La Gestalt Y La Percepcion Social
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LA GESTALT Y LA PERCEPCIÓN SOCIAL
10 de agosto
2011
La influencia de la Gestalt en el proceso perceptivo, la Percepción Social, análisis psicosocial del proceso (¿cómo se percibe?), relación de la percepción con otros procesos básicos. Apunte docente
Ps. Víctor Cabrera Vistoso
Mg. en Psicología Social Aplicada
Universidad de Santiago de Chile
1. LA GESTALT Y LA PERCEPCIÓN SOCIAL
1.1. La influencia de la Gestalt
En una primera etapa, la psicología de la Gestalt, se convirtió en el principal enfoque de la Psicología Social psicológica, donde sus principales aportes teóricos se desarrollaron principalmente, en torno a tres grandes líneas temáticas: la Percepción Social, la Influencia Social y la Consistencia Cognitiva. De esta forma, los fuertes vínculos que se establecieron con la Escuela de la Gestalt hicieron que la Psicología Social se mantuviera relativamente ajena a la influencia del neoconduc¬tismo. Durante todo el período en que esta corriente dominó el escenario de la psi¬cología, los psicólogos sociales siguieron utilizando conceptos mentalistas y man¬tuvieron, como un objetivo central de sus investigaciones, el estudio de procesos internos de carácter cognitivo.
De esta manera, la atención, en esta etapa, se orienta a identificar aquellos factores sociales que inciden o influyen en procesos psicológicos como la atención, el aprendizaje, la motivación, el lenguaje, el pensamiento y la emoción entre otros importantes aspectos. Dicho de otra manera y más específicamente, el objetivo de los trabajos es demostrar e identificar qué factores sociales o socioculturales influyen, afectan o modifican la percepción, como generadora de cambios en los procesos psicológicos, que hasta ese momento era analizada por la Psicología como un fenómeno estrictamente individual o psicofisiológico.
1.2. La Percepción Social
El estudio de la Percepción Social fue una de las grandes líneas de investigación a las que dio lugar la introducción de los principios de la Escuela de la Gestalt en Psicología Social durante los años 50. De esta forma, el estudio de la Percepción Social por parte de los psicólogos sociales encuadrados bajo esta orien¬tación, descansó sobre el supuesto de que las leyes que los psicólogos de la Gestalt habían enunciado para explicar la percepción de los objetos físicos eran aplicables igualmente a la percepción de las personas y del comportamiento social.
Una de las contribuciones más importantes al desarrollo de esta línea de investiga¬ción fue la de Fritz Heider (1944, 1958), cuyo objetivo general fue analizar la forma en que las personas perciben las relaciones interpersonales. Siguiendo los principios de la Gestalt, Heider sostiene que la persona tiende a percibir su medio de forma organizada, como un todo estructurado y coherente. Al igual que ocurre en el caso de la percepción de los objetos físicos, la persona busca la consistencia y tiende a percibir determinadas características como si fueran propiedades permanentes de los objetos. Los estudios sobre percepción de la Escuela de la Gestalt habían mos¬trado que determinadas características de los objetos, como el color o el tamaño, se perciben como propiedades estables de éstos, aunque cambien las condiciones de iluminación y la distancia. Según Heider, en el caso de la percepción de personas, no sólo percibimos como invariables sus características físicas sino también otro tipo de rasgos, como las creencias, las capacidades, la personalidad, etc. Pero, para Heider, la diferencia fundamental entre la percepción de los objetos físicos y la per¬cepción de las personas es que a éstas se las percibe como causa de sus propias acciones. La causalidad es, por tanto, una forma de organización cognitiva que surge cuando se percibe el medio social, compuesto por las personas y sus acciones. La persona y sus acciones constituyen una unidad perceptiva, en la que la primera es la causa y las segundas son el efecto. Una de las principales aportaciones de Heider (1958) es el haber subrayado que la persona, al percibir el medio social, va más allá de los datos conductuales e intenta encontrar relaciones que puedan ayu¬dar a explicar los acontecimientos cambiantes. Según Heider, la forma en que per¬cibimos el mundo social es el reflejo de una psicología ingenua, que nos orienta en nuestras relaciones con los demás, permitiéndonos predecir las acciones de otras personas e influir en las mismas. Para Heider -y, en general, para los psicólogos de la Gestalt-, el ser humano se encuentra motivado por la necesidad de ordenar y dar sentido al mundo físico y social en el que se encuentra inmerso. De ahí la tenden¬cia de la persona a buscar las causas de las propias acciones y del comportamiento de los demás.
