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Depresión


Enviado por   •  15 de Enero de 2014  •  6.265 Palabras (26 Páginas)  •  289 Visitas

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2.1 Depresión

La depresión es uno de los trastornos de la personalidad que más afecta a las personas y sobre todo, que más implicaciones y efectos adversos provoca, tanto a nivel psicológico, emocional, como cognitivo.

Según Chinchilla, A. (2008):

La depresión es una alteración patológica del estado de ánimo, con descenso del humor que termina en tristeza, acompañada de diversos síntomas y signos emocionales, del pensamiento, del comportamiento y de los ritmos vitales que persisten por tiempo habitualmente prolongado. (p. 43).

Con frecuencia, la depresión tiende a manifestarse en el curso de la vida, con aparición de varios episodios, adquiriendo un curso básico o recurrente, con tendencia a la recuperación entre ellos. En ese sentido, la depresión es vista como una enfermedad clínica severa que afecta al cerebro, que puede incluir, al menos uno o varios de estos síntomas: Tristeza, pérdida de interés o placer en actividades que suele disfrutar, pérdida o aumento de peso, dificultad para dormir o sueño excesivo, pérdida de energía, así como sentimientos de desvalorización e ideas de muerte o de suicidio.

Según Retamal, P. (1998):

La depresión puede ser definida como uno de los tipos de alteración del ánimo, consistente en su disminución, con un grado variable de pérdida de interés o dificultad para experimentar placer en las actividades habituales y acompañado de diversos síntomas psíquicos y físicos. (p. 45).

Esto quiere decir que la depresión es un sentimiento desagradable que afecta al ser humano en todas sus dimensiones, empezando a interferir con el estado de ánimo y los pensamientos normales del individuo: influye en la forma en que la persona se alimenta y en como duerme, en su deseo sexual, en la apreciación que tiene del entorno y de sí mismo, causando desorganización, desesperación y enfermedades psicosomáticas en los casos más graves.

2.2 Tipos de depresión

Durante años, ha existido cierta confusión acerca de la clasificación de la depresión, la cual se atribuye, necesariamente, a la diversidad de sus definiciones.

De acuerdo al Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales o DSM-IV (APA, 2002), citado por Saenz, I. & Medici, S. (2010):

Una breve lista debería incluir la depresión psicótica, neurótica, reactiva, psicótica reactiva, involucional, agitada, endógena, psicogénica, sintomática, presenil, senil, aguda, crónica y, desde luego, la psicosis maníaco-depresiva y la melancolía; así como depresión con perversión sexual y los síntomas depresivos alcohólicos que resultan del trastorno orgánico. (p. 129).

No obstante, todos estos tipos se constituyen en una subcategoría de una clasificación mayor, que los engloba valorando los síntomas de mayor significancia y las causas que pudieran desencadenar el episodio depresivo. Desde este punto de vista, la depresión puede ser:

Depresión monopolar y bipolar: la denominación polaridad alude a la presencia del polo de tristeza patológica y de euforia patológica. Cuando la persona, en el curso de su vida, ha padecido ambas fases, la depresiva y la maniaca, la enfermedad se denomina bipolar; en cambio cuando existe sólo el polo o fase depresiva se designa como depresión monopolar, que es la depresión común o habitual.

“La manía se puede definir como un estado anímico anormalmente elevado, expansivo o irritable con síntomas tales como: aumento de la autoestima o grandiosidad, menor necesidad de dormir, hiperreactividad motora y verbal” (Retamal, P., 1998, p. 26).

Según se indica en lo citado, una manía es un período en el que el paciente se encuentra eufórico, extremadamente alegre, con aumento anormal de su actividad física y mental, excitación ésta que puede manifestarse con agresividad. Estos episodios pueden durar días o meses y en general son más breves, con inicio y término más brusco que las fases depresivas.

Algunas diferencias entre las depresiones bipolares y las monopolares radican en que los pacientes monopolares no sufren episodios maniacos; los bipolares con frecuencia tienen familiares que han presentado fases maniacas; a veces los enfermos bipolares pueden hacer brusco viraje desde la depresión a la manía con los tratamientos antidepresivos. De igual modo, los episodios son más numerosos en los bipolares y estos últimos tienen mejor respuesta al tratamiento preventivo de nuevas fases con sales de litio.

Depresión de tipo primario y secundario: Apunta López (1994, p. 86), que “la depresión de tipo primario es aquella que no tiene como posible factor causal ninguna enfermedad somática o psiquiátrica”, o sea su origen es primeramente una alteración del estado de ánimo, es decir, la depresión habitual o común.

Los posibles factores causales de una depresión secundaria son las enfermedades orgánicas como hipotiroidismo, cáncer, infecciones y también efectos farmacológicos de tranquilizantes, hipotensores, propanolol, anticonceptivos orales u otros. Entre las causas psiquiátricas se citan la adicción al alcohol, tranquilizantes, drogas ilícitas, trastornos de personalidad, entre otros.

