Cuidado De Enfermería Sobre La Sociología De género
albezuluaga4 de Marzo de 2013
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Cuidado de enfermería sobre la sociología de género
Albeiro zuluaga
El cuidado es un concepto nuevo que describe una vieja realidad. La sociología estudia el proceso de adquisición e interiorización de hábitos sociales a
través de lo que denominamos la socialización primaria; y la psicología analiza las etapas de formación de la personalidad y la identidad de cada individuo.
Pero ha sido la teoría feminista la que ha señalado el conjunto de actividades
necesarias para la supervivencia básica de las personas –comer, descansar o
asearse, entre otras– como campo específico de conocimiento de la realidad.
Las mujeres, a lo largo de la historia, han asumido todas las tareas que requieren conocimientos variados y especializados, capacidad de decisión, pensamiento estratégico, empatía y comunicación. En suma, un complejo producto
de cada cultura muy alejado de la biología o la genética.
Los seres humanos son especialmente frágiles y vulnerables comparados
con otras especies. En primer lugar, porque desde el momento del nacimiento hasta la adquisición de la capacidad de supervivencia autónoma
pasan varios años, fácilmente una década, de dependencia de los adultos
casi absoluta y casi continua. Además, hemos asumido como deber y como
práctica social generalizada la atención a quienes no pueden valerse por
sí mismos a causa de la edad avanzada o bien por sufrir enfermedades o
limitaciones de algún tipo. Quizá no siempre fue así. Hoy, sin embargo,
forma parte del sentido común colectivo y de la ética social. Y no son sólo
los menores, los mayores y los enfermos quienes dependen de los demás
para la supervivencia. En realidad todos somos dependientes y necesitamos a los demás para sobrevivir día a día, aunque unos más que otros. Y
lo somos cada vez más, hasta el punto de que la creciente división del trabajo, la interdependencia, es un rasgo de la modernidad, como ya apuntó
la sociología decimonónica. En torno al cuidado hay un cierto misterio. De tan presentes y cercanas, las
actividades que requiere se han vuelto invisibles. Todos sabemos que las compartimos, que no admiten excepción, aunque sí grados distintos de exigencia
y cumplimiento. Que hay límites a partir de los cuales nuestra vida corre peligro. Pero hasta hace poco tiempo se daba por supuesto, se hablaba poco de
ello porque pertenecía a la intimidad de las personas y las familias; no era un
«tema» ni tampoco se conceptualizaba como «problema social».
Ha sido la confluencia de la generalización de la actividad laboral femenina,
incluyendo a las madres de niños, y de la reflexión feminista acerca de la importancia económica y social del trabajo realizado por las mujeres en el ámbito doméstico lo que ha despertado la conciencia y la preocupación acerca de
la problemática del cuidado de las personas. Se habla de déficit en esta materia
porque en el horizonte aparecen nuevas necesidades ligadas al envejecimiento
demográfico, pero también porque se entiende que generan un derecho a ser
atendidas del que responde la sociedad y porque las formas tradicionales de
cuidar a las personas, en la familia y a cargo de las mujeres, no son ya posibles, ni se consideran deseables. Todo ello supone un cambio profundo en la
sociedad española y un reto para el futuro próximo.
El cuidado es un concepto expansivo. Desde la reflexión sobre la infancia y
los modelos de maternidad se abre a la atención a las necesidades básicas en
otros momentos de la vida y para otros grupos sociales, así como al autocuidado y al cuidado de los cuidadores. En cuanto campo de actividad, el cuidado se articula en una
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