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EL INTELECTO HUMANO


Enviado por   •  26 de Agosto de 2013  •  720 Palabras (3 Páginas)  •  1.159 Visitas

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EL INTELECTO HUMANO

En un momento determinado de la historia, a partir de las protestas contra el racionalismo, surge a mediados del siglo XVIII, una verdadera psicología sobre el psiquismo empírico, donde se consideraba a la mente como una tabula rasa anterior a la experiencia de la sensación. Pero hay que considerar esta proposición, puesto que esto se concibió hace más de dos siglos.

Actualmente se habla del hombre como un ser biopsicosocial. Considero, pues, la tabula rasa como un mito; esto quiere decir que, por lo que hoy sabemos, la idea de que la mente del ser humano recién nacido es como una tablilla de cera en la que nada hay escrito es, a todas luces, falsa. Pero, hay que señalar el indiscutible papel de la experiencia para la adquisición de conocimientos.

Gilson nos recuerda que el intelecto es el poder que constituye al alma humana en su propio grado de perfección, sin esto significar que el alma sea en sí misma un intelecto puro, puesto que ella además realiza operaciones vegetativas y sensitivas, si no, simplemente, que determina su excelencia.

Santo Tomás distingue en el único intelecto humano dos diversas facetas. La primera es el intelecto pasivo, el cual está en potencia a inteligibles, no sólo porque se establece una relación pasiva al recibirlos, sino también en el sentido de que está naturalmente privado de ellos.

Sin embargo, al referirse a la segunda faceta en cuestión, Santo Tomás reconoce la existencia de un poder activo con el cual completa la explicación del intelecto humano. Dado que el intelecto pasivo está en potencia a inteligibles, es absolutamente necesario que los inteligibles muevan tal intelecto para que el conocimiento se haga efectivo.

Aunque, es sabido que la idea de la cera en la que se grabarían las impresiones sensoriales se remonta a Platón, quien en su diálogo Teeteto o de la ciencia hace referencia a cómo se imprimen los contenidos de la memoria en nuestra mente. Posteriormente, es Aristóteles en su obra sobre el alma quien hace la comparación de la mente humana con una tablilla de cera en la que nada hay escrito.

Más tarde, muchos autores escolásticos recogen esta idea de Aristóteles para proclamar la célebre frase: “Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu”, es decir: “nada hay en el entendimiento que no estuviese antes en los sentidos”.

El empirista inglés, Locke, también consideró que el alma es “como una tabla rasa, horra de caracteres y sin ninguna idea”, opinión combatida por Leibniz a quien se debe la corrección de la frase antes mencionada de que nada había en el entendimiento que no estuviese antes en los sentidos, añadiéndole: “salvo el propio entendimiento”.

Esta opinión podría explicarse también diciendo que cuando el ser humano nace no trae en la mente o en el entendimiento nada genéticamente

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