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Tu Madre


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  Ensayos  •  986 Palabras (4 Páginas)  •  268 Visitas

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El escritor norteamericano, polémico siempre en su vida aventurera, muy vinculado a España y Premio Nobel de Literatura en 1954, dejó esta pequeña obra maestra de concisión, de intimidad y de fuerza narrativa, espejo de la lucha por la superación humana y de la inutilidad en su enfrentamiento con la naturaleza.

“Érase una vez un viejo solo en su barca...” que pescaba en medio del Gulf Stream, frente a La Habana, aunque llevaba ya ochenta y cuatro días sin capturar pez alguno. Su nombre era Santiago. Hasta no hace mucho le acompañaba en las faenas un muchacho del lugar, Manuel, cariñoso, educado y siempre atento con el viejo –entre ambos la relación es casi la de padre e hijo–. El chico no le podrá asistir en la siguiente salida, pues se encuentra comprometido con otra embarcación que suele correr bastante mejor suerte que la de Santiago. Los dos se reúnen frecuentemente a tomar algo en “La Terraza” y charlan sobre los equipos favoritos de béisbol de los norteamericanos y, muy especialmente, sobre Di Maggio.

Describe luego el narrador la humilde y marinera casa de Santiago: con apenas unos pocos pertrechos para la pesca, una botella de agua, escasa comida. Y como recuerdo de su esposa, una imagen de la cubana Virgen del Cobre.

El chico se despide del “abuelo” para que pueda descansar y soñar con los leones que en otros tiempos de mar, aquellos de su juventud, podía contemplar desde los barcos en las costas africanas.

Llegada una nueva mañana, Santiago dispone lo necesario para otra jornada de pesca, confiando en la fortuna que últimamente le ha sido esquiva. Al amanecer, se aleja lentamente por la mar, con rumbo cierto, sin prisas. Conforme se va distanciando, echa sedales y anzuelos con la carnaza necesaria para diferentes clases de peces. En el entorno hay poca compañía —el ruido del cielo, el mecer de las olas, sus propias palabras que fluyen sencillas, rutinarias, cargadas de respetuoso silencio-, y mucha soledad. Lejos de la costa observa un ave marina, un águila, y peces voladores, y unos “dorados” de color verduzco; también peligrosas medusas que crean “el agua mala”; incluso ve tortugas. Sobrio y sencillo, Santiago lleva poca comida y su pequeña botella de agua. Echa en falta la compañía y ayuda de Manuel –mientras, habla, dialoga consigo mismo, con el mar; se entristece, se enfada o se alegra; dirige sus palabras a la mar, a los peces, las aves, las estrellas compañeras, sus “hermanitas”–.

Por fin descubre un pez que parece grande, excepcional. Comienza un combate épico entre el pescador y la presa, lucha que durará días, largas horas de heridas por la pelea a vida o muerte, por el éxito o el fracaso definitivos. La fuerza del pez le arrastra hacia el interior, le aleja de la costa hasta que las remotas luces desaparecen.

Santiago repone fuerzas comiendo, cruda y en tiras, una albacora que poco antes ha capturado. El pescador está

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