Sentencia Previa
carlosm226 de Junio de 2013
611 Palabras (3 Páginas)699 Visitas
Este variado escenario de decisiones, en la que hay que sopesar elementos dispersos y perspectivas encontradas, constituye un segundo grupo de decisiones, que llamaremos, siempre siguiendo a Lewkowicz, “elección”. El protagonista también lidia con éxito en ese terreno.
Pero la historia tendrá un giro inesperado. Una nueva convulsión estremece el cuerpo de Agatha. Los precognitivos tienen una nueva visión. Esta vez anticipan un crimen en el que el propio detective es el asesino. Tomado por la lógica anticipatoria, John Anderton deberá lidiar con su propia sentencia previa. Resignado, va al encuentro de su víctima, pero todavía esperanzado en algún minority report que le ofrezca una probabilidad para zafar del destino.
Pero ya en la escena del crimen el orden de necesidad se impone como irreversible. No existe minority report para su caso y como si eso fuera poco, su anunciada víctima resulta ser un monstruo. Muchas veces nos hemos preguntado qué harían los padres de un desaparecido si se encontraran frente al victimario de sus hijos. Imprevistamente, el film de Spielberg nos coloca ante ese trance. El criminal reconoce impunemente haberse ensañado con el pequeño niño. ¿Qué hacer con el asesino de un hijo? John Anderton no tiene dudas. Estuvo seis años esperando ese momento y sabe qué es lo que hay que hacer. Apunta, decidido a hacer justicia. Pero en el instante crucial, cuando cae la aguja del horizonte temporal del crimen, desiste de su acción.
No interesan aquí sus razones manifiestas. No interesa si lo hace porque es un buen detective, o porque sigue los prudentes consejos de una mujer talentosa. Interesa saber que ya estaba decidido a hacerlo, que iba a disparar. Pero que no lo hace. Al desistir en ese último instante, se abre a lo imprevisible. Sin proponérselo, abre una brecha en el tiempo, y recibe entonces un comentario por parte de su víctima. Una revelación que no podía preverse. Porque no son palabras que podían haber sido dichas antes, sino que acontecen allí: son invención de esa pausa.
Esas palabras que el sujeto demanda al Otro, decretan de un plumazo la inutilidad de su empresa. No tanto la de su vengativo-preventiva empresa policial, sino la de toda su existencia. Pero es ese instante en que el protagonista hizo tiempo. Tiempo para comprender.
En esa pausa, el sujeto decidió, sin saberlo, poner fin a una serie de repeticiones. Va en busca de su mujer y por primera vez pueden hablar del hijo perdido. Pueden llorar juntos y decirse lo mucho que lo extrañan. Pueden evocar e imaginar un niño más allá del trauma.
Todo el film vale esa decisión. El sujeto decidió ir en busca de un destino diferente. No retrocediendo en el tiempo para prever lo imposible, sino buscando en el porvenir de un nuevo hijo.
La historia de Spielberg se rescata a sí misma. Nos sugiere un camino posible para un duelo por una persona amada y desaparecido. Ni la venganza maníaca ni la depresión paralizante. Una causa. Pero lo que enseña el film es que la verdadera causa política, la que cambia el curso de la historia, es la que supone la decisión de un sujeto. No la mera opción correcta o la elección adecuada. Una decisión.
Es cierto que John Anderton no está completamente solo. Lo acompaña una analista. Porque Agatha ha dejado de ser una precognitiva para sustraerse ella misma de semejante cansancio. Ya no es la precog que todo lo ve. Ella misma se sustrae al conductismo del film. ¿Can you see? ¿Can you see? No es un mensaje para el Departamento de precrimen, sino una interpelación al sujeto. Y John Anderton, que pasó años en la ceguera de los ojos abiertos, se ha operado de la vista.
...