Sensibilidad pedagógica

Sensibilidad Pedagógica

Wilfredo Martínez

Con frecuencia al ejercer nuestra labor de docentes experimentamos momentos de frustración, decepción, agotamiento, desesperación y, en casos extremos, hasta ira, al observar la conducta o el desempeño de discentes que, a primera impresión etiquetamos de manera peyorativa catalogándolos de descuidados, apáticos, irresponsables, por mencionar algunos adjetivos. Pero también somos testigos de jóvenes que destacan por sus iniciativas, constancia, ingenio y motivación hacia el logro. Nuestra reacción ante tal situación es determinante en el subsiguientemente comportamiento de ese aprendiz. Esta dicotomía de emociones que experimentan docente y estudiante puede ser el detonante - por el lado del discípulo - de un ser brillante que desarrolle toda su capacidad creadora, proactiva y productiva, con calidad humana buenos principios; como también llegaría a generar repulsión, apatía, despego y aislamiento. Por el lado del maestro (ya en reflexión), una sensación de una tarea incompleta, un juicio a priori, una investigación sin culminar, un compromiso sin asumir o reto que lo ha sobrepasado como ese maestro que debe estimular y alentar la formación para la vida. O, por el contrario, ese orgullo de verlo surgir, superarse y empoderarse en su entorno.

El maestro que participa y se involucra en el contexto biopsicosocial de su discípulo y camina emocionalmente, alentándolo con su repertorio de valores espirituales en consonancia con su sabiduría, logra más que aquel que se deja absorber por la rutina y juzga sin conocer los peros y porqués de esa alma que le mira con respeto, buscando quizá una voz, un hombro, una escucha.

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