Factores Psicosociales de la Vida Adulta (Amalio Blanco Abarca)
SHUAMPI25Informe4 de Agosto de 2022
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Factores Psicosociales de la Vida Adulta (Amalio Blanco Abarca)
Introducción
La siguiente podría ser la radiografía de millones de personas a partir aproximadamente de los 25 años: finalización de estudios o de cualquier proceso de aprendizaje profesional- búsqueda de un trabajo seguro- establecimiento de una relación de pareja (noviazgo- compromiso social y legal (matrimonio)- nacimiento de uno o varios hijos (paternidad)- etc. Ahora bien, por frecuente y reiterada, esta radiografía se nos suele escapar en sus aspectos más importantes y decisivos para el individuo.
Estos hechos posibles de acontecer, supone un giro importante en el estatus social de una persona, en sus roles y consecuentemente, en su red de relaciones sociales, en sus actitudes, comportamientos y en definitiva en su personalidad en tanto modo de encarar la vida. Pues las cosas de ahora en más nunca volverán a ser como antes! El periodo de la madurez se asienta fundamentalmente aunque no exclusivamente, sobre 3 eventos◊ Pareja - Parentalidad- Trabajo. En torno a ellos, se va hilvanando la vida cotidiana con su rutina, sabores y sinsabores. A veces este tranquilo devenir puede verse bruscamente interrumpido por algún acontecimiento inusual cuyo alcance puede ser individual o colectivo (lo que resulta de gran interés para las cohortes y generaciones).
Desde el punto de vista propuesto por el autor, la vida adulta está especialmente marcada por acontecimientos sociales, por cambios en la estructura de los roles, por demandas y exigencias que emanan sobre todo de las consecuencias que se derivan de la asunción de importantes tareas sociales, y también (aunque no con igual importancia) de capacidades y/o características biológicas.
El periodo de la madurez
1. Naturaleza social de la vida adulta
Definir la madurez como esa parte de la vida del individuo que se extiende entre los 20-25 años hasta los 60-65, constituye una primera y simple acepción, tan correcta como incompleta, puesto que el tiempo y la edad si bien tienen una naturaleza cronológica, y actúan como sistemas importantes de apoyo, casi nunca, y menos durante la vida adulta, actúan como determinantes o condicionamientos directos de los acontecimientos y actividades propias de tal periodo. Por lo tanto diremos que tiempo y edad poseen un significado sociocultural de mayor relevancia.
Son los aspectos sociales los que pueden dar la clave respecto a las características de la madurez, y lo son porque desde el punto de vista evolutivo, se hace énfasis en el alcance social de la edad, la concepción social del tiempo, el tiempo social como aquel conjunto de actividades que subrayan a las maneras en que una sociedad gradúa a las edades.
Entonces la madurez es el conjunto de actividades y eventos que se suceden a lo largo de una serie de años, sin que importe demasiado cuales o cuantos, que varían según las sociedades y los momentos de la historia. Vemos que no solo la edad o el tiempo cronológico es lo que marca este tipo de actividades, sino que también lo hacen la época o la sociedad en que toca vivir y la propia trama histórica y vital.
Finalmente, cualquier etapa del curso vital, especialmente la madurez, es fundamentalmente un estatus dentro de la estructura de edad de una sociedad, un estatus que se alcanza y evoluciona a lo largo de una serie de años muy variables según las culturas, los grupos sociales y las épocas históricas, pero que se caracterizan generalmente por la asunción de 3 grandes bloques de roles (que tienen que ver con la pareja, la Parentalidad y el trabajo) y un sinfín de roles secundarios menos sujetos a la normativa y expectativa social que los mencionados.
Se presentan las siguientes explicaciones para fundamentar tal hipótesis:
∙La edad es uno de los elementos esenciales de la compleja estructura y dinámica social.
∙Por tanto, el fenómeno de la edad se convierte en una construcción social y consecuentemente se vincula demasiado con la relatividad de la dinámica social.
∙Por ser un elemento clave en su estructura, toda sociedad ha ordenado, estructurado y estratificado los diversos grupos de edad, asignándole a cada uno funciones y cometidos específicos, en teoría imprescindibles para el funcionamiento y la supervivencia.
∙Cada miembro de una sociedad pertenece por derecho propio a uno de esos estratos, y por tanto ocupa una posición dentro de esa ordenación y estructura de edades.
∙A lo largo de su vida, el individuo va pasando por diversos estatus de edad en un triple proceso de separación del estatus antiguo, transición al nuevo e incorporación definitiva a él. De modo que va actuando según las demandas y exigencias asociadas cada rol, va cumplimentando las tareas de desarrollo propias de cada edad y va asumiendo las normas de edad. Todo esto hace alusión a una serie de evento que llegada cierta edad, se espera que se hagan y sucedan.
