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Crianza Emocional


Enviado por   •  8 de Febrero de 2013  •  11.895 Palabras (48 Páginas)  •  278 Visitas

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Los límites, un malentendido, una oportunidad

Algunas personas dicen que los niños necesitan “límites”, es decir, que se les debe indicar muy claramente que es lo que se les permite hacer o no, efectivamente estos padres quieren lo mejor para sus hijos y por eso aplican este sistema de límites.

Si se pudiese rebobinar y ver como eran tratados esos padres cuando eran bebes-niños nos daríamos cuenta de que ellos también fueron “aleccionados” bajo un sistema parecido de limites como normas con la idea de que era por su propio bien.

Esta estructura de poder suele producir bebes-niños sumisos o reaccionarios, es decir los niños viven la vida, en función de hacer o rechazar lo que desde “fuera” se les dice que tienen que hacer, (sin ni quiera ser conscientes).

Los sumisos terminan generando “una mirada triste” que transmite un mensaje invisible de “nada me llena en la vida, siento que hago las cosas por inercia, no tengo pasión por nada” realmente se aplasto su alegría de vivir al no poder mantener su iniciativa y su espontaneidad natural al tener que asumir los límites-normas impuestos por sus padres.

Los reaccionarios terminan generando “un comportamiento de espoleta” que transmite un mensaje inconsciente de “estoy a la defensiva, estoy esperando que digas algo para rechazarlo simplemente por que lo recibo como una orden, “nada me llena en la vida, siento que hago o que no hago las cosas por inercia de reacción, parece que tengo pasión o pasividad por hacer cosas pero en realidad es simplemente un “encono” en hacer lo contrario” realmente su iniciativa y su espontaneidad natural fue desvirtuada.

Esta sumisión o reacción como patrón en el comportamiento de nuestros hijos marcará definitivamente como van ser su sus vidas y que clase de acontecimientos le sucederán, tanto de bebes-niños como de adolescentes o adultos, (enfermedades, drogadicción, relación con sus propios hijos, etc.)

Posteriormente, puede llegar el momento de vivir las consecuencias, a todos los padres a cuyos hijos les han sucedido hechos graves, se les “revuelven las entrañas”, es decir, como padres vivimos estos sucesos como propios y nos produce una profunda conmoción vital. A partir de ese momento, existe la probabilidad de que se resquebrajen algunos de los “esquemas adoptados” en los que estaba basada nuestra vida y por tanto la relación con nuestros hijos.

Haciendo una lectura más sutil de estos hechos, sería verlo como “la enfermedad de los hijos como un camino para los padres”, es decir, nuestros bebes-niños aceptan debilitarse por amor y lealtad hacia sus papas, por que ellos no pueden estar bien mientras su papa o su mama no estén bien en su interior. Es la pescadilla que se muerde la cola, es la mayor oportunidad para replantearnos cosas que nunca tendremos. Esta descripción con palabras esta muy lejos de describir la totalidad de energía vital que se encierran en estos sentimientos de amor.

En la crianza emocional, “los límites” funcionan de otra forma, por ejemplo, algunas tardes-noches percibimos que nuestro bebe-niño muestra un deseo compulsivo por tocar todo, que va continuamente cambiando de objeto sin que ninguno le sacie su necesidad de juego aunque sean interesantes y sepamos que ese tipo de juego en condiciones normales le tendría ocupados bastante más tiempo, nada parece saciarle y se muestra muy irascible.

Entonces empieza a requerir de su cuidador empiece a entretenerlo y el cuidador empieza a sentirse “utilizado”, por ejemplo, las madres que dan de mamar cuando existe esta compulsión, algunas literalmente “se sienten una teta”, el bebe-niño colgado cada cuarto de hora o dándole pecho cada vez que vive una situación estresante, (una caída, cuando no puede hacer algo, etc.), o dando la teta al bebe-niño por sistema a la hora de dormir, convirtiendo la teta en una adiptiva pastilla de dormir.

Efectivamente, en esos momentos en el que sentimos que nuestro bebe-niño esta en una compulsión en la que nada es capaz de saciar su “irascibilidad”, nuestro bebe-niño necesita que comprendamos que necesita nuestra ayuda. Pero no, nuestra ayuda para continuar cogiendo cosas y ayudarlo a coger la llave que esta a metro y medio del suelo, ahora debemos tener activado el “sexto sentido”, para poder ver que lo que necesita nuestro bebe-niño es que le permitamos no conseguir la llave del armario para poder tener una excusa que le sirva como espoleta para arrancarse a llorar y poder por fin desahogar todo el “estrés acumulado”.

Claro el bebe-niño nos indicará de manera compulsiva que le ayudemos a coger cosas, (en realidad puede ser visto como que nos da oportunidades continuas para activar nuestro sexto sentido). Claro no se le puede decir: “no mira, es que no puedo ayudarte por que tienes que llorar para poder desahogarte” de esta manera incluso el niño si ya habla es fácil que responda “pues no voy a llorar”, es lógico, el significado sutil de esta frase es como decir “si me hablas me desconcentras y no puedo sentir” y te lo digo de esta manera.

Tampoco podemos mirar para otro lado eso sería como si lo ignorásemos (huyésemos), como si no lo aceptásemos cuando se encuentra en ese estado de irascibilidad. En los casos en los que el niño siente que se le retira el amor cuando esta lleno de “ansiedad” y por tanto se muestra irascible, empezará como a tragarse la “irascibilidad” y ocultarla cada vez más en su interior, comportándose aparentemente “normal”, porque si no, no será aceptado. Esto tendrá graves consecuencias tanto físicas como emocionales.

Teniendo en cuenta lo anterior, cuando nuestro bebe-niño nos diga 50 veces es que no puedo bajarme de encima de una alfombra, “mama, ayúdame porfi” le podríamos decir con energía tranquila y muy escuetamente “estoy cansado” o “ahora no puedo (porque estoy pintando), en el caso de que el “problema” se haya enquistado en la teta, se podría decir escuetamente “me duele”, en el caso de que el problema se haya enquistado en el abrazo y el contacto físico por que se haya utilizado como consuelo, se podría actuar diciendo ”tengo que moverme (se me ha dormido la pierna)” o “estoy cansado es estar sentado” y moviéndose con energía tranquila de un sitio a otro evitando el acurrucamiento consuelo del bebe-niño”.

La idea es que el bebe-niño necesita sentir que no huimos de la situación. Que comprendemos que necesita tener “una excusa” que le sirva para poder arrancar a llorar para desahogarse. Si le “ayudamos “a bajar de la “alfombra” le estamos dejando

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