Psicología y cuidado social en la vejez.

Psicología y cuidado social en la vejez.

Durante la vejez se presentan diferentes cambios en el comportamiento y la interrelación del individuo con el entorno y con otros sujetos.

A través de la Psicología Social de la Vejez podemos construir conocimientos basándonos en las relaciones sociales, la identidad social de los individuos, la influencia social, entre otras; ayuda a investigar los procesos de interacción entre las personas mayores, estudiar las características, procesos y dinámicas en las relaciones intergeneracionales y/o analizar los procesos de construcción y los elementos sociales y cognitivos de la imagen social de la vejez.

Con respecto a los cambios psicológicos podemos identificar modificaciones anatómicas y funcionales en el sistema nervioso y órganos de los sentidos, modificaciones en las funciones cognitivas, y modificaciones en la afectividad: pérdidas, motivaciones, personalidad.

Las capacidades cognitivas siempre presentan un declive paulatino, que se distingue en diferentes aspectos. Por ejemplo, el procesado de información sufre un enlentecimiento, lo que provoca un relativo enlentecimiento en la emisión de respuestas.

Otro claro ejemplo es la llamada “fatiga intelectual” que se manifiesta a través del enlentecimiento en la respuesta a ciertas situaciones que implican el uso del intelecto. 7Sin embargo, los cambios significativos en la memoria se ven a partir de los 70 años cuando la llamada “inteligencia fluida” – que es la que se ocupa de procesar nueva información y adquirir nuevos conocimientos – comienza a fallar, especialmente en el accionar de tareas que impliquen concentración, rapidez, atención y pensamiento inductivo; a diferencia de la “inteligencia fluida”, la “inteligencia cristalizada” – que se relaciona con los conocimientos previamente adquiridos durante la etapa de aprendizaje del sujeto – no se modifica con el paso de los años.

A su vez, la memoria se ve afectada de la siguiente manera: la memoria inmediata se mantiene relativamente bien preservada a no ser por algunos casos puntuales en las que ésta se dañe, al igual que la memoria a largo plazo. En cuanto a la memoria reciente, ésta comienza a mostrar déficits, como la incapacidad para recordar hechos muy recientes, se denominan como “olvidos cotidianos”.

La capacidad del lenguaje se mantiene casi que inalterable, excepto por algún tipo de enlentecimiento.

La vejez se ve muy marcada por las pérdidas (familiares, laborales, físicas, sociales, etc.), lo que afecta la afectividad emocional. Dicha capacidad y su alteración depende de la personalidad del individuo y su capacidad para enfrentarse a los cambios y las pérdidas.

Las pérdidas asociadas al proceso de envejecimiento crean para el individuo un campo de experiencias que son agresión a su identidad personal, tanto desde el punto de vista de autoimagen como de la autoestima. No se trata solamente de las pérdidas más dramáticas, como la repentina pérdida de la salud, la jubilación obligada o el ingreso en una institución asistencial. Lo más frecuente

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