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Sandy859627 de Septiembre de 2013

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RESUMEN EQUIPO 5

DESCARTES

VIDA Y OBRA

Descartes plantea un nuevo problema que emerge de los resultados del humanismo y el Renacimiento. El reconocimiento de la subjetividad humana y la exigencia de profundizarla y aclararla mediante un entorno de ella misma, el reconocimiento de la relación del hombre del hombre con el mundo y la exigencia de resolver esa relación a favor del hombre mediante el acrecentamiento de su dominio sobre el mundo. Descartes para llegar a una nueva justificación del carácter matemático del método científico, justificación que influirá, sobre todo el pensamiento posterior.

Rene Descartes nació el 31 de marzo de 1596. La primera intuición de su método en 1619, la expreso en Regulae ad directionem ingenii. Se dio a la vida militar y participo en la Guerra de los Treinta Años; Descartes estudio matemática y física, prosiguiendo con la elaboración de su doctrina del método.

Compuso un tratado de metafísica; un tratado sobre el Mundo, pero lo dio a conocer como Tratado de la luz. Con la condena de Galileo no publico la obra que sostenía la doctrina coopernica. Nacen sus tres ensayos: la Dióptrica, los Meteoros y la Geometría, a los que puso un prefacio llamado Discurso del Método publicado en 1637.

Reanudo su tratado de metafísica publicado en 1641 con el título Meditaciones sobre la filosofía primera en que se demuestra la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

EL MÉTODO

El problema de Descartes es el del hombre Descartes. El procedimiento es autobiográfico, pretende ser objetivo o escolástico. Descartes no enseña, sino se describe a sí mismo, razón por la cual habla en primera persona. Su problema surge de la necesidad de orientación que le exigía salir de la escuela de La Fléche. Cae en cuenta que no posee ningún criterio para distinguir lo verdadero de lo falso y que todo lo aprendido no le sirve de nada en la vida.

La crítica que formula acerca de las disciplinas del colegio constituye un importante balance pedagógico de la época. Después de ensalzar genéricamente estas disciplinas, Descartes declara que ha dedicado ya demasiado tiempo al estudio de los idiomas, de las historias y de las fábulas antiguas.

Para Descartes, elocuencia y poesía son “dones del espíritu” más bien “frutos del estudio”. La capacidad de razonar y la inventiva las vuelven inútiles. A Descartes no le satisfacen ni las matemáticas, tal como se enseñaban por entonces. Descartes la teología está fundada sobre verdades reveladas que sobrepasan a la inteligencia. De la filosofía afirmaba que era de incierta y sujeta a disputas, no servía para nada, solo para fundar sobre ella otras disciplinas.

Descartes busca un criterio de orientación que sea, teórico y práctico, que conduzca a distinguir lo verdadero de lo falso. El método debe ser un criterio único y de orientación que sirva al hombre en cualquier campo teórico y práctico y que tenga como fin el provecho del hombre en el mundo. El método afirma que la sabiduría humana es una sola.

Al formular las reglas del método, Descartes recurre a las matemáticas. Las series de eslabonados razonamientos muy sencillos y fáciles de que suelen servirse los geómetras para llegar a sus más complicadas demostraciones. Descartes descubrió de la geometría analítica.

Descartes debía: 1) formular las reglas del método teniendo ante todo presente el procedimiento matemático; 2) fundamentar con una investigación metafísica el valor absoluto y universal de este método; 3) demostrar la fecundidad del método en las diversas ramas del saber.

Descartes trato de justificarlas remontándose a su raíz: el hombre como subjetividad o razón.

LA DUDA

Según Descartes, para encontrar el fundamento de un método hay que proceder a una crítica radical de todo el saber ya dado. Es necesario suspender todo conocimiento aceptado, dudar de todo y considerar como falso todo aquello acerca de lo cual cabe la duda. Si persistiendo en esta actitud de crítica radical se llega a un principio sobre el que no es posible la duda, este principio deberá considerarse como sólido en sumo grado y tal que pueda servir como fundamento de todo el resto del saber. En este principio se encontrará la justificación del método.

Para Descartes ningún grado o forma de conocimiento se sustrae a la duda. Se debe dudar de los conocimientos que nos llegan por los sentidos, ya que los sentidos a veces nos engañan. Hay conocimientos que son verdaderos, pero ni siquiera estos conocimientos se sustraen a la duda porque también su certeza puede ser ilusoria. De esa forma la duda se extiende a todo y se vuelve absolutamente universal (duda hiperbólica).

