¿Cómo Sería El Mundo Sin tí?

Desde Cristo descubrimos que esta pregunta no se resuelve poniendo ideales de gloria y éxito para nuestras vidas, sino acercándonos a quien nos conoce mejor que lo que nosotros mismos nos conocemos y dejando que Él nos revele nuestra verdadera y más profunda identidad, esto es haber sido creados por el amor y para el amor.

Sin embargo, quien quiera aceptar esto para su vida y vivir de acuerdo con ello, describirá que muchas veces incluso la mayoría del tiempo, comete uno y mil errores que hacen que la relación consigo mismo y el próximo se haga verdaderamente difícil. Quien quiere amor de verdad se da cuenta que hay experiencias de dolor ya sea porque lastimamos, o porque nos lastiman; pero que al mismo tiempo ese dolor no puede limitar o restringir el anhelo de amor que se dibuja en nuestro interior.

¿Cómo amar a pesar de nuestros errores y los de los demás? Viviendo intensamente el perdón, pues sólo el perdón permite iniciar de nuevo y recobrar lo perdido. Y en la confesión, Dios sale a nuestro encuentro para enseñarnos de qué se trata. Pero ¿realmente necesitamos que Dios nos perdone? ¿De qué sirve el perdón de Dios? Así como cuando lastimamos a un amigo o aun familiar y deseamos que esa persona nos perdone, cuando actuamos de manera inadecuada, lastimamos a Dios y hacemos parte de todos aquellos hombres por los que, a lo largo de la historia el Señor dio su vida en la Cruz. La confesión es el medio por el cual se nos manifiesta el amor del Señor en su perdón y mediante la absolución del sacerdote, nos regala la posibilidad de iniciar de nuevo.

Es el perdón de Dios la mayor muestra de su amor. Descubrirse perdonando es descubrirse liberado de las mascaras y de las falsas imágenes que tenemos de nosotros mismos. Nuestros pecados nos impiden ver correctamente quienes somos y quien es el otro, pues el mal es contrario a nuestra naturaleza creada por y para el amor. Al perdonarnos, el Señor retira de nosotros el mal que nos impedía vernos con mas claridad y de igual manera, nos muestra nuestro lugar en el mundo y la forma concreta en que podemos ser felices. La mentira, la soberbia, la pereza son esas mascaras que cubren nuestro verdadero rostro y el señor, mediante la confesión, retira, devolviéndonos la bondad propia de nuestra condición humanal.

.¿En qué consiste la confesión? Mientras estuvo con nosotros, el Señor dió a sus apóstoles la autoridad para perdonar pecados, a imagen de Él mismo, quien siempre tuvo el perdón para aquellos que deseaban ser perdonados. Hoy, cada uno de nosotros puede acudir a un sacerdote, quien por la autoridad conferida por Cristo y en su nombre puede realmente perdonar el mal que hemos hecho. Para confesarnos, necesitamos evaluarnos a nosotros mismos mediante un examen de conciencia, luego contar nuestros pecados al sacerdote, quién luego de absolvernos nos pedirá cumplir una pequeña penitencia (que puede se una oración sencilla).

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