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Ensayo Valores Éticos Y Morales En La Familia.


Enviado por   •  6 de Mayo de 2013  •  11.064 Palabras (45 Páginas)  •  2.208 Visitas

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Actualmente nos enfrentamos a un flagelo que nos deteriora en todas las esferas sin distingo de raza, color, sexo ó condición social. Estamos hablando de la pérdida de los valores éticos y morales.

En el hogar es donde se debe inculcar la práctica de los valores, iniciando con el amor y el afecto de padres hacia sus hijos, como el respeto, la tolerancia entre los miembros de la pareja. La responsabilidad que tienen los padres para con sus hijos es elemental en la formación de la personalidad que va a demostrar en el futuro.

Por otra parte la misión de la escuela como entidad formal en la educación constituye fortalecer aquellas conductas positivas que tienen los niños ó jóvenes y corregir aquellas que vayan en contra de su dignidad como persona.

El simple hecho de saludar cuando se llega a un lugar, respetar la vida propia como la de los demás, sensibilizarse con la necesidad que tienen las personas, como entender que pueden existir personas con formas de pensar diferentes a las nuestras y que podemos buscar puntos medios para fortalecer la convivencia armónica entre las partes, entonces podremos estar seguros que nuestras conductas favorecen la formación de una cultura de paz.

http://www.educapanama.edu.pa/aritculos/los-valores-%C3%A9ticos-y-morales

Los valores son producto de cambios y transformaciones a lo largo de la historia. Surgen con un especial significado y cambian o desaparecen en las distintas épocas. Por ejemplo, la virtud y la felicidad son valores; pero no podríamos enseñar a las personas del mundo actual a ser virtuosas según la concepción que tuvieron los griegos de la antigüedad. Es precisamente el significado social que se atribuye a los valores uno de los factores que influye para diferenciar los valores tradicionales, aquellos que guiaron a la sociedad en el pasado, generalmente referidos a costumbres culturales o principios religiosos, y los valores modernos, los que comparten las personas de la sociedad actual

El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría el papel que le ha tocado desempeñar en la familia. Al hablar de familia podemos imaginar a un grupo de personas felices bajo un mismo techo y entender la importancia de la manutención, cuidados y educación de todos sus miembros, pero descubrir la raíz que hace a la familia el lugar ideal para forjar los valores, es una meta alcanzable y necesaria para lograr un modo de vida más humano, que posteriormente se transmitirá naturalmente a la sociedad entera...

El valor de la familia va más allá de los encuentros habituales e ineludibles, los momentos de alegría y la solución a los problemas que cotidianamente se enfrentan. El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría el papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar, desarrollo y felicidad de todos los demás.

Formar y llevar a la familia en un camino de superación constante no es una tarea fácil. Las exigencias de la vida actual pueden dificultar la colaboración e interacción porque ambos padres trabajan, pero eso no lo hace imposible, por tanto, es necesario dar orden y prioridad a todas nuestras obligaciones y aprender a vivir con ellas. Debemos olvidar que cada miembro cumple con una tarea específica y un tanto aislada de los demás: papá trabaja y trae dinero, mamá cuida hijos y mantiene la casa en buen estado, los hijos estudian y deben obedecer.

Es necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos. En un ambiente de alegría toda fatiga y esfuerzo se aligeran, lo que hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega gustosa en beneficio de nuestros seres más queridos y cercanos.

Lo primero que debemos resolver en una familia es el egoísmo: mi tiempo, mi trabajo, mi diversión, mis gustos, mi descanso... si todos esperan comprensión y cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás? Si papá llega y se acomoda como sultán, mamá se encierra en su habitación, o en definitiva ninguno de los dos está disponible, no se puede pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir tiempo con los demás.

La generosidad nos hace superar el cansancio para escuchar esos problemas de niños (o jóvenes) que para los adultos tienen poco importancia; dedicar un tiempo especial para jugar, conversar o salir de paseo con todos el fin de semana; la salida a cenar o al cine cada mes con el cónyuge... La unión familiar no se plasma en una fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños detalles de cariño y atención, sólo así demostramos un auténtico interés por cada una de las personas que viven con nosotros.

Otra idea fundamental es que en casa todos son importantes, no existen logros pequeños, nadie es mejor o superior. Se valora el esfuerzo y dedicación puestos en el trabajo, el estudio y la ayuda en casa, más que la perfección de los resultados obtenidos; se tiene el empeño por servir a quien haga falta, para que aprenda y mejore; participamos de las alegrías y fracasos, del mismo modo como lo haríamos con un amigo... Saberse apreciado, respetado y comprendido, favorece a la autoestima, mejora la convivencia y fomenta el espíritu de servicio.

Sería utópico pensar que la convivencia cotidiana estuviera exenta de diferencias, desacuerdos y pequeñas discusiones. La solución no está en demostrar quien manda o tiene la razón, sino en mostrar que somos comprensivos y tenemos autodominio para controlar los disgustos y el mal genio, en vez de entrar en una discusión donde por lo general nadie queda del todo convencido. Todo conflicto cuyo resultado es desfavorable para cualquiera de las partes, disminuye la comunicación y la convivencia, hasta que poco a poco la alegría se va alejando del hogar.

Es importante recalcar que los valores se viven en casa y se transmiten a los demás como una forma natural de vida, es decir, dando ejemplo. Para esto es fundamental la acción de los padres, pero los niños y jóvenes -con ese sentido común tan característico- pueden dar verdaderas lecciones de cómo vivirlos en los más mínimos detalles.

En una reunión pasó un pequeño de tres o cuatro años de edad frente a un familiar adulto, después de saludarle en dos ocasiones y no recibir respuesta, se dirigió a su madre y le preguntó: "¿Por qué

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