EL SUJETO

sabe. Aquí, el profesor pasa a ser un mediador que cree, que tiene confianza en el alumno y le ayuda a avanzar. Es un orientador, un guía, un cuestionador en el sentido de preguntar permanente para desarrollar –como ya promovía Sócrates en la Grecia antigua- y que introduce al alumno en el aprendizaje. Esta acción de mediación permite al educando descubrir significados a partir de un aprendizaje adaptado a su saber, a su capacidad y a las posibilidades de su aplicación.

En este aspecto, Escaño y Gil De la Serna (1994), señalan que “en una situación de aprendizaje escolar, lo que aprende el alumno es, so¬bre todo, producto de una decisión planificada e intencional por parte del profesor que tiene que poner los medios a su alcance para que el aprendizaje del alumno se produzca. El aprendizaje siempre lo va a realizar el alumno, pero es en el proceso de enseñanza-aprendizaje, donde se plantea la necesidad de hacerlo y se procura la ayuda para que se consiga”.

Por este motivo, entendemos que la educación sólo se comprende en cuanto privilegia la atención de la persona humana y propende a su desarrollo integral y, por todo ello, consideramos imprescindible estudiar el desarrollo de los alumnos según las teorías de los autores más destacados en la materia para así entender desde diversas perspectivas la evolución del alumnado como ser humano, y lograr ser capaces de adaptarnos a su evolución como personas para ayudarles y facilitarles el camino del aprendizaje.

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