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Detener El Abuso Sexual

tmalgue26 de Marzo de 2013

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“DETENER EL ABUSO SEXUAL: TAREA DE TODOS”

Por Josefina Martínez Bernal

Psicóloga de la Universidad Católica de Chile

Magíster en Psicología Infanto Juvenil de la Universidad de Chile

Miembro del Consejo Nacional para la Prevención de Abusos de Menores de Edad y Acompañamiento a las Victimas

Ex alumna de nuestra Scuola.

¿QUÉ ES EL ABUSO SEXUAL?

Es involucrar a un niño o joven en una conducta sexual.

Es una trasgresión a la corporalidad de un niño con o sin contacto físico, por ejemplo, obligarlos a jugar entre ellos de una cierta forma, hablarles de cosas con contenido sexual, pedirles que se hagan cosas a sí mismos, mostrarles cosas, etc.

Normalmente, y sobre todo ahora último, siempre se enfoca este tema hacia los niños pequeños, pero los adolescentes también están en riesgo.

En el abuso sexual hay un tipo de abuso de poder, se da una relación asimétrica, el adulto se aprovecha de su posición y desconoce que el niño es una persona, lo trata como un objeto de placer.

Sistema relacional del abuso: ¿Quiénes participan?

Es un triángulo:

En el vértice superior se ubica el abusador, en la gran mayoría de los casos se trata de hombres pero también pueden ser mujeres.

En el vértice inferior el niño, la víctima.

En el otro vértice inferior se ubican los terceros que rodean al abusador y a la víctima. Estos terceros (los padres, profesores, todos nosotros) están en condiciones de enterarse del abuso y son los únicos que pueden detener la situación. El abusador no se detiene solo y la víctima no tiene la fuerza para detenerlo.

El problema es que los terceros muchas veces no reaccionan. Todos somos terceros, la sociedad completa es un tercero aunque no sepamos que estamos al lado de una víctima o de un victimario.

Muchas veces los terceros no saben porque no se dan cuenta, normalmente no se enteran porque sus sentimientos son poco objetivos - especialmente los más cercanos- y los otros terceros - los más lejanos - no acusan.

Hay terceros que no quieren darse cuenta, que no quieren saber, existe un miedo a reconocerlo, es una situación que no deseamos porque causa horror y por eso, inconscientemente, se cierran los ojos.

Hay otros que le restan importancia; están los que tienen miedo de acusar o los que tienen complicidad ideológica con el abusador.

Y están los otros, los que todos tenemos que ser: el TERCERO ATENTO, el que se involucra y se siente responsable por todos, sin embargo, normalmente la gente se preocupa solo de sus cercanos.

El abuso sexual es un proceso, es infrecuente que un desconocido llegue y “agarre” a un niño. Lo normal es que el abuso sea reiterado y por una persona cercana, es un proceso que se repite y sostiene en el tiempo.

El abuso no es un descontrol de impulso, es un acto premeditado con conciencia de que está haciendo algo incorrecto y lo va haciendo de manera gradual: El abusador se va ganando la confianza y va de a poco, normalmente el abuso sexual no parte con una penetración. Se parte con una erotización de la relación, esto confunde al niño o joven.

Siempre le decimos a los niños que digan que NO, pero como generalmente es una persona de confianza el niño no ve el peligro.

Existe una asimetría de poder.

El abusador impone la ley del silencio y eso precisamente demuestra que está consciente de que lo que hace no está bien. Él logra algo que cuesta mucho conseguir entre los niños y adolecentes: que guarden el secreto. De hecho, cuando uno le cuenta un secreto a un niño, a éste le es imposible guardarlo, por ejemplo, si uno le pide que no le diga a su hermano el regalo que le compraron para el cumpleaños, el niño lo primero que va a hacer es ir a contarle al hermano. En el caso del adolecente es algo parecido, siempre hay un mejor amigo al que le cuentan todo.

¿Cómo logra el abusador que la víctima guarde el secreto? Con una serie de maniobras, entre ellas:

- Normalización del abuso, lo presenta como si fuera un juego. Muchas veces los padres se enteran del abuso cuando el niño pide jugar a eso.

- Se presenta como un ritual de iniciación.

- Se induce al niño a la complicidad, se le dice “esto es nuestro secreto”, es decir, somos iguales los dos estamos involucrados.

- Con un discurso denigratorio y culpabilizante: tú eres malo, te gusta, te lo mereces.

