mayor frecuencia y se quejan que sus maridos se han vuelto sexualmente perezosos, porque su mujer abiertamente quiere sexo, y esto lo priva de su papel de agresor sexual, de perseguidor, esto parece simbolizar la agresión masculina, esto parece cada vez menos realista. De nuevo, los hombres tienden a ver a las mujeres en los extremos. Si ella no se muestra recatada y reticente es porque debe ser voraz e insaciable. Es la estirada princesa o es una amazona. No hay situación intermedia.

El ve a su esposa como una amante voraz y se retrae con pánico; ella lo ve como un amante perezoso con sus poderes en decadencia y trata de inducirlo a la acción sexual esto crea más pánico en el.

*“Hagan la guerra; no el amor” Cuando un cónyuge se niega a hacer el amor, a menudo es porque está enojado y no quiere ceder al sexo, la manera como la ira influye al sexo. Creemos que siempre debemos sentir ternura para poder tener relaciones sexuales y cuando estamos enojados no cedemos al sexo. Hacer la guerra no es una idea tan rara o perversa, es una transición emocional. La ira y la excitación viene de la misma parte, son expresiones de estimulo, son producto de la apasionada interacción entre dos personas.

En el nivel más primitivo, la ira, el miedo y la excitación sexual son la misma cosa. El sexo no debe ser una sola cosa, la expresión de una sola emoción, garantiza el aburrimiento sexual. Cuando un miembro de la pareja grita “¡Estoy demasiado furiosa para tener relaciones!” Lo más probable es que ya este sexualmente excitado, para las personas casadas el sexo no permite hacer la guerra y tampoco la cosa frívola y juguetona, porque la vida de los casados debe de ser seria. Hacer la guerra parece ser demasiado arriesgado, peligroso y demasiado apasionado para la vida del casado, limitamos las oportunidades sexuales a esos momentos en que compartimos la ternura, porque el pasar de la pelea a un acto sexual es como perder la discusión.

*“Hagamos un trato” Un problema importante en la vida de casados es que ambos tengan ganas de hacer el amor al mismo tiempo, les aconsejo que el sexo es negociable, me refiero a que los dos consigan lo que quieren, es como jugar a l juego sexual, estos intercambios de deseos abarcan todos los aspectos de la relación. Si atendemos a los deseos del cónyuge y hacemos un trato honesto que podemos cumplir, estamos encaminados hacia el equilibrio en nuestra vida sexual, y esto no tiene nada de frialdad un de dureza.

3.- La Familia el refrigerante más efectivo

La infelicidad sexual más importante en el matrimonio, es la identificación de los cónyuges con nuestros padres. Y entonces hallamos que no deseamos hacer el amor con ellos. Aprendemos a ocultar la sexualidad delante de los familiares que amamos y en la que hemos nacido. Y luego rebobinamos el tabú cuando nos casamos y creamos nuestra propia familia. Otra vez apagamos la sexualidad ante nuestro amado. El amor familiar excluye al amor sexual. A la persona que hemos elegido para amar y hacer el amor es la única ante quien hemos aprendido a ocultar nuestra sexualidad. Dicen que la vida sexual era muy buena hasta que se casaron.

*“El sexo entre mama y papa” Las mamas y los papas no hacen el amor. Eso es lo que creemos cuando somos chicos, es una creencia nacida de la necesidad: nos evita sentirnos en segundo plano y en competencia por el cariño de mama o de papa y esta se ve fortalecida por el secreto en que se mantiene la vida sexual de nuestros padres. Mucho se ha dicho del daño de los hijos al ser testigos del acto sexual de los padres pero poco del daño que se hace a los niños cuando se los cría en la ignorancia total de la sexualidad, como si las madres y padres responsables fueran castos. Después se nos ocurre que solo tuvieron actos sexuales cuando se nos procreo y no para divertirse. Así que cuando nos casamos entramos al molde de papa y de mama, y estos espíritus rondan en nuestros lechos matrimoniales “esto es asunto serio y no tanto placer”.

Para que las relaciones sexuales sean significativas deben ser una expresión de amor, de preferencia de amor eterno, elimina el sexo estimulado por otra gama de emociones y sensaciones. Por eso no es de extrañarse que las parejas que entran en el velo de los papas y mamas extrañen el sexo de la soltería y este puede llevarlos fácilmente a las relaciones extramaritales, ya que el sexo

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