Depresión endógena y reactiva: la depresión endógena se distingue por un conjunto de características sintomáticas, como: insomnio del despertar en las mañanas, lenificación psicomotora, tristeza intensa, pérdida de peso e imposibilidad de reaccionar a los acontecimientos agradables. Tales síntomas predicen buena respuesta a los tratamientos antidepresivos.

Este tipo de depresiones están fuertemente ligadas a las situaciones desencadenantes externas; sin embargo, es conocido que las depresiones endógenas también pueden iniciarse en coincidencia con conflictos ambientales, como: duelo, separación, pérdida, fracaso, sobrecargo laboral y otros. Sus síntomas suelen ser menos intensos, y tienden a oscilar según las circunstancias.

Depresión mayor y distimia: Según López, R. (1994):

Ambos cuadros, el de depresión mayor y el de distimia, corresponden a los trastornos depresivos propiamente y su síntoma primordial es la disminución del ánimo. El episodio depresivo mayor tiene un inicio claro y debe perdurar a lo menos 2 semanas y es fácilmente distinguible del carácter de quien lo padece. (p. 87).

La distimia es un tipo de depresión más suave, con pocos síntomas, que excluye algunos muy graves como la ideación psicótica o suicida y que dura a lo menos 2 años y que tiende a confundirse con el estilo caracterológico del sujeto, lo que lleva a hacer difícil precisar su comienzo. Es relativamente frecuente que en los pacientes con distimia, que es una depresión crónica, se complique con un episodio depresivo mayor, más agudo e intenso, es decir, el último se superpone sobre la primera.

2.3 Causas de la depresión

Existen múltiples factores que pueden inducir a depresión; en este sentido, algunos autores indican que entre los factores causales biológicos del trastorno unipolar existen pruebas de una contribución genética moderada a la vulnerabilidad ante la depresión mayor. De igual forma, destacan la influencia de los acontecimientos estresantes, de las experiencias tempranas y de las variables de la personalidad, como el neuroticismo, que pueden actuar como una vulnerabilidad hacia la depresión.

En los trastornos bipolares, los factores causales biológicos desempeñan un papel más importante que en los unipolares. La contribución genética al trastorno bipolar es una de las más importantes de entre todos los casos psiquiátricos. Asimismo, los acontecimientos estresantes pueden provocar episodios maniacos o depresivos, pero es poco probable que sea la causa del trastorno.

Por lo pronto y en lo que respecta a nuestra investigación, una causa común para la depresión biológica es el uso inmoderado o prolongado de alcohol u otras drogas (adicciones en sentido general). Algunas de las llamadas drogas recreacionales, como la cocaína o las anfetaminas, son reconocidas por producir euforia; sin embargo, cuando se usan por un período prolongado, la mayoría de los usuarios experimentan síntomas depresivos graves al salir del efecto eufórico del consumo inmediato (o lo que bien se conoce como síndrome de abstinencia).

2.4 Otros entes disparadores de la depresión

Becoña, E. & Cortés, M. (2010), han comprobado que “los traumas de la infancia aumentan el riesgo de que una persona sea depresiva al llegar a la edad adulta”. (p. 16).

Sin embargo, la depresión puede atacar, aun cuando estos factores pre-disponentes no existan. La depresión afecta cualquier tipo de persona, sin importar la clase social, la inteligencia o el éxito en la vida.

En muchos casos, la depresión se presenta como una reacción ante algún cambio vital. Aunque no siempre dichos cambios provocan una depresión, existe un sinnúmero de situaciones tensionantes comunes que pueden resultar ser el factor determinante, como son: pérdidas interpersonales, eventos que disminuyen la autoestima, enfermedad física, entre otras.

2.4.1 Pérdidas interpersonales

La pérdida de un ser querido se puede deber a una serie de eventos vitales, como son: la muerte, la separación marital o el divorcio, que los hijos se vayan de casa o ser rechazado por un amigo o amante. Este tipo de pérdidas son experiencias humanas comunes y probablemente éste sea el primer disparador del trastorno depresivo.

2.4.2 Eventos que disminuyen la autoestima

“Muchos eventos de la vida pueden ser un golpe en el sentimiento de autoestima y valía personal” (Becoña, E. & Cortés, M., 2010, p. 25). Por ejemplo, los fracasos, el rechazo o la crítica, el cometer errores, son sólo algunas de las muchas circunstancias que pueden tener como consecuencia la pérdida de la autoestima.

2.4.3 Enfermedad física

Es posible que en algunas personas la enfermedad provoque un desequilibrio emocional grave. En algunos casos puede causar dolor intenso cotidiano, por lo que se disminuye la calidad de vida, haciendo casi imposible tener momentos que se puedan disfrutar, dado que se encuentran sometidos a estados de ánimos que no le permiten retrotraerse de su realidad.

