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Los Valores Morales En La Conducta Personal

LuisTaipe7 de Julio de 2013

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Los Valores Morales en la Conducta Personal

Escrito por Boris Aguirre Palma

RESUMEN

¿Cómo hacer énfasis y empoderar en conductas humanas propositivas mediante el aprecio y adquisición de valores morales? La afirmación y práctica de valores son indispensables en toda agrupación humana para la convivencia pacífica en el ecosistema familiar, las instituciones y la misma sociedad. Nacemos como todo animal con algunos instintos que son comportamientos que no tienen que ser aprendidos, por ejemplo, llorar cuando tenemos hambre o sed y succionar la leche de nuestra madre. Pero como seres racionales tenemos también que aprender muchas conductas indispensables para sobrevivir en este mundo, no llegamos a él como un producto terminado. El comportamiento de cada persona puede ser saludable o no. Lo indispensable para que lo sea, es que siempre sea correcto y que, para este propósito, se fundamente en valores morales cultivados y adquiridos preferentemente desde edad muy temprana en su medio familiar y social. En la formación de los hábitos de toda persona influye en diverso grado una serie de factores guías, “mapas mentales”, condicionamientos económicos y del medio ambiente, preceptos o patrones culturales, normas sociales, procesos psico- afectivos propios de cada individuo, convicciones religiosas y valores morales. Algunos de estos factores actúan preferentemente en los primeros años de vida; otros, como los valores que suponen más reflexión, requieren mayor madurez. En este trabajo nos referiremos a los valores especialmente en algunas conductas: respeto y protección activa del entorno físico en que vivimos, lealtad, justicia, equidad de género, solidaridad, empatía, tolerancia, serenidad, conciliación, libertad de conciencia, respetuoso manejo de la sexualidad, entre otras. Muchas de las reflexiones y recomendaciones que presentaremos, tendrán como marco de referencia la gestión familiar. En el presente estudio analizaremos cómo los valores juegan un papel protagónico en el proceso de toma de decisiones como en la formación de conductas y de hábitos de vida. El tema del ecosistema familiar se convierte en el punto central cuando vamos a hablar de comportamientos y hábitos. La familia es la organización básica de toda sociedad; ella forja a las mujeres y los hombres que han de manejarla; tiene un papel determinante en la construcción de actitudes humanas saludables que nacen en su seno – y hasta en ocasiones son adulteradas en su interior- muy importantes todas en el diario vivir; y, finalmente, contribuye muy eficazmente a la formación de conductas y de hábitos muy importantes para la persona y para la inter – acción con su comunidad.

INTRODUCCIÓN

¿Cómo fundamentar y robustecer saludables conductas humanas mediante el aprecio y adquisición de valores morales? Este es el objetivo de las siguientes recomendaciones basadas en reflexiones de carácter ético, psicológico, antropológico y didáctico en el contexto del convivir familiar, social y del entorno físico que nos rodea.

La afirmación y práctica de valores son indispensables en toda agrupación humana para la convivencia pacífica en el ecosistema familiar, las instituciones y de la misma sociedad. La ausencia de estos valores, obviamente se evidenciará en comportamientos estimulados o por impulsos instintivos, o por la atracción poderosa de inmediatas gratificaciones sensitivas o por motivaciones carentes de preocupación por el necesario respeto a las personas y a todo el conjunto social en el que actuamos y vivimos.

Puesto que el ser humano está constantemente expuesto a una variedad de estímulos que le exigen respuestas o comportamientos, es importante tener en cuenta que ninguna persona reacciona automáticamente como un ordenador que no tiene más alternativa que obedecer a un determinado comando electrónico, bajo el impulso del instinto. Antes de cada respuesta suya entran en juego, a velocidades vertiginosas, motivaciones que l presentan una serie de conductas alternas para cada estímulo, las que tiene que analizar para decidirse por una de ellas.

Este intermedio entre una acción y reacción es el que tenemos que saber emplear inteligentemente a fin que nuestras respuestas estén precedidas de una motivación positiva y constituyan una conducta saludable, es decir respetuosa y beneficiosa personal y socialmente. Un saludable comportamiento es el resultado de convicciones profundas, una manifestación del dinamismo de los valores efectivamente operantes que una persona haya adquirido.

Como parte de esta introducción es conveniente recordar brevemente la vinculación entre estímulos, comportamientos o conductas y los hábitos que de éstas pueden generarse.