En este intento de explicar el comportamiento de los demás, la persona puede atri¬buir la conducta a factores internos (la personalidad, la capacidad, las actitudes, etc.) o a factores externos (la situación, el azar, etc.). Un ejemplo utilizado por Heider (1958) para ilustrar la diferencia entre ambos tipos de atribución son las explicaciones sobre el fracaso:
El fracaso, por ejemplo, puede ser atribuido a la falta de habilidad, una característica per¬sonal, o a la suposición de que la tarea a realizar implica una gran dificultad, una condi¬ción del medio. El que la atribución se realice sobre una u otra causa dependerá de otros factores como, por ejemplo, la información sobre el éxito o fracaso de otras personas y la tendencia a atribuir las consecuencias de las acciones a la persona.
Un aspecto central de su teoría de la atribución es la noción de intencionalidad. Para que exista una atribución personal de causalidad tiene que haber intención por parte de una persona p de causar x. Las atribuciones de causalidad personal incluyen, por tanto, sólo aquellas acciones de carácter propositivo.
Esta forma de representarse al ser humano es la antítesis de la imagen que tienen en mente los conductistas, para quienes la persona es un ser pasivo, moldeado por las fuerzas del ambiente; para la Escuela de la Gestalt, por el contrario, es la persona quien se antepone al ambiente para categorizarlo, ordenarlo y hacerlo consistente y predecible.
1.3. Análisis psicosocial del proceso: ¿Cómo se percibe?
El proceso se inicia con una serie de cambios físicos, químicos o socioculturales que los psicólogos llamaran ESTIMULOS (tres tipos de estímulos). Sabemos que sólo alguno de estos estímulos adquieren una capacidad que cosiste en irritar a los receptores. Los receptores son estructuras morfológicas, anatómicas que la gente identifica como los órganos de los sentidos, (ojo, oído, tacto, gusto, olfato). Estos receptores al ser irritados por la energía que proveniente de los estímulos (energía química, física o sociocultural) pierden su homeostasis (equilibrio o la regulación de su funcionamiento), provocando por tanto una alteración que implica cambios fisiológicos, bioquímicos en estas estructuras anatómicas. Esto provoca una gran actividad eléctrica psicofisiológica que es transmitida, por vía aferente, por un conjunto de terminales nerviosos (táctil, auditivo, gustativo, olfativo y visual) y por la médula espinal hacia los campos de procesamiento, constituidos por las estructuras del sistema nervioso superior (cerebelo, cerebro, hipotálamo, cuerpo calloso), donde ocurre lo que denominamos sensación. Ahora bien, el proceso de identificar esta sensación con un código lingüístico que nos permite nominar el efecto fisiológico (en forma verbalizada o reflexionada), recibe el nombre de Percepción. No obstante, éste código lingüístico, al ser una convención para homogenizar la comunicación de lo que nos sucede, no esta exento subjetividades. En efecto, si en nuestro campo auditivo ingresa a los receptores un estímulo sonoro de tal magnitud física capaz de irritar a este receptor, probablemente lo denominaremos en función de los códigos lingüísticos convencionales, dispuestos en nuestros recuerdos, por ejemplo un sonido persistente y ondulatorio que asociaremos como la sirena de un carro de bomberos (ello, por asociación subjetiva de estímulos con la información dispuesta en nuestro campo de experiencias y recuerdos inmediatos). Sin embargo, si este mismo estímulo no solo irrita nuestros sentidos desde una connotación física, sino también psicológica, podemos estar en presencia de una nueva percepción subjetiva, es decir, siguiendo el mismo ejemplo anterior, si la misma persona ha vivido una experiencia traumática en la segunda guerra mundial donde las sirenas alertaban a la población de un inminente ataque aéreo (en cuyo caso se produce un condicionamiento clásico), entonces la sirena que en un momento identifico como proveniente de un carro bomba, simultáneamente le provoca una sensación de ansiedad, al revivir el condicionamiento, donde el rugir de los motores de los aviones (estímulo incondicional), que a su vez provocaron ansiedad, se unieron a las sirena (estimulo condicionado), para alertar a la población y protegerse de la inminente destrucción. Entonces lo que sucede es que su juicio de realidad le advierte que es un carro bomba, pero sus emociones, producto de sus recuerdos traumáticos le informan paralelamente de una realidad que ya no existe en la actualidad.
Esto es importante porque procesar información implica la ejecución de cuatro operaciones: distintas, específicas y sucesivas, es decir, una se realiza después de la otra, incluso, con un cierto
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