Mociones De La Infancia En La Conformación Del síntoma
BLS300818 de Diciembre de 2013
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MOCIONES DE LA INFANCIA EN LA CONFORMACIÒN DEL SÌNTOMA
Para Freud la labor analítica necesaria para la aclaración absoluta y la definitiva curación de un caso patológico no se detiene nunca en los sucesos del período de enfermedad, sino que hay que llegar en todos los casos hasta la pubertad y la temprana infancia del paciente, para encontrar allí los sucesos e impresiones determinantes de la posterior enfermedad. Es así que sólo los sucesos de la infancia explican la extremada sensibilidad ante traumas posteriores, y únicamente por el descubrimiento y atracción a la consciencia de estas huellas de recuerdos, casi siempre olvidadas, adquirimos poder suficiente para hacer desaparecer los síntomas. Por lo que son estos deseos duraderos y reprimidos de la niñez los que para la formación de síntomas han suministrado su energía, sin la cual la reacción a traumas posteriores hubiera tenido lugar normalmente. Y estos poderosos deseos de la niñez deben ser considerados siempre, y con una absoluta generalidad, como sexuales.
Según entiendo, cada vez que presentas un síntoma-enfermedad o manifestación neurótica, está relacionada con un trauma infantil por no haber canalizado adecuadamente la energía (sexual), aunque no creo que sea en todos los casos o más bien como una regla, si es importante abarcar todos los aspectos de la persona, sus experiencias en la niñez, pubertad y en la madurez, para que nos dé un panorama más amplio y a partir de ahí, descubrir cuál es el origen de su problema pero no dar por hecho que se haya originado en la niñez. Sin embargo no niego la influencia que tienen nuestras experiencias vividas en lo que somos en el presente como personas, en las decisiones que tomamos y hasta lo que hemos elegido como carrera u ocupación. Esta da pie a la siguiente cuestión:
¿Qué ocurre con el poder anímico y somático de una moción de deseo una vez que se hace consciente?
El resultado más frecuente es el de que tales deseos quedan ya dominados, durante el tratamiento, por la actividad anímica correcta de los sentimientos más elevados a ellos contrarios, la represión es sustituida por una condenación llevada a cabo con los medios más eficaces. Esto se hace posible por el hecho de que lo que se trata de hacer desaparecer son sólo consecuencias de anteriores estadios evolutivos del yo. EI individuo no llevó a cabo anteriormente más que una represión del instinto inutilizable, porque en dicho momento no se hallaba él mismo sino imperfectamente organizado y era débil; mas en su actual madurez y fuerza puede, quizá, dominar a la perfección lo que le es hostil.
De esta manera los instintos inconscientes descubiertos pueden ser dirigidos a aquella utilización que en un desarrollo no perturbado hubiera debido hallar anteriormente. La extirpación de los deseos infantiles no es, de ningún modo, el fin ideal del desarrollo. El neurótico ha perdido por sus represiones muchas fuentes de energía anímica, cuyo caudal le hubiese sido muy valioso para la formación de su carácter y para su actividad en la vida. Conocemos otro más apropiado proceso de la evolución, la llamada sublimación, por la cual no queda perdida la energía de los deseos infantiles, sino que se hace utilizable dirigiendo cada uno de los impulsos hacia un fin más elevado que el inutilizable y que puede carecer de todo carácter sexual. Precisamente los componentes del instinto sexual se caracterizan por esta capacidad de sublimación de cambiar su fin sexual por otro más lejano y de un mayor valor social. A las aportaciones de energía conseguidas de este modo para nuestras funciones anímicas debemos probablemente los más altos éxitos civilizados.
Es decir que este poder anímico y somático no desaparece al ser consciente, por lo que hay encaminarlo hacia algo positivo (sublimación), ya que al inconsciente no le importa con que, sólo quiere sentir satisfacción,
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