2.4.4 Efectos colaterales de medicamentos

Ciertas enfermedades al ser tratadas requieren la medicación del paciente, incluso con fármacos que crean adicción (drogodependencia). Algunos de estos medicamentos pueden tener, inadvertidamente, un efecto nocivo en la química del cerebro, lo cual puede disparar una depresión biológica severa. Estos efectos colaterales son raros, pero en ocasiones suceden, como en el caso de pacientes diagnosticados con Alzheimer, hipertensión, mal de Parkinson, entre otros.

Preston, J. (2002), señala que:

Algunos de los nombres genéricos de medicamentos que pueden causar la depresión, son: reserpina, clorhidrato de propranolol, metildopa, sulfato de guanetidina, clorhidrato de hidralacina, estrógenos, progesterona, levodopa y carbidopa, clorhidrato de Amantadina, Diacepam, Clorodia-cepóxido, entre otros. (p. 63).

De este modo, el autor especifica algunos de los componentes activos de medicamentos antihipertensivos, antiparkinsonianos y ansiolíticos que en ocasiones pueden inducir a depresión.

Si no hay una razón lógica para la depresión y ésta se inicia al empezar un tratamiento con cualquiera de estos medicamentos, puede sospecharse que éste sea la causa, en cuyo caso deberá llamar al médico que o indicó para tomar las medidas de lugar, ya sea cambiando el medicamento por otro con igual función pero con componente activo diferente o suprimiendo su utilización.

2.4.5 Abuso crónico de alcohol u otras drogas

Becoña, E. & Cortés, M. (2010), citan que “la segunda causa común para la depresión biológica es el uso inmoderado o prolongado de alcohol u otras drogas” (p. 28).

Algunas de las llamadas drogas recreacionales, como la cocaína o las anfetaminas, son reconocidas por producir euforia; sin embargo, cuando se usan por un período prolongado, la mayoría de los usuarios experimentan síntomas depresivos graves al salir del efecto eufórico del consumo inmediato.

Las personas experimentan el efecto eufórico más comúnmente con el abuso prolongado de alcohol. Esta sustancia puede producir depresiones muy graves, que requieren el tratamiento farmacológico para que el individuo vuelva a su estado normal. Pero, generalmente éstas se disipan semanas después de que se deja el consumo.

2.5 Sintomatología de la depresión

Tras observar algunas personas diagnosticadas con estados depresivos, se reporta que antes de la aparición de todos los síntomas, es notoria su ansiedad y cierta depresión, en ocasiones durante tiempo prolongado. Estos síntomas se manifiestan en todos los ámbitos de la vida del paciente, siendo más notables en los planos psicológico, biológico, físico o corporal y cognoscitivo. Una vez que inicia el episodio activo de depresión, pueden experimentar los síntomas durante dos semanas o hasta períodos de meses.

Para Halgin, R. & Krauss, S. (2004), la mayoría de los episodios depresivos mayores parecen detener su curso en algún momento después de seis meses, y la mayoría de las personas regresan a su funcionamiento normal; sin embargo, aproximadamente una cuarta parte de estos individuos continúan experimentando los síntomas durante meses e incluso años. (p. 165).

Según indican los autores, durante un episodio depresivo no tratado los afectados pueden experimentar cierta mejoría, pues los síntomas se hacen menos notorios, llegando a ser imperceptibles, pero se corre el riesgo de sufrir una recaída posterior, ya que este comportamiento es característico de los trastornos del estado del ánimo.

2.5.1 Síntomas psicológicos

Según Durand, V. & Barlow, D. (2007):

Los síntomas psicológicos de un episodio depresivo incluyen un ánimo disfórico de una intensidad que sobrepasa los sentimientos comunes de desilusión y las emociones de tristeza ocasionales de la vida diaria. Dicha disforia puede aparecer como un abatimiento extremo o como una pérdida dramática de interés en aspectos de la vida que antes eran placenteros. (p. 384).

En algunos casos, la depresión tiene sus raíces en una experiencia de duelo, después de la pérdida de un ser querido. Aún cuando una depresión intensa después de la muerte de un ser querido es normal, sería considerada un trastorno del estado de ánimo si la tristeza incapacitante dura más de dos meses; sin embargo, muchos episodios depresivos mayores no son precipitados por un evento particular.

El que esta intensa tristeza pueda surgir sin un evento precipitante obvio, provoca que las personas en trance de uno de estos episodios se sientan abrumadas y sorprendidas. Por lo general, la vida de un individuo que se encuentra en un episodio depresivo mayor se vuelve caótica, debido a la incapacidad experimentada en el trabajo y en el hogar.

2.5.1.1 Terapia psicoanalítica

A diferencia de lo cognitivo conductual y lo interpersonal, el psicoanálisis es una larga y tediosa terapia, propia del psicoanálisis clásico, que es una terapia de tiempo ilimitado y de alta frecuencia (3 a 5 sesiones semanales), practicada con el objetivo de remover desde síntomas singulares hasta conductas problemáticas, para lograr como resultado la reestructuración de la personalidad.

