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La Metamorfosis De La Pubertad


Enviado por   •  3 de Junio de 2013  •  2.122 Palabras (9 Páginas)  •  427 Visitas

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LAS METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD.

Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva. La pulsión sexual ahora halla al objeto sexual y le es dada una nueva meta sexual. Esta última asigna a los dos sexos funciones muy diferentes: El del hombre es mucho más consecuente; mientras que en la mujer se presenta hasta una suerte de involución. La normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la exacta coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna y la sensual.

La nueva meta sexual consiste para el varón en la descarga de los productos genésicos, este acto final del proceso sexual va unido el monto máximo de placer. La pulsión sexual se pone ahora al servicio de la función de reproducción. Para que esta trasmudación se logre con éxito, es preciso contar con las disposiciones originarias y todas las peculiaridades de las pulsiones. También aquí pueden sobrevenir perturbaciones patológicas por interrupción de esos reordenamientos, considerándose como inhibiciones del desarrollo.

El primado de las zonas genitales y el placer previo.

Lo esencial de los procesos de la pubertad: el crecimiento manifiesto de los genitales externos, que durante el periodo de latencia de la niñez había mostrado una relativa inhibición. Al mismo tiempo, el desarrollo de los genitales internos ha avanzado hasta el punto de poder ofrecer productos genésicos, o bien recibirlos, para la gestación de un nuevo ser. Así ha quedado listo un aparato en extremo complicado, que aguarda el momento en que habrá de utilizárselo.

Este aparato debe ser puesto en marcha mediante estímulos, que pueden alcanzarlo por tres caminos:

• Desde el mundo exterior, por excitación de las zonas erógenas que ya sabemos;

• Desde el interior del organismo;

• Desde la vida anímica, que a su vez constituye un repositorio de impresiones externas y un receptor de excitaciones internas.

Por los tres caminos se provoca lo mismo: un estado que se define como de “excitación sexual” y se da a conocer por dos clases de signos, anímicos (peculiar sentimiento de tensión) y somáticos (alteraciones en los genitales, la preparación, el apronte para el acto sexual).

TENSION SEXUAL. El estado de excitación sexual presenta, pues, el carácter de tensión. Un sentimiento de tensión tiene que conllevar el carácter del displacer. Un sentimiento de esa clase entraña el esfuerzo a alterar la situación psíquica: opera pulsionalmente, lo cual es por completo extraño a la naturaleza del placer del sentido. Pero si la tensión del estado de excitación sexual se computo entre los sentimientos de displacer, se tropieza con el hecho de que es experimentada inequívocamente como placentera. Siempre la tensión producida por los procesos sexuales va acompañada de placer, puede reconocerse una suerte de sentimiento de satisfacción.

MECANISMO DEL PLACER PREVIO. El papel que en ese proceso cumplen las zonas erógenas es brindar, mediante su adecuada estimulación, un cierto monto de placer; de este arranca el incremento de la tensión, la cual, a su vez, tiene que ofrecer la energía motriz necesaria para llevar a su término el acto sexual. La estimulación apropiada de una zona erógena por el objeto apto para ello: y bajo le placer que esta excitación procura, se gana, esta vez por vía del reflejo, la energía motriz requerida para la expulsión de las sustancias genésicas. Este placer último es el máximo por su intensidad. Es provocado enteramente por la descarga, es en su totalidad un placer de satisfacción, y con él se elimina temporariamente la tensión de la libido.

Esta diferencia entre el placer provocado por la excitación de zonas erógenas y el producido por el vaciamiento de las sustancias sexuales, es que el primero puede designarse como “placer previo”, por oposición al “placer final” o placer de satisfacción de la actividad sexual. El placer previo es la pulsión sexual infantil; el placer final es nuevo, y por tanto depende de condiciones que solo se instalan en la pubertad.

PELIGROS DEL PLACER PREVIO. Del mecanismo en que es incluido el placer previo deriva, un peligro para el logro de la meta sexual normal: ese peligro se presenta cuando, en cualquier punto de los procesos sexuales preparatorios, el placer previo demuestra ser demasiado grande, y demasiado escasa su contribución a la tensión. Falta entonces la fuerza pulsional para que el proceso sexual siga adelante.

El malogro de la función del mecanismo sexual por culpa del placer previo se evita, sobre todo, cuando ya en la vida infantil se prefigura de algún modo el primado de las zonas genitales. En la segunda mitad de la niñez (desde los ocho años hasta la pubertad), las zonas genitales se comportan ya de manera similar a la época de la madurez; pasan a ser la sede de sensaciones de excitación y alteraciones preparatorias cuando se siente alguna clase de placer por la satisfacción de otras zonas erógenas, sigue careciendo de fin. Por eso ya en la niñez se engendra, junto al placer de satisfacción, cierto monto de tensión sexual.

Las exteriorización infantiles de la sexualidad no marcan solamente el destino de las desviaciones respecto de la vida sexual normal, sino el de su conformación normal.

El problema de la excitación sexual.

El placer y la tensión sexual solo pueden estar relacionados de manera indirecta.

PAPEL DE LAS SUSTANCIAS SEXUALES. Solo la descarga de las sustancias sexuales pone fin a la excitación sexual. El aparato genésico suele descargarse de sus materiales por las noches en periodos variables. Ello ocurre con una sensación de placer y en el curso de la alucinación onírica de un acto sexual. Cierta medida de tensión sexual es indispensable hasta para la excitación de las zonas erógenas.

La acumulación de los materiales sexuales crea y sostiene a la tensión sexual; ello se debe tal vez a que la presión de estos productos sobre la pares de sus receptáculos tiene por efecto estimular un centro espinal; el estado de este es percibido por un centro superior, engendrándose así para la conciencia la conocida sensación de tensión. Cuando la tensión es suficiente, ponen en marcha el acto sexual, pero cuando no lo es incitan la producción de las sustancias genésicas.

La teoría de la libido.

Libido: fuerza susceptible de variaciones cualitativas

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