MIRA DENTRO

MIRA DENTRO

Partamos primero de esta pregunta: ¿Qué tanto nos conocemos? Es muy fácil para nosotros ver el exterior, lo que nos rodea. No nos cuesta nada observar, mirar, analizar y sacar conclusiones de lo que esta fuera de nosotros. Se nos hace fácil hacer suposiciones, que al fin y al cabo, son tan confirmadas que parecen más bien verdades. Muchas veces ni con observar ni mirar ni analizar, simplemente con escuchar algún rumor sin ser comprobado, afirmamos que es así lo que no es así.

Curiosamente esto pasa solo con lo que hay en nuestro exterior, y cuando digo exterior hago referencia a cosas, situaciones, personas. Siempre miramos con ojos críticos y somos capaces de dar una valoración a una cosa, a una situación o a una persona. Según lo que interpretamos es para nosotros la realidad. Podemos afirmar que esta bien, que esta mal o decir que algo no nos gusta, y damos las razones. En pocas palabras somos perfectos para levantar juicios y acusar. Con toda libertad creyendo que tenemos los argumentos, ponemos una carga pesada a alguien, en la cual no ponemos un dedo si quiera para moverla (Mt 23, 4). Cabe decir como decía nuestro asesor: “confrontarnos a nosotros mismos, duele”, tal vez por eso es que se nos hace menos complicado fijar nuestra mirada critica sobre los otros; pero que hay de nosotros. ¿Conque frecuencia nos miramos a nosotros mismos con mirada critica? Decimos; este esta mal, este esta bien, este es feo, este es bonito, este gordo el otro flaco, etc. Y, ¿yo como soy?

Conocemos más a los demás y los demás nos conocen más a nosotros que nosotros a nosotros mismos. Cuando alguien trata de corregir alguna actitud nuestra, lo primero que hacemos es responder sorprendidos con un pero, y tratamos de rechazar tal corrección con esta frase: “es que yo soy así”; el hecho no es ser o no ser, el hecho es darnos cuenta de esa realidad y tratar de cambiar, así duela, así nos cueste. No es fácil es muy difícil. El problema de no empezar a cambiar es que no nos queremos dar cuenta de lo que somos y cuando alguien no lo dice no lo queremos aceptar. Todo depende de nosotros mismos: humildad.

No podemos afirmar nada de los otros, pues no bastan solo las apariencias, el exterior de nada sirve. Solo conocemos lo de fuera, Dios conoce el interior del corazón de los hombres. A veces juzgamos sin saber que hay en el interior ni sabemos por lo que en ese momento esta pasando. Antes de mirar mirémonos, antes de juzgar juzguémonos. Trabajar por cambiar a alguien no funciona si no empezamos a cambiar nosotros mismos. Que no se nos olvide que nosotros también tenemos defectos.

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