Para Franzoi, S. (2007): En el psicoanálisis moderno, la depresión constituye un síndrome variado y complejo con presentaciones semiológicas diferentes que pueden llegar a manifestarse como desórdenes bien delimitados que califican dentro de las nosologías en uso (DSM IV y CIE 10) y al cual se puede acceder por distintas vías. (p. 65).

Los psicoanalistas basan sus terapias en dos modelos para el tratamiento de la depresión, donde el más antiguo destaca la importancia de la agresión y la culpa en la génesis de la depresión; mientras que el más moderno recalca la tensión patológica entre la realidad y el ideal del yo en pacientes deprimidos, donde el modelo centrado en la agresión y la culpa son los que permiten llegar a la génesis de la depresión.

Más allá de las aparentes diferencias, el objetivo diagnóstico psicoterapéutico común es descubrir, con el paciente, la vía particular a través de la cual éste llegó a deprimirse. Este proceso conduce al establecimiento del foco dinámico que será trabajado a lo largo de la terapia.

El concepto de técnica focal supone que el trabajo terapéutico puede centrarse consistentemente en la interpretación y elaboración del mismo conflicto patógeno a lo largo de la terapia. El conflicto focal se encuentra en un nivel mediano de abstracción y se relaciona dinámicamente tanto con los síntomas como con la estructura de personalidad del paciente.

2.5.2 Síntomas biológicos

Las señales físicas de un episodio depresivo mayor se denominan síntomas biológicos, somáticos o corporales. La persona letárgica y apática experimenta movimientos corporales lentos, conocidos como retardo psicomotor. Por otro lado, algunas personas deprimidas presentan síntomas opuestos, es decir, la agitación psicomotora; como resultado, su conducta tiene una calidad frenética.

Las alteraciones en la alimentación también son comunes; el individuo se desvía de los patrones de su apetito, ya sea evitando la comida o comiendo demasiado, ya sean dulces o carbohidratos. De igual forma, Orntein, R. & Sobel, D. (2000) señalan que “en un episodio depresivo las personas también muestran un cambio significativo en sus patrones de sueño, ya sea que duermen mucho más de lo usual o que experimentan insomnio”. (p. 211).

2.5.2.1 Psicoterapia interpersonal

Según Franzoi, S. (2007, p. 57), “la psicoterapia interpersonal tiene como fundamento las ideas de la escuela de la psiquiatría interpersonal, formulada como una terapia de tiempo limitada de una frecuencia de una sesión semanal para pacientes depresivos”.

Éste, al igual que la cognitivo conductual, es normalmente un tratamiento breve, administrado en la fase aguda de la depresión.

Comienza con una fase diagnóstica, en la que el desorden del paciente es identificado y explicado. En esta etapa, el terapeuta destaca las maneras del funcionamiento actual del paciente, sus relaciones sociales y expectativas dentro de tales relaciones, pueden haber jugado un papel causal en la depresión.

En la misma, también interviene el aprendizaje, porque según Franzoi, S. (2007, p. 63), “el terapeuta y el paciente viven momentos de intercambio educacional; donde el primero vincula los síntomas depresivos con alguna de cuatro áreas interpersonales del segundo: duelos patológicos, conflictos de rol interpersonal, transición de roles o déficit interpersonales”.

En la segunda fase del tratamiento, el terapeuta lleva a cabo estrategias específicas para algunas de las áreas problemáticas. El terapeuta debe facilitar el proceso de duelo y ayudar al paciente a encontrar nuevas relaciones y actividades que compensen la pérdida.

En la fase final del tratamiento, el paciente es ayudado a focalizar en los logros terapéuticos y a desarrollar maneras para identificar y enfrentar los síntomas depresivos en el caso de que éstos reaparezcan en el futuro.

2.5.3 Síntomas cognoscitivos

Las personas que se encuentran en un episodio depresivo tienen, también, síntomas cognoscitivos que incluyen un autoconcepto muy negativo, reflejado por una baja autoestima y por la idea de que merecen ser castigadas. Pueden verse esclavizadas por la culpa, mientras viven con insistencia, en los errores del pasado. Son incapaces de pensar con claridad o de concentrarse, pueden mostrarse indecisos incluso en asuntos insignificantes. Actividades que podrían haber levantado su interés sólo algunas semanas antes, ahora carecen de atractivo.

Según Papalia, D. Wendkos, S. & Duskin, R. (2009):

Los sentimientos de desesperanza y negatividad conducen a que muchas de estas personas se vean consumidas en pensamientos de muerte y por la posible búsqueda de un escape, pensar en el suicidio o llevándolo a cabo, puesto que la imposibilidad de analizar las situaciones desde otro punto de vista, les impide valorar otras alternativas. (p. 349).

2.5.3.1 Terapia Cognitivo Conductual

Esta teoría, que surge del aprendizaje condicionado y operante y de la teoría de aprendizaje social, resulta ser una terapia breve y orientada a problemas generales.

