Envidia Al Pene
karitopx7 de Agosto de 2014
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INTRODUCCIÓN
En el siguiente seminario se desarrolla y evidencia, mediante una línea argumentativa, la vitalidad contemporánea de ciertos conceptos fundamentales de la teoría de Freud sobre “la envidia al pene”. Se cuenta en el trabajo con una formulación de preguntas que guiarán nuestra línea argumentativa y la reflexión que implica tratar este tema.
Entre las preguntas, se encuentra un cuestionamiento sobre si la teoría de Freud, y en forma más específica, su concepto de “envidia del pene” está determinado por la época victoriana en la cual se encontraba. Bajo esta duda, se quiere reflexionar sobre los elementos culturales que influyeron en la formulación de la teoría, y junto a esto, contrastar con la época contemporánea. Como consecuencia de esta comparación, una reflexión sobre los posibles elementos que todavía se manifiestan y cuáles serían los cambios. Así se obtendría un razonamiento en cuanto a variación versus estabilidad, lo que implicaría pensar sobre bases o fundamentos esenciales de la “envidia al pene”, aplicables a los valores culturales de hoy.
Por otro lado, se pregunta acerca de cuáles son las respuestas de las teorías feministas liberales frente a la teoría freudiana y su descripción de la feminidad. Acá el cuestionamiento apunta a cuáles son las divergencias, en cuanto al lugar que ocupa la mujer socialmente hablando en la teoría. Se alude a interpretaciones de las suposiciones Freudianas en contraste con la conducta de la mujer y la posición que debiese tener esta en comparación con el sexo masculino.
Por último, mediante teorías posmodernas, se interroga la posibilidad de que, incluso tras de las teorías feministas liberales, siga existiendo el falocentrismo criticado de las teorías psicoanalíticas freudiana. Dado lo anterior, se incluyen visiones alternativas para la construcción de una identidad femenina y el desarrollo de su posición en la sociedad en base a su propia subjetividad y no en comparación a la falta o al sexo masculino.
En cuanto a la relevancia teórica que implica ahondar en el tema elegido, se reflexiona en torno a la teoría freudiana y su capacidad de describir los roles de género actuales mediante sus conceptos como envidia del pene y concepción de feminidad. Por otro lado, se procede a realizar una discusión en torno a las respuestas y críticas realizadas por las feministas liberales, las cuales en un primer momento luchar por la igualdad de derechos, alejando la diferencia entre ambos sexos, lo cual ha sido argumento para la subordinación femenina. Finalmente, se incorpora visiones feministas posmodernas, las cuales hace un énfasis en recalcar la diferencia que existe ente hombre y mujer, y que la tarea de esta última consiste en el descubrimiento de su identidad, pero ahora no en base a una visión falocéntrica, sino que partiendo de su propia subjetividad.
Se eligió el tema de la envidia al pene debido al interés por entender los roles de género contemporáneos situados en nuestra sociedad occidental y si era posible rescatar ciertos temas trabajados por Freud que se han mantenido inmutables en el tiempo, los cuales podrían ser tomados como moldes para comprender los roles femeninos actuales. Estamos conscientes del profundo cambio al cual se vieron afectados los roles con el paso del tiempo llegando a un punto de la equidad laboral y sexual, aunque muchas veces cuestionable. Debido a esto, se sumó a nuestro interés por dilucidar la crítica a la teoría Freudiana que asegura que fue el factor ambiental, vale decir la época victoriana, la que le dio su fundamento y pertenencia respecto a la sexualidad, la cual se desarrollaba de manera resguardada y discreta. Bajo un estudio riguroso de la bibliografía y las posibles conclusiones que se extraiga de esta, se pretende buscar ciertos puntos o ejemplos del trabajo de Freud que puedan ser trasladados a nuestra sociedad y cuya validez se mantenga intacta, de no ser el caso buscamos la modificación en ciertos matices de la teoría para que se adapten a los roles de género actuales o generen vías para el descubrimiento real de ambas identidades de género sin caer en el tan criticado término falocéntrico.
DESARROLLO
1-Posición de la mujer en la teoría de Freud y la influencia victoriana
De acuerdo a Vera-Gamboa (1998), la sexualidad es un fenómeno que varía de un contexto histórico a otro, lo que provoca que su percepción varíe en los diferentes tiempos. En lo que respecta al siglo XV, en Europa comienzan las primeras enfermedades de transmisión sexual, lo cual fue considerado un castigo divino por motivo de los excesos sexuales. Dado lo anterior, en el siglo XIX surge la época victoriana, donde las conductas sexuales que no tuvieran como fin la reproducción eran reprochadas e indebidas. En lo que respecta a la mujer, ella sólo debía soportar el sexo y no disfrutarlo, lo que la obligaba a sentir culpa y miedo o si no corría el riesgo de morir joven. La difusión de estos mitos era por medio de los médicos, lo que plasmaría la moral burguesa y la mayor represión sexual de la época. Es bajo este contexto en que Freud comienza a crear su teoría como forma de responder a las rígidas normas victorianas.
