Discruso

La discapacidad no es incapacidad, estos individuos aceptan, se integran se desarrollan y son felices en los espacios que nuestra “conciencia social” les construye, sin esperar que algún día las personas diferentes, porque desde su punto de vista al resto de la sociedad nos aplica la misma denominación, sin esperar pues que algún día esta sociedad incapacitada aprenda a tratarlos sin discriminación, que puedan asistir a una institución educativa a donde acude el resto de los niños sin que un padre de familia ególatra y soberbio se inconforme porque su hijo tenga que compartir con ellos, que sean admitidos en las actividades cotidianas, en grupos deportivos, culturales, donde se les trate entendiendo sus limitaciones y no excluyéndolos por no ser perfectos. No, ellos no esperan que algún día dejemos de ser una sociedad incapacitada y nos integremos a su discapacidad, esa que les da la maravillosa capacidad de ser felices, de convivir respetuosamente con sus iguales, de aceptar y aprender a vivir con sus limitaciones, de derrochar una actitud positiva hacia toda circunstancia, de ser solidarios a morir, perseverantes, leales, honestos, increíbles luchadores, extraordinarios seres humanos.

En conclusión, esa vulnerabilidad de la especie humana por la que estos individuos carecieron de tal o cual habilidad, y que no debiera ser motivo o excusa de ningún tipo de marginación o discriminación, les ha compensado con nosotros “los normales”, para que considerando la alternativa se sientan orgullosos y agradecidos de ser las “personas con capacidades diferentes”.

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