El terapeuta debe utilizar técnicas variadas, como tareas escritas y calendarización de actividades: asistencia a bibliotecas, investigaciones, análisis, discusiones, entre otros aspectos que enriquezcan el aprendizaje del que la recibe.

Con esta terapia, como en otras, no se pretende que el que la recibe ponga en atención los sueños o e recuerdos infantiles, aún cuando estos se produzcan espontáneamente, aunque se expresa que éstos pueden servir como claves valiosas para entender patrones cognitivos particulares. La meta de la terapia cognitivo conductual es que el paciente obtenga un conjunto de herramientas prácticas de autoayuda que pueda continuar empleando y perfeccionado después de la terminación de la terapia.

Teóricos cognitivo-conductuales, como el caso de Halgin, R. & Krauss, S. (2009) y Durand, V. & Barlow, D. (2007), han destacado que en la instalación y desarrollo de un desorden depresivo suelen establecerse círculos viciosos que deben ser desarticulados con el tratamiento: los pensamientos y sentimientos depresivos impactan la conducta del paciente, conduciendo a niveles de inactividad que pueden contribuir a cambios en el nivel neuroquímico, los cuales, a su vez, exacerban los componentes afectivos y cognitivos de la depresión.

De ahí que los tratamientos cognitivo conductuales representan una integración del análisis con consideraciones acerca de pensamientos y creencias que pueden conducir a conductas disfuncionales. El objetivo del psicoterapeuta es lograr cambiar las creencias mal adaptadas, usando un rango amplio de técnicas terapéuticas.

2.6 Efectos de la depresión

La depresión tiene múltiples y muy importantes consecuencias que afectan a nivel personal, familiar y social a quienes la padecen; el alejamiento progresivo de la familia y amigos es una de las más significativas y suele ser un indicador inequívoco de este padecimiento, siendo las personas allegadas al paciente quienes se percatan de su aparición.

Durand, V. & Barlow, D. (2007), plantean que:

La depresión altera el estado mental de las personas y eleva el nivel de estrés, por lo que muchas veces la persona que lo padece empieza a perder interés en su desarrollo personal y profesional. Esta patología tiene severas repercusiones en el ámbito laboral y en la interacción de las personas que la padecen y al paso que se va, se pronostica que en menos de una década la depresión sea una de las principales causas de la pérdida de vidas de hombre en horas productiva. (p. 312).

Además de tener efectos destructivos sobre la vida emocional, los pensamientos y la capacidad para disfrutar la vida, la depresión puede afectar numerosas funciones del organismo. En las personas deprimidas se producen cambios hormonales e inmunológicos que pueden ser sumamente dañinos.

Según Ornstein, R. & Sobel, D. (2000):

Un estudio encontró que las personas deprimidas sufren de un mayor riesgo de osteoporosis, derrames cerebrales, enfermedades cardíacas con mayores probabilidades de sufrir infartos y complicaciones. Las personas que han sufrido un infarto y están deprimidas tienen un riesgo al menos tres veces mayor de morir durante los seis meses subsiguientes al infarto que las que también han sufrido un infarto pero no están deprimidas. (p. 74).

Con este planteamiento, los autores denotan la predisposición del organismo a sufrir enfermedades físicas derivadas del padecimiento depresivo o la elevación de la gravedad de las ya existentes, puesto que una persona en depresión suele otorgarle menor importancia o ignorar los síntomas que pudieran evidenciar una enfermedad física; y, en otros casos, hacer caso omiso a las indicaciones médicas de quien los trata.

La variedad de efectos que provoca la depresión en el hombre denota la unión entre su cuerpo y su mente, puesto que ambos son reflejo uno del otro y, por tanto, cualquier cosa que afecte la mente habrá de tener efectos sobre el cuerpo y viceversa. De aquí, que tanto la mente como el cuerpo requieren cuidados específicos para mantener en armonía el organismo.

2.7 Riesgo suicida en mujeres adictas a las drogas

Las tendencias al suicidio y la depresión son desórdenes mentales, los cuales se pueden tratar, pero primero se debe reconocer y diagnosticar que existen ciertas condiciones, y se debe pensar en un plan de tratamiento.

Las personas que tienen éxito al suicidarse parecen haber planeado el evento con detenimiento. Arreglan todo para que no las interrumpan y utilizan medios efectivos. El propósito principal de los suicidas, en muchos casos, es manipular a los demás y en ellos es normal el denominado trastorno de la personalidad limítrofe o fronteriza, utilizando constantemente amenazas de suicidio.

Estudios como el de Quiroga, M. (2007, p. 9), han comprobado que “las mujeres tienden a ser más depresivas que los hombres y durante la presencia de un episodio depresivo mayor, estas tienen con frecuencia pensamientos de muerte, la ideación suicida o las tentativas suicidas”.

Estas ideas varían, desde la creencia, consistente en que los demás estarían mejor si uno muriese hasta los pensamientos transitorios, pero recurrentes, sobre el hecho de suicidarse, o los auténticos planes específicos sobre cómo cometer el suicidio.