Si bien la perspectiva que Freud demuestra en sus escritos es una respuesta bastante liberal a la represión sexual que se vivía, es importante mencionar que el autor no es capaz de desligarse totalmente de esa cultura en la cual estaba inmerso, ya que refleja ciertos matices victorianos en sus textos, sobre todo en lo referente a la posición de la mujer. Freud (1931) declara que el complejo de castración de la mujer la induce a reconocer la pérdida del pene y reconocerse como inferior al hombre. Por otro lado, Freud expresa (1933) que para configurar su feminidad, la mujer debe abandonar toda característica masculina como la masturbación, lo que lleva a renunciar a la actividad, lo que finalmente provocaría que el deseo del pene que la madre le denegó a la hija, sea buscado en el padre y, posteriormente, en el hijo que tendría. Según lo anterior, la feminidad se cumpliría bajo la posición de madre, mediante la cual se obtendría el pene anhelado.
La perspectiva freudiana de la mujer demuestra cierta inferioridad, la cual ya se percibía en la época victoriana al destacar su impedimento de manifestar goce en las relaciones sexuales. En los textos de Freud, se expresa la feminidad como aquella donde se abandona la actividad masculina y sólo se puede obtener una posición (o el pene) mediante el cumplimiento de ser madre de un varón. Ante esto, Garriga (2010) manifiesta que esta perspectiva sólo contribuía a perpetuar la dominación masculina con respecto a la manera en que se debían organizar las familias y en cómo debía ser el desarrollo psicosexual. Dado lo anterior, la visión sobre la posición femenina en esta teoría estaría claramente sujeta a la perspectiva masculina impregnada del contexto victoriano y las represiones sexuales de ese momento, sobre todo del femenino.
En 1905, Freud menciona que la envidia del pene se desarrollaría en la primera infancia por motivo de luchas interiores de la niña al no tener genital masculino, llevando al complejo de castración. Sin embargo, esta diferencia anatómica no sólo traería consecuencias para la niña, sino que el mismo niño varón, caería en cierto menosprecio por el sexo contrario. Según lo anterior, Freud (1923) comenzaría desarrollando la idea de que para los niños sólo existiría un genital (pene), el cual daría cierta posición más alta frente al resto, por lo que la niña tendría envidia de este al darse cuenta que no lo posee o que aún no ha crecido. De acuerdo a Freud (1923), la creencia de la existencia de sólo un genital no sólo desarrollaría la percepción de una diferencia entre la niña y el niño, sino que este último mostrará menosprecio, ya que la supuesta castración se la adjudicará a personas despreciables por motivo de la amenaza que al niño se le había impuesto anteriormente. De acuerdo a esto, si bien las mujeres en su totalidad aún no se encuentran enlazadas a la falta de pene, quienes hayan sido reconocidas compartirían mencionada despreciabilidad, lo que indica la gran diferencia que tiene el hecho de tener o no pene.
Posteriormente, Freud (1924) menciona que luego de ciertos conflictos, la niña pequeña pasaría de desear el pene del hombre a desear el del hijo, por lo que esta inferioridad y celos por su anatomía sexual sería contrapuesta con el ser madre de un varón. Si bien se puede percibir una reivindicación de la inferioridad, esto es sólo por la idea de que siendo madre de un varón ayudaría a alcanzar cierta posición, ya que de esta manera se obtendría el pene. Sin embargo, Horney (en Garriga, 2010) menciona que lo que realmente envidiaba la mujer en aquella época era la posición de status del hombre y no su genital, por lo que más que el pene del hijo, lo que elevaría a la mujer sería su rol de madre, siendo esta una posición más venerable.
En 1925, Freud plantea que el complejo de Edipo tendría la tarea de inhibir la masculinidad para que la niña se limite a desarrollar la feminidad, consecuencia que se desarrolla por la castración consumada de esta y la envidia del miembro que se perdió. Por otro lado, manifiesta que a la niña le falta un motivo para el sepultamiento del complejo de Edipo, lo cual explicaría que el superyó no sea implacable ni independiente de lo afectivo en la mujer. Dado lo anterior, resulta a lo menos curioso lo que el autor entiende por feminidad, ya que esto implicaría cierta inhibición de su desarrollo (la parte masculina atrofiada) para lograrla. Según esto, Bourdieu
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