DEPRESIÓN
190396al1 de Julio de 2014
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DEPRESION INFANTIL
Por mucho tiempo se creyó que la depresión era un cuadro propio de los adultos; sin embargo, hoy en día sabemos que también se presenta en los niños.
Se debe tener en cuenta que la depresión infantil es un desorden de la afectividad, en donde se compromete el estado de ánimo y se evidencia un período de tristeza mayor, que se presenta en diferentes formas e intensidades.
Los síntomas característicos de la depresión infantil son:
- Tristeza
- Desgano
- Soledad
- Retraimiento
- Rebeldía, desobediencia
- Rabietas
- Problemas de conducta
- Ansiedad
- Irritabilidad
- Bajo rendimiento académico
• Pérdida de confianza y autoestima, y sentimientos de inferioridad.
• Sentimientos de culpa y baja autoestima.
• Incapacidad para concentrarse e indecisión.
• Incapacidad para disfrutar intereses anteriores.
CAUSAS
Existe una interacción de distintas variables, tanto de carácter biológico como social, que están presentes en la aparición de la depresión infantil. Sin embargo, es necesaria la existencia de una vulnerabilidad personal, familiar y ambiental que facilite el desarrollo del trastorno.
Entre las principales causas de depresión infantil está el hecho de que el niño no se siente querido por su familia y esto lo generaliza a los demás.
Pero la depresión infantil también puede responder a otros motivos, como:
• Estar sometidos a un estilo educativo excesivamente estricto.
• La pérdida de alguno de los progenitores –por fallecimiento o divorcio–.
• Padres muy perfeccionistas.
• Problemas físicos.
• Dificultades en la interacción con otros niños o conductas agresivas de éstos hacia ellos (por ejemplo bullying).
CONSECUENCIAS
Como es de imaginar, las consecuencias de la depresión no se harán esperar. La repercusión de los síntomas de la depresión se apreciará enseguida en el área escolar debido al bajo rendimiento académico del afectado. Por otro lado, las relaciones sociales y familiares de los pequeños se verán alteradas por su inestabilidad emocional y su posible tendencia al aislamiento. Todo ello desemboca en un retraso en el desarrollo intelectual y social del menor.
TRATAMIENTO
Al igual que en el caso de la depresión adulta, el tratamiento de la depresión infantil debe ser individualizado, adaptándolo al niño y a su fase de desarrollo, y teniendo en cuenta su funcionamiento cognitivo, maduración afectiva y su capacidad de mantener la atención. Resultará indispensable que en el tratamiento se involucre a los padres, interviniendo en el entorno del niño (familiar, social y escolar).
El tratamiento de la depresión infantil podrá ser sólo de índole psicológica, o combinado con fármacos prescritos por el médico especialista. Desde el punto de vista psicoterapéutico se incluyen técnicas cognitivo-conductuales con las que se le ayuda a detectar y modificar sus distorsiones acerca de cómo interpreta ciertos acontecimientos (por ejemplo, cómo puede entender una crítica de sus padres o de sus amigos, cómo juzga su comportamiento, etcétera). A nivel conductual se le debe enseñar también a manejar adecuadamente sus emociones (por ejemplo, cómo decir que no en lugar de ceder a todo lo que quieren sus amigos).
Estas técnicas aplicadas directamente con el pequeño deben acompañarse de otras terapias de orden más dinámico y sistémico que ayuden a identificar los patrones de interacción patológicos, y los posibles conflictos familiares que designan al niño como paciente.
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