El Miedo A La Soledad Y El Precio Que Tenemos Que Pagar Para No Estar Solos
letzly13 de Mayo de 2015
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miedo a la soledad y el precio que tenemos que pagar para no estar solos
Todos, en algún momento, sentimos miedo o temor ante algo. El enamorado, frente a la amenaza muda de perder el amor de su pareja, el miedo a ser rechazados socialmente, el miedo a no saber elegir una profesión. Son temores que nos aprisionan día a día. Son situaciones en las que cada persona está angustiada, pero en estos casos en los que la angustia desaparecerá cuando desaparezca el motivo real que la generó. Pero hay otros momentos en que estamos angustiados y no sabemos realmente el por qué. Si el temor o el miedo está en la realidad puedo huir de él, pero ¿cómo escapar de la angustia que proviene de mí misma? No puedo escapar de mí misma. Hablando psicoanalíticamente como escapar del miedo q proviene de mi ello.
La angustia es una señal, una brújula para la vida psíquica. Si no nos cuestionamos nada sobre ella, esa señal se abre paso no sólo hasta el cuerpo en forma de síntomas, sino también hasta los objetos que nos rodean, hasta el mundo que habitamos. Cada persona, para no sentir angustia, es capaz de ponerse enfermo. Enfermo de neurosis. O generar una fobia. O una neurosis obsesiva. Y este hecho es, porque el ser humano tiende a escapar de la angustia, y en esa tendencia estropea cosas, empezando por su cabeza y siguiendo por el mundo que le rodea.
Una de las características fundamentales de la existencia humana es la conciencia de la soledad y separación que surge de la propia individualidad. Esta inevitabilidad de la separación humana, sin la reunión por el amor, es la fuente de la vergüenza, la angustia y la culpa. La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la de superar su estado de separación, la de abandonar la prisión de la soledad. El fracaso absoluto en el logro de tal finalidad significa la locura, en la que el pánico al aislamiento total se vence por un retraimiento radical del mundo exterior, de forma que el sentimiento de separación con el mundo se desvanece, porque el mundo exterior ha desaparecido, en ese estado de subjetividad. Erich Fromm (1976)
El problema de cómo lograr unión es el mismo en el hombre de todos los tiempos, difiriendo las respuestas concretas según varía el grado de individualización alcanzado por la persona. En el niño, el “yo” apenas se ha desarrollado, y el pequeño se siente uno con su madre. Sólo en el grado en que el niño desarrolla su sensación de individualidad, la presencia física de la madre deja de ser suficiente y surge la necesidad de superar de otras maneras la separación.
La infelicidad es el precio que pagamos para ser libres
Freud (1930) En el texto malestar en la cultura señala que existen tres fuentes del humano sufrimiento: la supremacía de la naturaleza, la caducidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, el estado y la sociedad. Sobresale de este planteamiento el tercer aspecto, para entender que la enfermedad en tanto malestar y sufrimiento es el precio que el hombre debe pagar por vivir en sociedad, condición única de existencia a lo humano.
Cada persona tiene un mal que le aqueja pero la mayoría preferimos vivir con el malestar con el fin de estar dentro de una sociedad o de un grupo de iguales a estar solos. La religión es una forma más de establecer lazos de parentescos o de iguales, buscamos a dios para justificar los males que cada uno de nosotros hacemos pero más importante aún creamos a dios para no estar solos.
¿Qué es lo que dirán? La mayoría de los seres humanos vivimos con esa incertidumbre de pensar que es lo que la sociedad diría, que nosotros como seres pensantes no siguiéramos los dogmas o normas constituidas en la sociedad. Por ende tenemos a realizar actos que son aceptables para la sociedad como lo es el hecho de formar una familia, tener una
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