La frecuencia, intensidad y letalidad de estas ideas pueden ser muy variables. Los sujetos con menos riesgo suicida pueden referir pensamientos transitorios y recurrentes una o dos veces a la semana. Los sujetos con más riesgo suicida pueden haber comprado materiales para usarlos en la tentativa de suicidio y pueden haber fijado un lugar y un momento en el que saben que estarán solos y podrían así suicidarse.

Si bien, estos comportamientos están asociados estadísticamente con las tentativas de suicidio y pueden ser útiles para la identificación del grupo de alto riesgo, muchos estudios han demostrado que no es posible predecir con exactitud cuándo y en qué momento un determinado sujeto deprimido va a intentar el suicidio.

Los motivos para el suicidio pueden incluir el deseo de rendirse ante lo que es percibido como obstáculos insalvables o un intenso deseo de acabar con un estado emocional enormemente doloroso, que es percibido como interminable. En una persona que manifiesta ideación suicida es importante valorar el grado de permanencia de la idea por sobre la frecuencia. A mayor permanencia, mayor riesgo.

Según Quiroga, M. (2007, p. 14), “el intento de suicidio es el principal factor de riesgo suicida en depresión, el que eleva en 40 veces la posibilidad de morir por un acto suicida”.

Se considera que un intento suicida es severo cuando existe la presencia de método de elevada letalidad y alta intención suicida, que incluye premeditación, búsqueda de aislamiento o soledad, búsqueda de la muerte, ocultamiento o negación del intento.

Las personas con depresión están expuestas a ciertos factores que potencializan la conducta suicida que son conocidos como factores de riesgo de suicidio. Dentro de estos factores de riesgo se citan: ansiedad severa, desesperanza, anhedonia, antecedentes de intentos de suicidio anteriores, antecedentes de suicidio en la familia, impulsividad y pérdida reciente de personas significativas.

2.8 Ideas suicidas

La ideación suicida debe pesquisarse precozmente en la depresión mayor y su objetivo principal es disminuir la potencialidad suicida. Esta manifestación es persistente y generalmente conduce a materialización de la idea que tiene el individuo, lo cual constituye un hecho recurrente que en muchas ocasiones es inevitable, a menos que el paciente se someta prontamente a tratamientos que logren disminuir su potencialidad.

2.9 Trastornos de la conducta y depresión

Dentro del ámbito de la psicología, como ciencia que se encarga de las manifestaciones típicas del ser humano, en cuanto a su obrar y a la manifestación de sus emociones, la teoría del conductismo tiene gran arraigo, ya que en sentido general, contiene una figura, llamada la conducta, que es el objeto primordial de estudio de las diferentes ramas del orden psicológico.

La conducta es el punto de ligazón o vinculación entre la psicología interna de un individuo y las disposiciones que le traza el medio ambiente al que pertenece. Es objetivo de los entes colectivos, que el individuo se adapte a unos parámetros de comportamiento específicos, de ahí que las distintas sociedades van trazando códigos de comportamiento, que al ser violentados, traen como consecuencia lo que en el ámbito de las ciencias sociales, jurídicas y psicológicas, se denomina conducta desviada.

Según Barriga, F. & Fernández, G. (2002):

La conducta desviada puede tener su origen en factores, tanto temperamentales como del entorno social, que impiden a los sujetos lograr durante la infancia, interiorizar una inadversión emocional hacia los actos antisociales, que los haga rechazar su participación e incluso, la aceptación pasiva de estos, o, cuando menos, suele presentarse la aparición de acontecimientos que giran en torno a sentimientos de culpabilidad o resentimiento. (p. 40).

En los hogares cuyo aprendizaje social es defectuoso, producto de la no fijación y consecución de metas a corto o largo plazo, el desarrollo de una conducta desviada es inminente. Imperará el fracaso entre padres e hijos, será imperante la escasez de valores y principios morales, faltará el diálogo y la comunicación; en fin, aquellas familias que no cuenten con un nivel de educación adecuado y mucho menos, en donde no impere el respeto a las normas familiares y de comunidad, serán instituciones en donde se alojen los futuros delincuentes e infractores de la ley.

Mejía-Ricart, T. opina (2000, p. 121) que “la desviación puede ser causada por la interrupción o el desmoronamiento de un sistema social global, por un vacío en el poder establecido, o referido a un sector de la sociedad, en el que se aflojan los lazos sociales y la obediencia a valores y normas de la sociedad”. Este sistema social global, al que hace referencia el autor, no es nada menos que la familia, base fundamental del desarrollo y comportamiento del individuo.

2.10 Tipos de terapia para los casos de depresión en mujeres adictas a las drogas

La psicología actual conoce diferentes tipos de psicoterapia, que resultan ser muy útiles en los casos de depresión; aunque es preciso indicar que los casos leves o moderados de depresión pueden ser tratados con cualquiera de las terapias individuales, pero cuando se habla de depresión severa o mayor, la persona tendrá mayores probabilidades de éxito ante la combinación de psicoterapia y los medicamentos que fueron enumerados en los capítulos anteriores.

