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Psicoanalisis

jeenlanto1 de Noviembre de 2012

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D) Paulatina involución de estos estados y fenómenos hasta junio de

1882, fecha de la terminación definitiva de la enfermedad.

En julio de 1880, el padre de la paciente, a quien ella amaba con

pasión, contrajo un absceso de peripleuritis que no sanó y a consecuencia

del cual murió en abril de 1881. Durante los primeros meses de esa

enfermedad, Anna se consagró al cuidado del enfermo con toda energía, y a

nadie sorprendió que se debilitara mucho. Pero poco a poco empeoró tanto

su estado de debilidad, anemia, asco ante los alimentos, que para su

máximo dolor la alejaron del cuidado del enfermo. La ocasión par ello fue

una tos intensísima, a raíz de la cual la examinó Breuer por primera vez:

Era una típica tussis nervosa. Pronto acusó una llamativa necesidad de conciencia de su mejoría, se burla del tratamiento prescrito por mi antecesor. Hacia ya

tiempo que tenía intención de sustraerse a él, pero no encontraba una fórmula cortés para

llevarlo a cabo, hasta que una observación del doctor Breuer, al que consultó una vez, le

proporcionó una salida. Viendo que parezco extrañar su relato, se asusta y me reprocha

vivamente haber cometido una indiscreción, pero se deja luego tranquilizar,

aparentemente, por mí. No ha tenido dolores de estómago, a pesar de haberlos esperado.

En la hipnosis le digo que me comunique otros sucesos más que la hayan atemorizado

duraderamente, y con igual prontitud que la vez primera me relata otra serie de ellos,

procedentes de años posteriores, afirmando de nuevo que ve con frecuencia ante sí dichas

escenas, con todos sus detalles. Teniendo quince años vio cómo se llevaban al manicomio a

una prima suya; quiso pedir auxilio, pero no pudo, y perdió la voz hasta la noche de aquel

día. Como durante el estado de vigilia suele hablarme muchas veces de manicomios y

sanatorios para enfermos mentales, la interrumpo y la invito a comunicarme otras

ocasiones de su vida en las que se haya tratado de locos. Me cuenta entonces que su madre

estuvo también algún tiempo en un manicomio. Además, tuvieron una criada que había

servido a una señora, internada después en uno de tales establecimientos, y que solía

referirle historias terroríficas a ellos referentes, tales como la de que los enfermos eran

atados a la silla y cruelmente golpeados, etc. Durante este relato, la enferma crispa sus

manos, dando muestras de espanto y denotando que ve plásticamente todo aquello de que

habla. Por mi parte, me esfuerzo en rectificar su idea de los manicomios, y le aseguro que

en adelante podrá oír hablar de estos establecimientos sin que ello suponga relación

alguna con su propia persona. Estas palabras devuelven a su rostro la serenidad.

Luego continúa su relación de recuerdos atemorizantes. Teniendo quince años encontró

un día a su madre tendida en el suelo, conmocionada por los efectos de un rayo caído en

las proximidades, y cuatro años después, al volver un día a su casa, la halló muerta, con el

rostro todo contraído. Naturalmente, me es mucho más difícil debilitar estos recuerdos.

Después de largas explicaciones le aseguro que en adelante tampoco verá ante sí tales

imágenes sino de un modo muy borroso y pálido. Por último me cuenta qué, teniendo

diecinueve años, alzó una piedra, y al ver un sapo bajo ella perdió el habla durante

algunas horas

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. En esta hipnosis me convenzo de que sabe todo lo que en la sesión

anterior sucedió, mientras que en estado de vigilia no recuerda nada de ello.

10 de mayo, por

...

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