ESTÍMULOS, CONDUCTAS Y HÁBITOS

Nacemos como todo animal con algunos instintos que son comportamientos que no tienen que ser aprendidos, por ejemplo llorar cuando tenemos hambre o sed y succionar la leche de nuestra madre. Pero como seres racionales tenemos también que aprender muchas conductas indispensables para sobrevivir en este mundo, pues no llegamos a él como un producto terminado, sino con grandes necesidades de adaptación y a la vez con una inmensa capacidad para lograrla y para crecer en muchas direcciones, mediante la adquisición de nuevas conductas, la modificación de las adquiridas ya y hasta el control de las instintivas.

Cada comportamiento tiene consecuencias agradables o desagradables que actúan o como refuerzos estimulantes para repetirlo o como inhibidores para evitarlo. En los animales, las consecuencias agradables inmediatas muy fácilmente se transforman en hábitos que escapan completamente a su control y que un entrenador puede aprovechar. Afortunadamente, en los seres humanos si bien hay algunas conductas instintivas, la inmensa mayoría de sus comportamientos son respuestas no automáticas ni absolutamente incontrolables, a los estímulos que les rodean.

No todo comportamiento humano se hace costumbre pero sabemos que su reiteración puede ser causa de la formación de hábitos que, por una parte, hacen que los seres humanos frecuentemente actúen de una forma casi automatizada y, por otra, determinan muchas de sus formas de relacionarse con los demás y con su entorno. Cada comportamiento de una persona puede ser saludable o no. Lo indispensable para que lo sea es que siempre sea correcto y que, para este propósito, se fundamente en valores morales cultivados y adquiridos preferentemente desde edad muy temprana en su medio familiar y social.

Pero no se aprende a comportarse únicamente como resultado de haber recibido una educación familiar excelente. Existen condicionantes que tienen una incidencia muy fuerte en los comportamientos de una persona que se los podría agrupar de la siguiente forma:

• Predispositivos: estimulantes o inhibidores previos que pueden facilitar o entorpecer el proceso de motivación y por consiguiente promover o inhibir determinadas conductas, por ejemplo actitudes, opiniones, creencias, sentimientos, convicciones surgidas de procesos racionales y críticos o también de tabúes, percepciones, intereses, nivel de conciencia con respecto a la existencia de un problema, códigos éticos personales y morales. Muchos de estos factores son parte del ecosistema familiar – arquetipo de los padres (proceso de socialización), otros son incorporados por el mismo individuo como su patrimonio personal y cultural.

• De Refuerzo: recompensas o experiencias negativas y dolorosas posteriores a un comportamiento que motivan o inhiben su repetición porque pueden ser anticipadas y esperadas, como gratificaciones de tipo físico, satisfacciones emocionales, aprobación, alabanzas, premios, desaprobación, rechazos, castigos, etc. El control y/o soporte social que la persona recibe luego de haberse comportado de cierta forma, trae consigo una serie de consecuencias importantes en la modificación de sus conductas. Estas consecuencias, especialmente de aprobación o desaprobación, son generalmente mediadas por la familia, pero también por la comunidad en general, por líderes, empleadores, trabajadores de la salud, oficiales de gobierno, amigos, compañeros de grupo y otros públicos importantes para la persona.

La repetición y sistematización que haga la persona de estas experiencias se convertirán en factores que le predisponen a posibilidades de reincidir en el futuro en las mismas conductas. Esto resulta cuando los deseos de repetir cierto comportamiento, debido a la percepción que la persona tiene los beneficios que podrá obtener, son claramente mayores que el temor de los costos o barreras que potencialmente le pueden estorbar.

Se considera que esta clase de factores que refuerzan el comportamiento juegan un papel crítico en el aprendizaje social. Vrg. Cuando más refuerza el grupo un comportamiento, más crece la posibilidad que la persona lo repita. Muchos comportamientos indeseables que observamos en la sociedad son el resultado –que en cierto modo se da en muy corto plazo- de ciertas satisfacciones placenteras (ventanas de placer inmediatista), mientras que al mismo tiempo se silencian las consecuencias negativas que vendrán a mediano y largo plazo.

• Mediadores: factores externos que actúan como mediadores y pueden facilitar o dificultar determinados comportamientos, por ejemplo estructuras y sistemas sociales, recursos disponibles o no accesibles a la persona, medios de transporte, equipos, infraestructura, instalaciones sanitarias, etc.

Como se indicó arriba, no todos los comportamientos humanos se vuelven hábitos. En la formación de los hábitos de toda persona influye en diverso grado una serie de factores guías, “mapas mentales”, condicionamientos económicos y del medio ambiente, preceptos

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