2.11 Definición de droga

La droga es considerada una sustancia psicoactiva y es toda aquella sustancia de origen natural o sintético que al ingresar al organismo afecta de una u otra manera el funcionamiento normal del cerebro o del sistema nervioso central.

Washton, L. (1998, p. 4) define droga como “toda sustancia de origen natural o sintético que al consumirla provoca una modificación en alguno de los sistemas del cuerpo”.

Esta definición, pese a que es breve, es completa, ya que las sustancias psicoactivas, especialmente las drogas, modifican el estado normal del cuerpo y provocan en el adicto o consumidor una serie de manifestaciones corporales y mentales, que merecen ser estudiadas desde el punto de vista clínico.

Para Orntein, R. & Sobel, D. (2000):

Es notorio que los efectos del consumo de sustancias prohibidas (drogas) se sienten en todo el cuerpo, no es menos cierto que el cerebro y el sistema que lo compone es el más perjudicado, de ahí que se infiere que las drogas son causantes de la mayoría de trastornos mentales; por tanto, se afirma que toda sustancia psicoactiva tiene como objetivo la modificación o alteración de las funciones psicológicas, normales, en el individuo. (p. 166).

2.11.1 Causas de la adicción a las drogas

La adicción a las drogas ha sido considerada como una enfermedad compleja y de naturaleza biológica, psicológica y social, lo cual quiere decir que sus factores causales son múltiples e interaccionan de una manera compleja ante esta trilogía de ciencias, para producir lo que se denomina en el individuo como desorden adictivo. La etiología no lineal, multifactorial y sistémica hace difícil comprenderla con una visión lineal o simplista de la relación causa –efecto.

Este hecho es además importante en el tratamiento de estos desórdenes pues cada persona es diferente y muestra distintos matices del problema de modo que es necesario individualizar cada caso y realizar un estudio amplio de la historia personal y familiar antes de hacer un diagnóstico.

Ramos, L. & Fernández, J. (2010), citan que:

Los factores biológicos, genéticos, psicológicos y de personalidad, socio-culturales, familiares, espirituales se unen en una interacción multisistémica produciendo primero la predisposición y luego con la exposición al factor desencadenante, se evoluciona hacia la consolidación del proceso patológico llamado adicción. (p. 42).

2.11.2 Incidencia de las adicciones

Según Nava, C. (2007), “el origen de la drogadicción se debe a la falta de amor y abandono de los padres hacia los hijos”. (p. 55). Para poder desarrollarse, el individuo al nacer, y en gran parte de su vida, necesita de afecto, dedicación, atención y cuidados, integrarse adecuadamente e ir fortaleciendo su Yo.

Para Freud, S. (2009): El Yo, significa una organización neuronal constituida por un grupo de neuronas que están constantemente investidas y cuya presencia perturba discursos que la primera vez se consumaron de manera definida. El Yo inhibe las vivencias de dolor y de afectos. (p. 35).

Se entiende que cuando la formación del Yo es incorrecta, el individuo confrontará trastornos de personalidad y posibles adicciones, principalmente en lo que respecta a la etapa de la adolescencia, ya que durante esta etapa de la vida el adolescente tiene diversos cambios fisiológicos y psicológicos que marcarán posiblemente el resto de su vida.

Evidentemente la adolescencia es la etapa más vulnerable para desarrollar una adicción a la droga, pues el período de resolución del proceso de formación es la etapa de la separación del grupo familiar y del enfrentamiento en el mundo externo.

Cuando un(a) adolescente muestra un Yo débil tendrá que necesitar de una fuerza extra para cumplir con este desafío. Habiendo conocido el (la) adolescente la droga como una posibilidad de escapar o enmascarar su debilidad a través del mundo, de la ilusión esto puede convertirse en una dependencia.

En ese sentido, Saenz, I. (2010, p. 138) afirma que “la familia ha constituido uno de los principales grupos para el desarrollo del sujeto desde la infancia hasta la etapa de la adolescencia”. La familia proporciona un modelo y una formación que van relacionados con los sentimientos, la socialización, las capacidades intelectuales, la moral y los valores que se necesitan en la vida adulta.

Hoy en día por diversas razones, ya sean por cuestiones laborales, económicas, personales o simplemente por comodidad de los adultos que son padres, un número cada vez mayor de adolescentes pasan la mayor parte del día lejos de sus padres, y debido a ello no existen actividades de aprendizaje ni crecimiento dentro de la familia, incluso esto suele pasar en los primeros años de vida.

La actitud ante esta situación puede ser variable: despreocupación, inconsistencia, rutina o irresponsabilidad, Estas circunstancias resultan ser inadecuadas ya que no se presta al adolescente la debida atención al desarrollo afectivo y psicológico indispensable para que los adolescentes tengan madurez, adecuada autoestima y puedan involucrase sin temor en su medio social, afectivo e intelectual de manera sana.

