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El carácter nacional mexicano


Enviado por   •  7 de Febrero de 2014  •  Ensayos  •  7.273 Palabras (30 Páginas)  •  257 Visitas

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CA PÍTulo 1

De por qué los mexicanos rechazan los rascacielos y son malos para el futbol

El carácter nacional mexicano y sus rasgos más sobresalientes deben colocarse en el caldero de similitudes y diferencias respecto

a otros países, en principio para que sirvan como una herramienta comparativa inicial que subraye actitudes y prácticas que unen a los mexicanos y que los distinguen de los demás. Se podría empezar, como lo haremos aquí, por la prueba anecdótica de una tragedia mexicana que conocen “todos los que aman y quieren al futbol”, aunque sea inconscientemente.

Durante los Juegos olímpicos de 2008 en Beijing, Juan Vi- lloro, uno de los miembros más distinguidos de la narrativa mexi- cana y también un notable analista deportivo, escribió un artículo sobre un dato mult icitado respecto al desempeño atlét ico de México. Villoro se lamentaba de que, una vez más, México ha- bía fracasado en las olimpiadas, pero un poco menos brutalmente en los deportes individuales que en los colectivos. las únicas dos competencias en las que México —un país de 112 millones de ha- bitantes, y un pib per cápita de casi 15 mil dólares en Paridad de Poder de Compra (ppc) en ese momento— sacó medallas fueron en Tae Kwon Do y clavados, deportes individuales por definición (por cierto, fueron dos de oro en Tae Kwon Do y una de bronce en clavados).1

En su artículo, Villoro reformulaba una conclusión empírica- mente demostrable que Alan Riding ya había anotado en su clásico

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de 1985, Vecinos distantes. “El mexicano —se lamentaba— no es ju- gador en equipo: en los deportes sobresale en el box, pero no en el futbol*; en el tenis, pero no en el basquetbol.”2 Riding se refería a un puñado de boxeadores estelares del pasado (Rodolfo Casanova, Kid Azteca, Vicente Zaldívar, Rubén olivares y Pipino Cuevas) y, de modo profético a Maromero Páez y Julio César Chávez, así como a las estrellas de tenis Rafael osuna y Raúl Ramírez de los años sesenta y setenta del siglo XX. Pudo haberse referido también a otro deporte individual —aunque no todos estarían de acuerdo con el apelativo “deporte”— en el cual sobresalen los mexicanos. Me re- fiero, por supuesto, al toreo, donde México reta constantemente a España. Desde el momento en que el antiguo corresponsal del New York Times escribió esta generalización lapidaria, los mexicanos no han hecho más que comprobarla. México nunca ha llegado más allá de los cuartos de final en los Mundiales de futbol, a pesar de ser el único país “tercermundista” en haberlo albergado dos veces; nunca ha generado un número de estrellas en las ligas mayores de béisbol comparable a la República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela o ahora Cuba, a pesar del éxito de Beto Ávila en 1954 con los In- dios de Cleveland, o de Fernando Valenzuela en 1981 con los Dod- gers de los Á ngeles. los mexicanos siempre han dado malos resultados en las competencias internacionales de béisbol, incluyendo las olimpiadas. Somos casi siempre superados en la Serie del Caribe como en el Mundial de béisbol, a pesar de ser, comparativamente, un país mucho mayor y más rico que muchos de los contendientes.

Nuestros dos atletas más sobresalientes de los años ochenta, noventa y principios del siglo X XI —Hugo Sánchez y A na Ga- briela Guevara— fueron estrellas individuales que brindaron gran-

des alegrías, pero sólo ellos. En general los deportistas del país han

* Vale la pena recordar que el nombre oficial del futbol en el mundo es “futbol asociación”.

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seguido decepcionando a sus seguidores en cada torneo internacio- nal de futbol y en cada olimpiada. Desde los juegos de 1900 —los primeros en los que participó México— se han ganado un total (lamentable) de 55 medallas, de las cuales 47 se otorgaron a com- petidores en deportes individuales y sólo 8 a deportes colectivos.3

Para el año 2010, la única atleta de clase mundial era la golfista lorena ochoa, una competidora altamente individualista, en un deporte individual por excelencia.

las ligas de futbol de Sudamérica, fundadas a finales del siglo XIX y a principios del XX, fueron traídas al Nuevo Mundo por los ingleses y copiaron muchos de sus rasgos. Equipos como River Plate (fundado en 1901) y Boca Juniors (1905) en Buenos Aires; Pe- ñarol (1913) en Montevideo; Colo-Colo (1925) en Chile; Palmeiras (1914), Flamengo (1895) y Santos (1912) en Brasil funcionaban como clubes sociales. Todos tenían miembros, algunos con más influen- cia que otros; algunos incluso podían desarrollar allí una carrera no futbolística, y gozaban de accesos gratuitos o con descuentos considerables a los partidos. Pero contaban con muchos más bene- ficios: instalaciones deportivas, actividades sociales (de procuración de fondos, por ejemplo), escuelas especiales para los miembros del club y ligas de futbol infantiles. En pocas palabras no eran meros equipos deportivos, sino clubes sociales donde los inmigrantes (en su mayoría italianos en Argentina, uruguay y Sao Paulo) interac- tuaban y fungían como sociedades de autoayuda.4

En México prácticamente nunca ocurrió lo mismo, al menos hasta hace poco, y a duras penas. los equipos de futbol mexica- nos más antiguos, el América y el Necaxa en la ciudad de México, o el Guadalajara (fundado en 1906, aunque el futbol profesional empezó sólo en 1943), eran sólo eso: equipos de futbol. No ha- bía miembros, ni beneficios, ni mucho menos redes y actividades sociales. Tan es así, que varios equipos se mudaron de ciudad. A lo sumo, había porras más o menos organizadas que ocupaban

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asientos especiales en los estadios. Sólo en los últimos años algunos equipos (el América y el Guadalajara fundamentalmente, y antes los Pumas, fundado como equipo profesional en 1954, o hace un siglo en los casos de Atlas y de Pachuca) crearon algo ligeramente similar a los equipos

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