∙Estas prescripciones sociales, el contenido de las normas, roles y tareas se definen socio-históricamente, e incluso cada grupo social y cada época dan distintos contenidos a estos y las implantan en momentos cronológicos distintos. Cuando esto ocurre, entra en juego el fenómeno de la generación y la cohorte.
∙Es el proceso de socialización el encargado de mediar entre las personas concretas y los roles, siendo el responsable del aprendizaje de la ejecución de las acciones y conductas apropiadas al estatus de edad.
2. Fases y tareas en la vida adulta
Dada la complejidad de funciones, tareas y demandas sociales y su envergadura cronológica, existe una tendencia a dividir el periodo de la madurez en 3 grandes etapas:
1. Primera fase llamada ADULTEZ TEMPRANA ◊ Acontecen importantes cambios sociales en los ámbitos de la vida profesional y familiar, los cuales se resumen la apropiación de aquellos roles requeridos para la ejecución de una serie de tarea como: elección de compañero/a- comienzo de ocupación- aprendizaje en convivencia marital- paternidad- dirección del hogar- adquisición de responsabilidades físicas- localización de grupo social de pertenencia. En general, la vida del individuo gira en torno a 2 polos fundamentales: familia y trabajo.
El adulto joven, surge de la búsqueda de la identidad y la insistencia en ella, además está ansioso y dispuesto a fundir tal identidad con la de otros. Pues, está preparado para la intimidad, esto es la capacidad de entregarse a afiliaciones y asociaciones concretas y de desarrollar la fuerza ética necesaria para cumplir con tales compromisos, aun cuando estos puedan exigir sacrificios significativos.
La adquisición de nuevos roles tiene su traducción más personal y psicológica en la búsqueda de intimidad, en el miedo al aislamiento, en el desarrollo pleno de la genitalidad, entendida como mutualidad heterosexual y orgásmica. Finalmente, se asocia a esta etapa la afiliación y el amor como las dos grandes virtudes o fortalezas.
Resulta de interés fundamental esta fase, porque en la misma se producen los cambios más críticos y trascendentales en el estatus de edad del individuo, y con esto queremos decir que tal periodo, define realmente la madurez
Algunos autores localizan entre la adultez temprana y la adultez media un PERIODO DE TRANSICION especialmente crítico como consecuencia de la proximidad del Ecuador de la vida. Se lo entiende como un periodo propenso para echar vista atrás, una visión retrospectiva, y ver que ha sido de los sueños, ilusiones y proyectos anteriores, cuya pregunta central es ¿Qué he hecho de mi vida y que es lo que realmente quiero hacer con lo que resta de ella?
2. Segunda fase llamada ADULTEZ MEDIA ◊ Es la etapa de la generatividad, de la productividad y creatividad, de los más importantes logros intelectuales, de las mayores contribuciones en los ámbitos de la política, la diplomacia, el pensamiento, el arte, etc. Digamos que es el periodo en el que se consigue la plena autorrealización.
Entre los quehaceres más sustantivos de esta fase se encuentran: ayudar a los hijos en su crecimiento y prepararlos para la vida adulta- logro de responsabilidades sociales y cívicas- logro y mantenimiento de la motivación en el propio trabajo- desarrollo de actividades de ocio- relación más directa con la pareja- aceptación y ajustes a los cambios fisiológicos- percepción y atención ante la progresiva inactividad de los padres.
3. Tercera fase llamada ADULTEZ TARDIA ◊ Las descripciones sobre este periodo, con frecuencia incluyen características, tareas y eventos propios del anciano.
Erikson la considera como la octava y última etapa de la madurez, y como el fruto de etapas anteriores y la caracteriza por una seguridad y amor post narcisista del yo, por la aceptación del propio curso de vida como algo irrenunciable e insustituible, por la integridad del propio y único yo frente a la desesperación que pueda producir un incuestionable final.
El renunciamiento y la sabiduría serían las 2 fortalezas y virtudes más importantes de esta etapa.
Tareas más características: ajuste al declive físico- ajuste al retiro y la reducción de ingresos- ajuste a la muerte del cónyuge- establecimiento de una afiliación explicita con el propio grupo de edad- adopción de roles de una manera flexible- establecimiento de condiciones de vida cómoda.
Cabe mencionar que todos estos acontecimientos y eventos que suponen un paso adelante en la vida adulta y en tanto ritos que permiten iniciar una nueva experiencia (contraer pareja- formar la familia conyugal - el primer trabajo- la jubilación- etc.) se engloban bajo la denominación de “CRISIS NORMATIVAS” en el sentido de que conllevan ansiedad e incertidumbre frente a las nuevas y desconocidas demandas psíquicas y sociales que se ciernen sobre el individuo. El desarrollo, este paso de una etapa a otra, será siempre impregnado de una cierta tensión psicológica, lo que vendría a ser síntoma de evolución, de paso, de crecimiento, de maduración. Son normativas porque son experimentadas por la mayoría de miembros de una sociedad.
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