Por lo tanto, los años que van de la infancia a la adolescencia son decisivos en los aspectos del desarrollo en el niño, ya que en estos primeros años éste aprende actitudes, orientaciones básicas para sí mismos y para los demás, así como también dependerá de los recursos psíquicos con los que cuente y de los vínculos establecidos con la familia. Cuando un sujeto no ha tenido una relación armónica con la madre, la reacción con su mundo interno se distorsiona y por tanto se perturba su capacidad para percibirse a sí mismo (autoestima) y a los demás.

Algunos aspectos que influyen en el desarrollo del adolescente desenvuelto en su familia son la falta de comunicación, la pobreza familiar, la desintegración, la baja autoestima entre otros más que contribuyen a la destrucción de la familia. Esta desestructuración familiar, ya sea por divorcios, razones económicas, producto de la pobreza y falta de cultura son fenómenos que encontramos en todos los países latinoamericanos y principalmente en México.

Los malos tratos, los matrimonios disueltos, la falte de trabajo, el deseo de aventuras, la orfandad, la inseguridad familiar, la incomprensión de los padres, el desalojo del hogar paterno, los conflictos entre hermanos, los cambios y traslados de casa o otros problemas más son situaciones que hacen que los adolescentes se refugien en las drogas. Es importante mencionar que principalmente la drogadicción va a tener presencia en aquellos medios en los cuales la familia y los miembros que la componen forman una pseudocomunidad.

Blatt, L. (2004) toma en cuenta a la familia como:

Medio socializador y como núcleo donde se encuentran las primeras relaciones afectivas que puedan proporcionar o no la drogadicción en el desarrollo del adolescente, considero que la desintegración familiar, la formación de buena autoestima (incluyendo el amor y el buen trato dentro de la familia), relaciones conflictivas, cuestiones económicas (pobreza-riqueza) son puntos que a continuación mencionare para enfocarme a la formación de la adicción. (p. 201).

2.11.3 Uso y abuso de drogas

Según estudios realizados por Santrock, S. (2007, p. 64), “se ha llegado a la conclusión de que el consumo de estupefacientes y drogas aumenta en la adultez por la ausencia de un manejo socioeducativo adecuado o preventivo en ellos”.

Muchos individuos caen en el uso desmedido de drogas por modismo o falta de educación en la materia, o en la mayoría de los casos, por estar afrontando una fuerte depresión.

En Estado Unidos, según investigaciones de Johnson, S. (1975):

El consumo de estupefacientes disminuye entre las personas cuando se inician campañas televisivas o en medios de comunicación masivos, en los cuales, los ídolos deportivos les exhortan en tono imperativo, tal como lo harían en sus jugadas preferidas, de deportes como el baloncesto, futbol, hockey o béisbol, que no consuman drogas. Esto crea una merma general en el consumo de estupefacientes. (p. 2).

También, estudios citados por Mejía-Ricart, T. (2000), sugieren que: El auge de ritmos musicales, como el reggae, trae como consecuencia entre los adultos más jóvenes (20-29 años), lo mismo que en épocas pasadas entre los seguidores de la música denominada “la vieja ola” y la “salsa puertorriqueña”, que llevabas a los vicios, ya que sus principales figuras y cantantes, estaban bajo los efectos de las drogas y los que seguían este tipo de música, también las utilizaban por seguir el ejemplo de sus ídolos. (p. 328).

La drogadicción por causa de depresión, se inicia como una influencia negativa del mundo exterior hacia el ser humano, en la etapa de la niñez, los niños comienzan a consumir dulces y golosinas que no conocían, simplemente porque ven que otros, en los colegios y escuelas lo hacen. Esto es igual en la adultez, un joven que tenga problemas de drogadicción, que los adquirió por experimentar problemas en su hogar de origen, también puede contaminar a otros compañeros de clases y estos a su vez, a otros de su barriada, con estas premisas, un individuo adulto, carece de fortaleza emocional para evitar caer en estos vicios, cuando afronta problemas de decaimiento y depresión.

2.11.4 Síndrome de abstinencia

Según Carlson, N. (2006): En adictos se da un fenómeno que se denomina síndrome de abstinencia, conformado por un conjunto de signos y síntomas que presenta cuando deja de consumir drogas o sustancias psicoactivas y se manifiesta a nivel cognitivo (pensamientos, imágenes, recuerdos y sueños de consumo). (p. 39).

A nivel fisiológico, el síndrome de abstinencia se manifiesta con dolor de cabeza, hormigueo en el cuerpo e insomnio; a nivel psico-motor con inquietud motora o rigidez y a nivel afectivo-emocional con ansiedad, depresión o irritabilidad.

Es precisamente el efecto afectivo-emocional al que se circunscribe la presente investigación, tomando como objeto de estudio el trastorno depresivo, para analizarlo como trastorno mental inducido por el consumo de sustancias en mujeres adictas, y así describir el conjunto de síntomas característicos de este tipo de trastorno mental.

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