- Con amenazas, éstas son súper efectivas: “si me acusas me voy a ir y no va a haber plata para comprar la comida y tus hermanos no van a tener qué comer”, o “voy a matar a tu mamá”, “te van a pegar”, “se van a reír de ti”, etc.

- Le dice que no le van a creer y, en realidad, en general la gente duda de la palabra de los niños. Se les pregunta una y otra vez: ¿Estás seguro? ¿No te habrás confundido?, etc.

El silencio no es falta de confianza hacia los papás, a veces es un acto de amor, una estrategia de supervivencia y también una forma de proteger a la familia de un tremendo dolor.

El niño no elige estar en silencio, ha sido silenciado. Además, existen limitaciones lingüísticas, el niño no tiene toda la amplitud de vocabulario para describir lo que le ha pasado. Esta es una situación de horror y a todos nos cuesta poner en palabras el horror, a los niños les cuesta más.

Ayuda a que el abuso se vuelva crónico, el que los niños se encuentren frente a terceros indiferentes que no se dan cuenta de las señales.

Acá lo fundamental es romper el silencio, hay que divulgar el abuso que se detecta, esto sirve para proteger y detener el abuso. La edad normal en que la gente cuenta que fue abusado es 25 años, la gente se demora como 10 a 15 años en contar que fue abusado y los terceros a veces nos molestamos al escucharlo, nos preguntamos para qué lo cuenta ahora.

Esto se cuenta en la adultez porque recién ahí se da cuenta de que el abusador ya no tiene poder.

Si se trata de un niño que divulga el abuso, pese a lo doloroso que es, eso es algo bueno.

Lamentablemente, no es un escenario frecuente, divulgar un abuso cuesta mucho, la víctima o sus padres que divulgan tienen que enfrentar consecuencias, se genera una crisis, los terceros presionan, se arman bandos y a veces se pierde de vista a la víctima.

Los terceros siempre van a presionar a la víctima para que se desdiga, con buenas o malas intensiones y muchas veces la víctima se retracta y la gente cree más en la retractación, hay un mecanismo se defensa de no querer creer en el abuso porque es horrible y no queremos verlo, sin embargo, hay que hacerse a la idea porque es muy frecuente y el abusador es normalmente alguien que uno menos se espera.

Los terceros quieren volver al equilibrio y normalmente se hace desacreditando a la víctima. Frecuentemente (generalmente) se la desacredita, estigmatiza y culpabiliza, esta es una estrategia defensiva de la sociedad. Pero estas cosas pasan y hay que detenerlo.

Nuestro desafío es convertirnos en terceros atentos que sean valientes, solidarios que puedan unirse, muchas veces el abusador tiene una posición de poder y se requiere de varios terceros para detenerlo.

LA DETECCIÓN

Es muy difícil y complejo porque está envuelto en un manto de silencio, hay que detectar con los ojos de la víctima que no sabe o no puede expresarse. No existen indicadores inequívocos, por eso tenemos que ir guardando y registrando las señales que vemos o nos llaman la atención, pero muchas veces no le hacemos caso.

Hay que estar atentos, hay que buscar una configuración de indicadores, ninguno constituye abuso por sí solo.

No se trata de chequear en un listado, uno tiene que observar desde el conocimiento del propio hijo, sin embargo, de todas maneras sirve saber qué tipo de síntomas o indicadores buscar.

Indicadores en el área sexual.

Manejo de conocimiento detallado y excesivo de conceptos y de conductas sexuales.

Interés excesivo en la temática sexual.

Conductas erotizadas, seductoras, se les ha desarrollado una erotización precoz.

Conducta masturbatoria compulsiva y frecuente. Acá se produce un desbalance de intereses.

Involucración de otros niños en juegos sexuales inapropiados. Juegos sexuales no esperables en cuanto a su edad. Así, es esperable mirar, incluso tocar, pero no es esperable cualquier conducta que tenga que ver con penetración: dedos, objetos. Lo más importante: es esperable cuando se divierten, no lo es cuando está temeroso, agresivo, tenso. También es esperable cuando el niño detiene el juego cuando el adulto le dice que se detenga, pero no es normal si esto es continuo o no se detiene pese a que se le diga que no.

Indicadores en el área conductual-emocional.

Cambios bruscos de comportamiento: de extrovertido a callado, o de callado a agresivo. En todo caso esto puede tener muchos orígenes, no solamente el abuso. Por ejemplo, la muerte de un cercano, el nacimiento de un hermano, la separación de los padres, etc., pero igual no hay que pasarlo por alto.

Baja de rendimiento académico.

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