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EL CEREBRO ÉTICO.


Enviado por   •  13 de Octubre de 2016  •  Ensayos  •  2.399 Palabras (10 Páginas)  •  188 Visitas

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EL CEREBRO ÉTICO

Hna. MARIHUT MOSQUERA AGUALIMPIA

PRESENTADO AL:  PROFESOR WILSON ARMANDO MONTAÑO PARDO

 

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA LUIS AMIGÓ

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

PROGRAMA: NEUROPSICOPEDAGOGÍA INFANTIL

MEDELLÍN - ANTIOQUIA

2016

EL CEREBRO ÉTICO (ENSAYO)

EL CEREBRO ÉTICO DE MICHAEL S. GAZZANIGA

 “Los seres humanos son máquinas de formación de creencias.”

Michael S. Gazzaniga

INTRODUCCIÓN

El presente ensayo, toma como referencia el libro El Cerebro Ético de Gazzaniga (2005) para analizar ¿Qué importancia tiene cerebro el funcionamiento personal, el origen y final de la vida y en la comprensión de la ética con relación a nuestra memoria y percepción de la verdad? Se retoman algunas posiciones del autor y se contrastan con planteamientos personales desde una visión humanista y cristiana.

Michael Gazzaniga (2005) plantea en su texto la posibilidad de resolver algunos interrogantes o planteamientos éticos desde una postura netamente biológica. Esta forma de concebir algunas cuestiones éticas que tradicionalmente se han visto desde un punto de vista marcado por un entorno religioso, con una visión nueva desde los estudios empíricos de la neurociencia y la bioética, puede generar algunas crisis en la concepción de ciertos juicios morales a los que estamos acostumbrados.

El autor pone en consideración algunos planteamientos como el origen de la persona humana, que tradicionalmente se ha visto, desde los planteamientos religiosos, a partir de la concepción, y que según el autor debe ubicarse unos días después, cuando el embrión, si bien de una forma incipiente constituye, lo que puede dar origen al cerebro, aunque aún no lo hay. Igualmente plantea algunas cuestiones relacionadas con las investigaciones científicas sobre embriones y células madres, de tal forma que se puede diferenciar, desde los planteamientos del autor entre un embrión natural y un embrión conseguido por modificación núcleo del óvulo. Estos postulados del autor colocan en entredicho muchas de las posturas que tradicionalmente hemos considerado válidas desde el punto de vista religioso. A partir de este punto de vista podría ser éticamente permitido hacer todo tipo de estudios médicos con embriones humanos con el fin de mejorar problemáticas que se están presentando actualmente y que pudiesen mejorar la condición humana.

En efecto para el autor existen muchas creencias de tipo religioso relacionadas con cuestiones bioética y estas también son cuestionables puesto que para él, el sistema de creencias tienen un componente social importante y responde  a una necesidad humana y cultural de dar sentido a interrogantes que individualmente cuesta comprender.

Otras cuestiones analizadas por el autor, además del inicio de la vida humana, están relacionadas con el término o final de la vida y los planteamientos éticos que se derivan de tal concepción, especialmente lo relacionado con la eutanasia. El momento en el cual la persona humana muere y que está en relación directa con su cerebro la conciencia que puede tener sobre sí misma y el funcionamiento independiente. Este aspecto es importante no se trata de considerar enfermedades graves en las cuales ya no hay sujeto. El autor cuestiona lo que comúnmente  se ha identificado como el momento de la muerte. Analiza como en ciertas enfermedades como el Alzheimer, la persona, a pesar de que tiene un cuerpo en funcionamiento, tiene un cerebro no presente ni consiente, y por tanto, el autor considera en casos como estos que la persona ya no podría considerarse, como alguien que vive. En este sentido engloba la consideración de la persona humana en su dignidad desde el momento de su concepción hasta su muerte sin importar las condiciones actuales en las que se encuentre. Por ser una persona humana, aunque sea consciente o no por su estado de enfermedad, merece el respeto, la acogida y el amor. La persona no vale por sus capacidades intelectuales, ni por su razonamiento, ni por la capacidad que tenga decidir libremente sobre sus actos, vale por su dignidad en sí misma y por la esencia de ser imagen y semejanza de Dios.

Para la bioética cristiana, la vida humana es un don de Dios y por lo tanto el hombre no puede decidir su terminación. Lo que sí puede hacer es libremente optar por recibir o no tratamientos médicos que sean ya innecesarios o que considere inapropiados por los altos costos sin esperanza para la familia y la comunidad. “Esta decisión, no constituye una opción suicida sino la aceptación de la fragilidad humana y una decisión personal respetable”[1]. (Congregación para la Doctrina de la Fe, 1980)  En este mismo sentido, cabe diferenciar situaciones que como el estado vegetativo en que puede encontrarse un enfermo y distinguirlo, de la muerte encefálica, del coma, del síndrome "locked-in" y del estado de conciencia mínima. La Congregación para la Doctrina de la Fe, (2004) señala que “El paciente en estado vegetativo tiene derecho a una valoración correcta que oriente las intervenciones; una asistencia fundamental, que abarque hidratación, alimentación, calefacción e higiene; la prevención de las posibles complicaciones y el control de cualquier signo de recuperación; un adecuado proceso de rehabilitación y ser tratado como cualquier otro paciente, con la debida asistencia y con un trato afectuoso”.[2] Estos cuestionamientos del autor ponen en entredicho muchas de las creencias que se han considerado como verdaderas pero que al momento de analizarlas, pueden ser comprendidas desde otro punto de vista en los cuales la ciencia tiene una palabra importante que decir. Aspectos como la modificación del cerebro para hacerlo más competente ante ciertas capacidades que requiere el hombre moderno, la utilización de medicinas y técnicas de la neurociencia para optimizar el funcionamiento del cerebro y hacerlo más competente para desarrollar diversas tareas, quizás  programadas a partir de la manipulación genética es también un asunto que conlleva a juicios morales que muchas veces se salen de lo tradicional y típico. Consideraciones como estas reavivan las discusiones éticas que pueden orientar posturas más abiertas desde el punto de vista médico que no difieran de la dignidad humana y el valor de la persona.

El autor también considera asuntos más particulares, por ejemplo, con relación a la memoria del ser humano, analiza cómo ésta, muchas veces está vinculada a procesos netamente biológicos que pueden generar distorsiones importantes de acuerdo al funcionamiento del cerebro y que muchas veces ocasionan, no sólo el error en la percepción, sino también, consecuencias y  dificultades en el campo legal como el caso específico de los testigos en los juicios, que muchas veces no logran asociar de una forma correcta lo que vivieron por las distorsiones personales, las tendencias o las generalizaciones producidas por su cerebro.

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