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Sujeto


Enviado por   •  4 de Junio de 2014  •  Tesis  •  5.201 Palabras (21 Páginas)  •  230 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Fuertes debates se plantean actualmente frente a las condiciones o circunstancias en las que se encuentran los niños hoy. Ya no es el sujeto – objeto característico de la Edad Antigua y la Edad Media, al cual se lo maltrataba, despreciaba, abandonaba, se le negaba su existencia, sino que, ya desde la Modernidad, este “objeto” pasa a ser un ser al cual se le debe brindar amor, atención, protección, cuidados, dedicarle tiempo, y, ya en nuestro días, se considera a la niñez como una etapa en crecimiento que se construye en base a las características propias de la época, es decir, que es un resultado socio – histórico – político – cultural, lo que desencadena una tensión con la relación que se da con sus adultos, ya que se pone en tela de discusión lo que respecta a los límites y deseo o necesidades del niño.

La infancia debe estar contextualizada, desnaturalizada, ya no es una etapa por la cual el niño transita, e observa desde un punto de vista social, político, histórico, económico. Por esta razón consideramos importante retomar nociones o ideas de infancia durante los siglos XIX y XX en Argentina, y de esta manera poder comprender lo cambios y fluctuaciones que ha sufrido la infancia en estos siglos; teniendo en cuenta que Domingo Faustino Sarmiento influyo en las grandes modificaciones de la educación nacional, modificando de esta manera la concepción de niño.

DESARROLLO

En la etapa fundacional de la historia moderna de la educación argentina en la que se configura el dispositivo de la instrucción pública, se desplegó una concepción moderna de infancia construida por Sarmiento que sobreimprime todos los discursos educativos posteriores y que es portadora de una política cultural generacional.

La niñez comenzó, entonces, a ser objeto de institucionalización estatal y de un proceso de disciplinamiento social. La escuela pública, situada como bisagra entre la familia y el Estado, tuvo un gradual consenso respecto de su eficacia para garantizar el pasaje de la Argentina a un horizonte de modernidad y progreso. Paralelamente, la niñez y la infancia comenzaron a ser objeto de un saber especializado, la pedagogía, que a la vez que dio lugar a la profesionalización de la enseñanza y dotó de sentidos técnicos a la identidad del alumno.

Domingo Faustino Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en una casadel barrio Carrascal, uno de los más humildes de la ciudad de San Juan, capital de la provincia. A la edad de 15 años, siendo un niño aun, comenzó como maestro, enseñando las primeras letras a chicos y grandes en San Francisco del Monte de Oro, en la provincia de San Luis. Fundador en San Juan del Colegio de Santa Rosa.

La figura de Sarmiento fue un pilar fundamental en la Historia de la Educación Argentina con sus ideas revolucionarias. Estas ideas se iniciaron durante su estadía en Estados Unidos.

Su pasión era la de educar al pueblo entero y no considerar a la educación como un privilegio de un sector de la sociedad. Así es que en 1849 publicó “Educación Popular”, donde sintetizó las experiencias recogidas en Estados Unidos y Europa.

En 1867 definió su destino con estas palabras: “ante todo, he sido durante mi vida, maestro de escuela, cualquiera que fuese el puesto que ocupase, hasta el más encumbrado; hoy, representante de la República Argentina, sigo siendo, principalmente, maestro de escuela, y si mis conciudadanos me honraran con su voto seré siempre maestro de escuela”.

Asume la presidencia el 12 de octubre de 1868. Desde ese instante se preocupó por la difusión popular de la enseñanza, para que la educación llegara inclusive a los lugares más bajos de la sociedad, con lo que creía que solucionaría en buena medida los conflictos y crisis sociales que tenían al país.

Ya presidente de la nación, decidió verificar la realidad al promover el primer Censo Nacional en 1869. Entre los datos se destacaba que el 82% de la población era analfabeta, y que la gran mayoría de los niños no concurría a escuela. Para que ellos pudiesen acceder a la educación consideraba que se debían emplear recursos del Estado, no sólo para el pago de los maestros sino para crear infraestructura. También para ampliar la enseñanza se necesitaba formar docentes.

Así fue que convocó a 67 maestras de distintos lugares de Estados Unidos, quienes se trasladaron a la Argentina. Esta forma de promover la educación, se reprodujo en otras áreas de la ciencia y de la cultura, como la Escuela Normal de Paraná para formar docentes y el Observatorio Astronómico Argentino en Córdoba entre otros.

Se impulsó la construcción de edificios destinados específicamente para la enseñanza. Sarmiento optó por aulas espaciosas y no gran cantidad de alumnos por curso para evitar “perturbaciones, mal estar y distracciones”. Más allá de las Escuelas Normales y Nacionales, crecieron los establecimientos educativos en todo el país. En los 6 años de su presidencia se crearon 800 escuelas y concurrieron 30.000 alumnos. Sarmiento impulsó la educación primaria, a la vez que amplió el alcance de la educación secundaria creando nuevos Colegios Nacionales en Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy, Catamarca y Corrientes.

También fundó en 1869 el Colegio Militar y en 1872 la Escuela Naval para dar técnicas náuticas en la escuadra. Creó la Academia de Ciencias signando a sus miembros la tarea de explorar el territorio de las especies botánicas y minerales. Dotó a los establecimientos de enseñanza de material didáctico, gabinetes de física, laboratorios y colecciones de historia natural. Creó bibliotecas populares y subvencionó la publicación de todo libro útil. Estableció la primera escuela de minas y las primeras cátedras de instrucción cívica. Estableció cursos nocturnos en las escuelas y organizó sesiones de lecturas públicas en los colegios. Su concepción de le educación tuvo como característica principal su constante preocupación por adoptar las mejores soluciones de la pedagogía extranjera a las necesidades culturales del país.

A la educación, Sarmiento, le dio un carácter,considerándola fuerza capaz de sacar al país de la barbarie, hacer libres a los hombres con plena conciencia de sus derechos. Para él, la educación era la medida de la civilización de un pueblo, abría a la conciencia de la participación ciudadana y era la base para el desarrollo de la democracia:“no hay República sino bajo esta condición y la palabra democracia es una burla donde el gobierno descuida formar al ciudadano moral e inteligente”. Tal vez por su fanatismo al proceso civilizatorio anglosajón o por su pensamiento liberal no aplicó el poder de redención de la educación a indios y gauchos. No creía que actuaría sobre ellos y prefería

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