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El flechador del Sol


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  667 Palabras (3 Páginas)  •  318 Visitas

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El flechador del Sol

(Relato mixteca)

Fue la legendaria cuidad de Achiutla donde nació un hombre llamado Yacoñooy, también conocido como Mixtecatl.

Cuando Mixtecatl creció, se convirtió en un valeroso y audaz guerrero que cierto dia, armado con su arco, su saeta y su escudo decidió salir a conquistar tierras. Por mucho tiempo caminó sin rumbo fijo. Por días y días no descanso un instante, aunque se sentía cansado y abrumado por el calor; más aun impulsado por una fuerza misteriosa, proseguía su caminata hasta que llegó a una vasta y deshabitada extensión donde no halló nada que estorbara su paso. Solo el sol brillaba esplendoroso como dueño y señor de aquellas tierras; tierras que yacoñooy codicio para el por hermosas. Y como no encontró guerrero con quien medir sus armas y juzgando que el astro del día era el señor de aquellas tierras, preparo su arco y dirigiéndose al cielo exclamo: ¡Eh tu, señor de la tierra¡ mide tus fuerzas conmigo y dispara tu arco que algunos e los dos debe morir; porque eh decidido que solo uno de nosotros puede ser el dueño absoluto de estas tierras tan hermosas. Y luego, en son e reto, si dispuso a lanzar sus dardos, no sin tratar de dar tiempo a su enemigo a ´preparase para el duelo, como si en verdad el señor sol fuera a dar batalla. Era la hora del crepúsculo vespertino y el cielo se fue matizando de rojo. Yacoñooy, impasible, contemplo al sol que se hundía tras las montañas, y como las nubes en ese instante se tiñeran mas intensamente de rojo, exclamo dando gritos de triunfo:

¡Te eh vencido, Te eh vencido¡ la fuerza de mi brazo te ah causado la muerte.

Tras esos cerros estas herido; no volverás a ser el dueño de estas tierras. Lastima que no pueda contemplarte revolcándote en tu propia sangre. ¡Que diera por verte morir a mis pies! El valiente mixteca espero en silencio latiéndole apresuradamente el corazón. Tal vez la última flecha de su enemigo podría ser disparada a traición, mas como el tiempo pasara y el señor Sol no daba señales de vida, entendió que su enemigo había dejado de existir y gritó:

-¡He dado muerte al Sol, señor de estas tierras!, y por derecho de conquista ahora sólo yo soy su dueño. Yo he matado al Sol, mi rival, mis flechas transpasaron su corazón. ¡El señor Sol esta muerto, muerto! Y son mías, solo mías estas tierras, y con la vida pagará aquel que me las quiera disputar.

Y seguro de su victoria, señoreó con su triunfo todo cuando alzaba su mirada.

Poco tiempo después las tierras que fueron del señor Sol, los hermanos de raza de Yacoñooy fundaron Talantongo.

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