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Democracia


Enviado por   •  2 de Marzo de 2015  •  606 Palabras (3 Páginas)  •  141 Visitas

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Definir la democracia es importante porque establece qué esperamos de la democracia. En el peor de los casos, si optamos por definir la democracia de forma "irreal", nunca encontraremos "realidades democráticas". Y cuando afirmamos, de vez en cuando, que "esto es democracia" o "esto no lo es", está claro que el juicio depende de la definición o de nuestra idea acerca de qué es, qué puede ser o qué debe ser la democracia.

Si definir la democracia es explicar lo que significa el vocablo, el problema se resuelve rápidamente; basta con saber un poco de griego. La palabra significa, literalmente, poder (kratos) del pueblo (demos). Pero así sólo hemos resuelto un problema de etimología: solamente se ha explicado un nombre. El problema de definir la democracia es mucho más complejo. El término democracia quiere decir algo. ¿Qué? Que la palabra "democracia" tenga un significado literal o etimológico preciso no nos sirve de ayuda para entender qué realidad se corresponde con ella ni de qué modo están construidas y funcionan las democracias posibles. No nos sirve de ayuda porque entre la palabra y su referente, entre el nombre y el objeto, hay un trecho muy largo.

Una vez establecido que el significado literal del término se corresponde poco y mal con su referente, ¿cómo hacemos? A primera vista puede parecer que la solución es fácil. Si es cierto que la voz es engañosa, ¿por qué no denominar las cosas con etiquetas que no lo sean? Se ha constatado que las democracias son en realidad "poliarquías".1 Admitiendo que la constatación sea exacta, ¿por qué no llamarlas así? La respuesta es que aunque el término "democracia" es engañoso a efectos descriptivos, es necesario a efectos normativos. Un sistema democrático está sustentado en una deontología democrática, y lo que la democracia es no puede separarse de lo que la democracia debería ser. Una experiencia democrática se desarrolla a caballo del desnivel entre el deber ser y el ser, a lo largo de la trayectoria marcada por unas aspiraciones ideales que siempre van más allá de las condiciones reales.

Ello implica que el problema de definir la democracia se desdobla, porque si por un lado la democracia requiere una definición prescriptiva, por el otro no se puede ignorar su definición descriptiva. Sin validación, la prescripción es "irreal"; pero sin un ideal, una democracia "no es tal". Fijemos cuidadosamente esta cuestión: la democracia tiene en primer lugar una definición normativa; pero eso no significa que el deber ser de la democracia sea la democracia y que el ideal democrático defina la realidad democrática. Es un grave error confundir una prescripción con una constatación; y cuanto más frecuente es el error, más expuestas están las democracias a tergiversaciones y patrañas.

Examinemos la patraña

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