La Invención De La Soledad

¿Soledad de muerte o muerte solitaria?

Por: Axel Loyola

Siempre que hablamos de escribir un ensayo, mi cabeza comienza a revolucionar más de lo normal. Es de por sí un hecho difícil el comprender la narrativa literaria de un autor, como para poder exprimir, criticar y/o analizar la perspectiva del libro, más desde un punto de vista inexperto.

Tengo que comenzar el ensayo (sin duda alguna) compartiendo el pesar que el autor tiene para escribir ‘”…Mi necesidad de escribir era tan grande que creí que la historia se escribiría sola. Pero hasta ahora las palabras han llegado con mucha lentitud. Incluso en los mejores días, no he podido escribir más de una o dos páginas.” Aventurarse a escribir acerca de un tema tan complejo como la muerte, es un reto magnífico al que pocos autores se atreven a desafiar, por supuesto no soy uno de ellos, por lo tanto mi crítica, mi razón, y mi sentir a través de este texto advierto, será muy subjetivo.

Paul Auster tiene un gran defecto/virtud en su narrativa y en su forma de hablar de la muerte; Leer la primera parte de ‘La invención de la soledad’ nos da una perspectiva real y tangible de lo que llamamos la muerte , y como buen lector nos dejamos llevar por este punto de vista. Al entrar a la segunda mitad, encontramos que el autor no marca la muerte desde su perspectiva literal, a lo largo de sus narraciones (o ‘Libros de la memoria’ como él los llama) nos encontramos con innovaciones del concepto de muerte, muerte en vida, muerto para otros, muerte personal; incluso me atrevería a decir que la perspectiva Austeriana de la muerte (al menos en mi escaso conocimiento de su obra) es meramente filosófica.

El autor estadounidense nos deja claro la importancia ligada entre los términos muerte-soledad. Insisto en la valentía que Auster plasma al involucrar el término de soledad con la muerte, ya que (sin afán de caer en términos religiosos y/o de creencias) la muerte, así como el amor, el dolor, la pasión y un sinnúmero de conceptos más, tienen una implicación muy subjetiva, es decir cada quién la vive como quiere, o en su defecto, como puede.

Contagiándome un poco de la valentía del autor, me aventuré a buscar (aclaro, limitadamente) la palabra ‘soledad’ en algunos buscadores de internet. Podría decir que me siento un tanto decepcionado al no encontrar definiciones, ya fueran científicas (si es que existen) o filosóficas acerca de este concepto; grande fue mi sorpresa al encontrarme con muchas páginas web dedicadas a “escribir” frases de soledad, además de la innumerable cantidad de “autores” que definen el concepto, y aparte te enseñan a sobrellevarla, a vivir con ella. ¡Que blasfemia! ¿con qué armas? ¿Bajo qué teorías, modelos, o escuelas puedes enseñar a quitarte o aprender a vivir con la soledad? Es más ¡¿qué diablos es la soledad?!

Creo que ese es el punto clave: su negativa a aceptarse a si mismo iba unida a una idéntica negativa a aceptar al resto del mundo, incluso con las pruebas más irrefutables delante. Una y otra vez a lo largo de su vida chocaba con algo de frente, meneaba la cabeza y luego daba media vuelta negando su presencia allí. Esa actitud hacía que el dialogo con él fuera casi imposible. Cuando creías que habías logrado pisar un terreno común, el sacaba su pala y comenzaba a sacar tierra debajo de sus propios pies. (Auster, Paul)

Muy probablemente, este sea el párrafo que a mi muy humilde, irracional y subjetivo punto de vista, defina envuelta en buena retórica, el concepto de soledad.

Bajo una narrativa exquisita, el autor nos sitúa en un personaje central (el mismo autor) y dos generaciones más, su padre y su hijo. Por medio de infinitos detalles, diálogos nostálgicos y recuerdos melancólicos, Auster nos hace viajar en el tiempo, volando directo a su infancia, donde las figuras parentales marcaron huella en su vida, situándonos en su presente donde la conducta del aquí y el ahora inciden en su vida, y proyectándonos en su futuro.

Es un hecho que, a pesar de la perspectiva subjetiva

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