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Capítulo I Aspectos Filosóficos del pensamiento de Juan Pablo II


Enviado por   •  15 de Marzo de 2017  •  Monografías  •  5.606 Palabras (23 Páginas)  •  272 Visitas

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Capítulo I                Aspectos Filosóficos del pensamiento de Juan Pablo II

Dos ejes fundamentales son los que despiertan el interés de la trayectoria intelectual de Wojtyla, ambos profundamente relacionados, la antropología y la ética. Podemos decir que Karol Wojtyla es un fenomenólogo realista, no renuncia a la Metafísica del Ser de Tomás de Aquino, la asume al interior de su propio método para buscar progresar en el conocimiento sobre la realidad en general y sobre la persona humana en particular.

Su tesis sobre el sistema moral de Max Scheler, lo acercan al método fenomenológico, que le permitirá descubrir a la persona como fuente de los valores morales, descubrimiento e interés que se verán plasmados en su ensayo filosófico Persona y acción editado en 1969.

Juan Pablo II dirige sobre todo su atención, desde el inicio de su carrera a la acción humana, busca una ontología del espíritu que sirva de fundamento a la ética. La acción de su filosofía está dirigida sobre todo al hombre como sujeto inteligible y libre que actúa en comunidad. La subjetividad del hombre emerge cuando cada persona se experimenta como responsable de las propias acciones. El acto revela al hombre como persona. Gracias a la acción, al amor, al don sincero de sí, el hombre llega a realizarse.[1]

El fundador del método fenomenológico es el matemático Edmund Husserl; la fenomenología pronto se desmembra en  ideas paralelas respondiendo a intereses diversos como es el acaso de Max Scheler. Husserl, sin buscarlo, abre camino para que puedan reencontrarse la filosofía católica y la filosofía que alcanza su punto más alto en Kant. Edith Stein en un escrito que se recopila en el libro La Pasión por la verdad enumera las siguientes características de la fenomenología:

  1. La objetividad de la conciencia: Hussserl afirma que el espíritu encuentra la verdad, no la produce. Está es eterna e inmutable.
  2. La  Intuición: la fenomenología es una ciencia deductiva, las verdades filosóficas son infinitas por esto siempre podemos encontrar nuevas. La intuición o “contemplación intelectual” es un medio natural de conocimiento como lo son también las percepciones naturales, modo de conocimiento que nos acerca a las verdades ideales.
  3. El Idealismo: viene a significar que el mundo depende de alguna manera de la conciencia que lo conoce (en este sentido difiere de la filosofía católica y este es un o de los puntos de oposición entre Max Scheler y Husserl, en el cual tampoco acordará Edith.

El Personalismo de Mounier.

        Avanzando un poco más se puede afirmar que la propuesta filosófica de Wojtyla es un personalismo; corriente filosófica que nació en Francia con Emmanuel Mounier, quien en su obra “El Personalismo” pone como afirmación central de su filosofía la existencias de personas libres y creadoras.[2] Personalismo que, se opone tanto al individualismo como al impersonalismo, va adquiriendo precisión en las obras y en el magisterio de Juan Pablo II como nuevo paradigma, como un volver la vista al ser humano para redescubrirlo. El ser humano que ha sido capaz de descubrir tantos misterio de la naturaleza y paradójicamente el mismo es un misterio, “un ser desconocido” que exige continuamente una nueva y madura expresión de su propia naturaleza.

  Rodrigo Guerra López en su libro: El pensamiento Filosófico de Karol Wojtyla, que ha sido un texto fundamental en la elaboración de este capítulo, cita al mismo Wojtyla definiendo al personalismo. Me ha parecido importante transcribir los siguientes textos tal cuál aparecen citados:

        El personalismo no es tanto una teoría particular de la persona o una ciencia teórica sobre la persona. Posee un amplio significado práctico y ético: se trata de la persona como sujeto y objeto de la acción, como sujeto de derechos, etc.[3]

No está jamás permitido tratar a la persona como un medio. Este principio tiene alcance absolutamente universal. Nadie tiene derecho a servirse de una persona, de usar de ella como de un medio, ni siquiera Dios su creador[4]

        Como profesor logra realizar una amplia reflexión en torno a aquellos temas  en que la antropología se entrelaza con la moral: la acción humana, la verdad en la conciencia, el amor conyugal; su reflexión se extenderá a la teología del cuerpo, que siendo ya papa iría comentando entre los años 1979 y 1984, en las audiencias como una prolongada catequesis.

Como antes mencioné, el principal exponente del Personalismo es Emmanuel Mounier, pero bajo esta “etiqueta” podemos considerar también a  Jacques Maritain, Ricoeur, Marcel, Levinás, incluso Tehillard de Chardin y Paulo Freire, etc... Los personalistas toman como eje principal de sus teorías a la persona humana. Pero veamos más de cerca algunos principios del personalismo desde el mismo Mounier, abordando aquellos que son más coincidentes con el pensamiento de Juan Pablo II:

Mounier que se confesaba cristiano, buscaba una filosofía que pudiera reemplazar el existencialismo ateo de Sartre.

  1. Existencia incorporada.

Habla del ser humano como un ser complejo, es todo cuerpo pero también es todo espíritu,  no puede existir sin el cuerpo, pero es el reconocimiento de su espíritu el que completa su antropología. Para este filósofo es el espíritu el que nutre el pensamiento y el cuerpo, el que lleva el pensamiento a la expresión, por mi cuerpo me expongo al mundo, a los otros y puedo escapar de mi soledad. Mounier habla de la obediencia a Dios equiparándola al amor al prójimo como dos realidades que se complementan, amar al otro me lleva a interactuar con él, el otro no me limita, exalta al hombre, lo trasfiguran. Es necesario salir de sí, descentrarse para poder encontrarse.

La persona es tal desde su existencia más elemental, la existencia encarnada del se humano le es fundamental. El hombre es un ser natural que trasciende lo natural. Esto lo logra por una doble capacidad: conoce el universo que lo devora[5] y puede transformarlo; es capas de amor, es capaz de Dios. No podemos tomar a la persona humana como objeto, buscando conocerla desde fuera Es la única realidad que podemos conocer y que al mismo tiempo lo hacemos desde adentro.

  1. La acción como expresión del compromiso.

Este ser encarnado, se vuelve a la naturaleza para transformarla, y diríamos desde el relato del Génesis para dominarla,  (cf. Gn 1, 28) no acepta someterse sin más a ella. Dirá Mounier que el solo adaptarse es esclavizarse. De este dominio de la Naturaleza surge entonces la actividad productiva, que es esencial de la persona y tiene que buscar ser una actividad que rescate y libere. Desde esta condición entonces se vuelve humana y humanizante.

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