Descartes considera que puede fundar la validez de las reglas del método y, sobre todo, de la evidencia. “En este primer conocimiento no hay nada que me asegure acerca de la verdad como la clara y distinta percepción de lo que digo, pero lo que digo no bastaría para asegurarme que lo que digo es verdad si me sucediese de encontrar falsa una cosa que yo concibo con tanta claridad y distinción

El principio del cogito ha justificado el criterio de la evidencia. Si la evidencia de un conocimiento cualquiera podía ser engañosa, no puede serlo, como se ha visto, la evidencia del cogito; que es confirmada por la duda misma. Y si la evidencia del cogito no es engañosa, toda otra evidencia será del idéntico modo, y en virtud de ese mismo principio igualmente verdadera. La garantía de la verdad está ligada directamente a la evidencia del cogito e, indirectamente, a través de ésta, a todas las otras evidencias. No es que Descartes considere válido el cogito porque es conforme a la regla de la evidencia: en realidad el cogito es la evidencia misma que la existencia del sujeto pensante tiene para sí misma y, por lo tanto, justifica y funda todas las otras evidencias

DIOS

El principio cartesiano del cogito ergo sum no me asegura sino de mi existencia; pero mi existencia es la de un ser pensante. Yo estoy seguro de que tales ideas existen en mi espíritu porque, en cuanto actos del pensamiento, forman parte de mí, en cuanto sujeto pensante.

Descartes divide las ideas en tres categorías: innatas, adventicias y facticias. A la primera clase de ideas pertenece la capacidad de pensar y tener ideas; a la segunda pertenecen las ideas de las cosas naturales; a la tercera las ideas de objetos quiméricos o inventados.

La idea de Dios, es de una sustancia infinita, eterna, omnisciente, omnipotente y creadora, es difícil suponer que hubiera podido crearla yo mismo.

EL MUNDO

Reconocida la existencia de Dios, se tiene la garantía para el criterio de la evidencia: Dios, por ser perfecto, no puede engañarme y la facultad de juicio de que me ha dotado no puede inducirme a error si la empleo rectamente. Todo lo que aparece claro y evidente tiene que ser verdadero. Descartes, el error depende del concurso de dos causas, el intelecto y la voluntad. El intelecto humano es limitado y el intelecto mucho más vasto e incluso infinito, el de Dios. La voluntad es libre y más extensa que el intelecto: consiste en la posibilidad de hacer o no hacer, de afirmar o negar, de buscar o huir, y puede cumplir estas acciones sea respecto de las cosas que el intelecto presenta de modo claro y distinto. En esta posibilidad de afirmar o negar lo que el intelecto no logra percibir claramente, reside la posibilidad del error.

El error no se daría nunca si yo afirmara o negara. Pero como mi voluntad, que es libre, puede infringir esta regla y juzgar aquello lo que no es del todo evidente, nace de ahí la posibilidad del error. El error depende únicamente del libre albedrío que Dios ha dado al hombre y sólo puede evitarse ateniéndose a las reglas del método, en primer lugar a la de la evidencia.

La evidencia, permite eliminar la duda que se había planteado en un principio acerca de la realidad de los objetos corpóreos. Yo tengo la idea de objetos corpóreos que existen fuera de mí y que actúan sobre mis sentidos.

La sustancia pensante, que es inextensa y que constituye mi yo, debo admitir una sustancia corpórea, divisible en partes y, por consiguiente, extensa. Descartes hace suya la distinción establecida por Galileo y que en realidad se remonta a Demócrito. El tamaño, la figura, el movimiento, la situación, la duración, el número, son ciertamente cualidades reales de la sustancia extensa; pero en cambio el color, el sabor, el olor, el sonido, etcétera, no existen como tales en la realidad corpórea.

Pensamiento y extensión, espíritu y cuerpo, son dos realidades separadas y dotadas de atributos distintos. El espíritu es libertad, el cuerpo es necesidad. En la naturaleza corpórea todo acontece en virtud de un mecanismo necesario y las leyes de ese mecanismo dependen directamente de Dios.

Dios, en virtud de la inmutabilidad de su naturaleza, es directamente garante de la uniformidad y la constancia cuantitativa del universo.

EL HOMBRE

La presencia del alma racional tiene su origen en la diferencia entre el hombre y las bestias. El hombre es una unión de alma y cuerpo, unión que vuelve posible una recíproca acción de la una sobre el otro. Según Descartes, esa acción se verifica en el cerebro, más precisamente, en la glándula pineal. En el tratado Las pasiones del alma Descartes distingue en el alma acciones y pasiones: las acciones son gobernadas por la voluntad que es libre de afirmar o negar; las pasiones son involuntarias y son percepciones, sentimientos o emociones causados en el alma por los espíritus vitales, es decir, las fuerzas mecánicas que actúan en el cuerpo. Sin embargo, no escapan al gobierno

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