LA NUEVA BELLEZA: UN DEBATE PARA REFLEXIONAR SOBRE LAS PERSPECTIVAS DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL

Desde la perspectiva de la Psicología Social Psicológica, estudiaríamos como el impacto de los estímulos sociales han incidido en nuestros procesos psicológicos en la concepción de la belleza. Desde esta perspectiva, como diría Henri Laborit (1975), podríamos decir que nacemos biológicamente con cierta tendencia a sentirnos atraídos por unos rasgos particulares, sin embargo, aplicando la metáfora del barniz veríamos como la sociedad iría poco a poco moldeando estos gustos. De este modo se producirían ilusiones perceptivas que distorsionan la visión que tenemos de la belleza, por el hecho de estar expuestos a unos cánones divulgados por los medios de comunicación y la realidad social en la que vivimos, y por ello podríamos considerar gorda a una persona cuando sus tallas son normales. ¿Pero quién establece lo normal? ¿Qué significa estar gordo o ser bello?

En este sentido merece la pena hacer referencia al instinto de imitación, mecanismo mediante el cual los individuos interiorizan los valores, creencias, esquemas racionales. Así como a la sugestión, pues ambos fenómenos toman un papel relevante en la construcción y asimilación de la belleza de la persona. Tal y como decía Gustave Le Bon (1983) en su publicación La Psicología de las masas: “El individuo en una multitud es como un grano de arena que el viento mueve como quiere." Acercándonos al marco de la PSS, veríamos como el individuo asume la belleza según experiencias culturales internalizadas.

Como cualquier concepto relacionado con las acciones del ser humano, la belleza debe ser entendida siempre en el marco de un determinado contexto social. De este modo, la belleza, es más bien un fenómeno subjetivo, que puede variar no solo de un individuo a otro, sino entre culturas y épocas. Por ello, las anteriores cuestiones no pueden ser respondidas sin entender la gran importancia que tiene la sociedad en la interpretación del concepto de la belleza. Por tanto, como veíamos en el primer módulo, este carácter evolutivo y cambiante de la historicidad de los fenómenos sociales incide en la necesidad de dejar de considerar los fenómenos psicosociales como fenómenos universales prefijados.

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