La Psicología Clínica y la Universidad
LauraNogueraReseña23 de Noviembre de 2015
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La psicología clínica y la universidad
El presente artículo fue escrito por Jaime Gordo Sánchez quien es Doctor en Psicología-Psicoanalista, Profesor departamento de Psicología clínica, experimental y social de la universidad de Huelva. Perteneciente a la Revista de la asociación española de Neuropsiquiatría vol.31 n°3 Madrid Jul. –Set. 2011.
Desde de la postura del autor, el objetivo primordial es hacer concebir a la psicología académica un objeto de estudio y un discurso propio que se encamine a la investigación y a la preocupación por el sujeto, dejando de ser tomada como un acto mercantilista puesto que si no se hace un alto a tiempo, en un años (o como ya es actualmente) ya no será más que tomada como una disciplina capitalista, globalizada por las tecnologías y si un telón de fondo que defina las verdaderas intenciones de un oficio en donde el padecerse del otro y “sentir lo que el otro siente” es lo realmente importante para la realización profesional de cada Psicólogo.
El discurso por Jaime Sánchez toma sentido en una preocupación generalizada frente al actuar de los psicólogos concebidos actualmente, el cual se implementa desde las aulas universitarias, dejando de lado la enseñanza verdadera en el campo psicológico; obviamente al transcurrir en la lectura de su artículo se evidencia que es un psicoanalista defensor de las prácticas medievales, en donde la persona (el paciente) deben ser tratados en base en su investigación propia y no partiendo de resultados hechos por aparatos no humanos y en base a los genes, puesto que todo esto no tiene sentido alguno para él.
La superficialidad, la mera vanidad y el simplismo se han tomado con base en las tecnologías a la psicología clínica llevando al psicólogo de la salud a dictaminar sin ir más a fondo, sin investigar al sujeto en su profundidad, dejando a un lado su psique (Cosa que el autor defiende como uno de los procesos necesarios para evaluar a el paciente desde la psicología clínica), todo esto es preocupante para Sánchez puesto que es desde los programas de pregrado en las universidades (en piscología) que se inculca la palabra conformismo en el oficio, volviéndose algo que no incursiona en el exterior, sino más bien sicorrigido encerrado en cuatro paredes, en donde evidentemente no existe transparencia alguna. “El error de la Psicología sería pensar que se puede atrapar el ser del sujeto” (Sánchez, 2011, p.7). Por eso para Jaime el sujeto es lo más importante, para el saber en un dictamen propio, sencillamente no se puede concebir sin él.
Es por eso que el autor invita a una reflexión cautelosa, dirigiéndose especialmente a los docentes, los psicólogos ya recibidos, a los investigadores para que no abandonen sus ideales, y que en un discurso propio manejen la trasparencia, dejando de un lado todos los actos monetarios que han llevado al oficio a un abismo en donde el paracaídas es proporcionado desde el capitalismo, volcando todo a su paso, proponiendo la mera simplicidad, y dejando a los psicólogos de la salud como títeres influenciables que nacen de la globalización, emergiendo en intereses propios y renunciando al factor principal que demanda su profesión, concebida desde el respeto por lo aprendido con base en una ética profesional.
Como conclusiones, el psicólogo de la salud debe generar un cambio radical y en pocas palabras concebir a la psicología clínica desde los siguientes aspectos. Sánchez (2011) afirma:
- “Esta ha de estar implicada en los lugares donde se produce pensamiento. No puede renunciar a eso ni pretender ser una disciplina tecnológica que desprecie la historia del pensamiento” (p.9).
- “Por mucho que se pretenda el psicólogo no es un distribuidor de mercancías, de cómo se posicione ante la demanda del paciente dependen las posibilidades de su función” (p.10).
No se puede dejar que el oficio de la psicología se convierta en algo carente de vida, se debe generar el cambio pero siempre encaminado desde las aulas en donde se enseña los fundamentos principales para una concepción de la profesión como algo que emerge un respeto propio (Sánchez, 2011).
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