La Formalidad De Los Efimero

Hoy me sorprendí cavilando sobre lo breve que suelen ser algunas cosas, durante el día encontré un artículo que adorna el título de este post y rematé viendo un programa de Gene Simmons en el que termina expresando –Dios, Crecieron tan rápido. Refiriéndose a sus hijos.

Sin lugar a dudas, en mucho de nosotros esta instalada la idea de que las cosas no son para siempre, pero también creo que a pesar de creer firmemente en ello, también tenemos la vaga esperanza de equivocarnos y que aquello que sabemos que no durará, se alargue más en el tiempo.

Ejemplos sobran: La madre que no quiere dejar de ver a sus hijos ni siquiera para que ellos aprendan en la escuela, los padres que trasladan a sus hijos a sus trabajos, aunque ellos tengan sus propias vidas, sin darles la oportunidad a que se desarrollen y experimenten otras emociones, los amores que no queremos dejar ir y queremos tenerlos por siempre, los juguetes, la ropa, la casa, el auto, el trabajo, etc..

¿A donde vamos entonces si sabemos que lo efímero cumple esa formalidad de ser breve y que es en ese espacio en donde principalmente abroga su encanto?

La respuesta es simple, si comparamos la vida con esa rigurosidad necesaria de saber que ésta termina en algún momento de nuestra existencia, que no existe momento alguno de conocer ese final predeterminado quien sabe por quien y quien sabe cuando. Si reconocemos que nuestra existencia perene no existe a menos que realicemos acciones que trasciendan sobre el castigo que suele representar el olvido.

La respuesta se vuelve compleja, cuando involucramos nuestra filosofía de las cosas del amor a lo viejo, a lo eterno, a lo prometido. Cuando desgarramos nuestro sentido absoluto de innecesaria libertad de aferrarse a lo inevitable.

Al final la efímera formalidad de la libertad se acostumbra en nuestros sentidos y se acomoda en nuestras almas y por momentos se nos olvida a lo que venimos y por momentos declaramos con ego escondido que lo realizado es producto de lo divino

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