Discursos Del Papa Francisco En La JMJ
Enviado por • 23 de Septiembre de 2013 • 1.705 Palabras (7 Páginas) • 405 Visitas
FIESTA DE ACOGIDA DE LOS JÓVENES
SALUDO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Paseo marítimo de Copacabana, Río de Janeiro
Jueves 25 de julio de 2013
Más de un millón de personas llegaron a Copacabana. El Papa Francisco exhortó a los jóvenes
de todo el mundo a acoger a Cristo en sus vidas y alimentarse de su fe.
VIDEO: http://bit.ly/18C9PI6 | FOTOS: http://bit.ly/18FRZHJ
Queridos jóvenes
Buenas tardes.
Veo en ustedes la belleza del rostro joven de Cristo, y mi corazón se llena de alegría.
Recuerdo la primera Jornada Mundial de la Juventud a nivel internacional. Se celebró
en 1987 en Argentina, en mi ciudad de Buenos Aires. Guardo vivas en la memoria estas
palabras de Juan Pablo II a los jóvenes: "¡Tengo tanta esperanza en vosotros! Espero
sobre todo que renovéis vuestra fidelidad a Jesucristo y a su cruz redentora" (Discurso a
los Jóvenes, 11 de abril 1987: insegnamenti, X/1 [1987], p. 1261).
Antes de continuar, quisiera recordar el trágico accidente en la Guyana francesa, en el
que perdió la vida la joven Sophie Morinière, y otros jóvenes resultaron heridos. Os
invito a hacer un minuto de silencio y a dirigir nuestra oración a Dios por Sophie, los
heridos y sus familiares.
Este año, la Jornada vuelve, por segunda vez, a América Latina. Y ustedes, jóvenes, han
respondido en gran número a la invitación de Benedicto XVI, que les ha convocado
para celebrarla. Se lo agradecemos de todo corazón. Mi mirada si extiende sobre esta
gran muchedumbre: ¡Son ustedes tantos! Llegados de todos los continentes. Distantes, a
veces no sólo geográficamente, sino también desde el punto de vista existencial,
cultural, social, humano. Pero hoy están aquí, o más bien, hoy estamos aquí, juntos,
unidos para compartir la fe y la alegría del encuentro con Cristo, de ser sus discípulos.Francisco en Brasil
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Esta semana, Río se convierte en el centro de la Iglesia, en su corazón vivo y joven,
porque ustedes han respondido con generosidad y entusiasmo a la invitación que Jesús
les ha hecho a estar con él, a ser sus amigos.
El tren de esta Jornada Mundial de la Juventud ha venido de lejos y ha atravesado la
Nación brasileña siguiendo las etapas del proyecto "Bota fe - Pon fe". Hoy ha llegado a
Río de Janeiro. Desde el Corcovado, el Cristo Redentor nos abraza y nos bendice.
Viendo este mar, la playa y a todos ustedes, me viene a la mente el momento en que
Jesús llamó a sus primeros discípulos a orillas del lago de Tiberíades. Hoy Jesús nos
sigue preguntando: ¿Quieres ser mi discípulo? ¿Quieres ser mi amigo? ¿Quieres ser
testigo del Evangelio?
En el corazón del Año de la fe, estas preguntas nos invitan a renovar nuestro
compromiso cristiano. Sus familias y comunidades locales les han transmitido el gran
don de la fe.
Cristo ha crecido en ustedes. Hoy he venido a confirmarles en esta fe, la fe en Cristo
vivo que habita en ustedes, pero he venido también para ser confirmado por el
entusiasmo de su fe.
Les saludo a todos con gran afecto. A ustedes aquí presentes, venidos de los cinco
continentes y, a través de ustedes, a todos los jóvenes del mundo, en particular a
aquellos que no han podido venir a Río de Janeiro, pero que nos siguen por medio de la
radio, la televisión e internet, a todos les digo: ¡Bienvenidos a esta gran fiesta de la fe!
En diversas partes del mundo, muchos jóvenes están reunidos ahora para vivir juntos
este momento: sintámonos unidos unos a otros en la alegría, en la amistad, en la fe. Y
tengan la certeza de que mi corazón de Pastor les abraza a todos con afecto universal.
¡El Cristo Redentor, desde la cima del monte Corvado, les acoge en esta bellísima
ciudad de Río!
Un saludo particular al Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el querido
Cardenal Stanislaw Rilko, y a cuantos colaboran con él. Agradezco a Monseñor Orani
João Tempesta, Arzobispo de São Sebastião do Río de Janeiro, la cordial acogida que Francisco en Brasil
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me ha dispensado y el gran trabajo realizado para preparar esta Jornada Mundial de la
Juventud, junto con las diversas diócesis de este inmenso Brasil. Mi agradecimiento
también se dirige a todas las autoridades nacionales, estatales y locales, y a cuantos han
contribuido para hacer posible este momento único de celebración de la unidad, de la fe
y de la fraternidad.
Gracias a los Hermanos Obispos, a los sacerdotes, a los seminaristas, a las personas
consagradas y a los fieles laicos que acompañan a los jóvenes, desde diversas partes de
nuestro planeta, en su peregrinación hacia Jesús. A todos y a cada uno, mi abrazo
afectuoso en el Señor.
¡Hermanos y amigos, bienvenidos a la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, en esta
maravillosa ciudad de Río de Janeiro!
CEREMONIA DE DESPEDIDA EN EL AEROPUERTO
INTERNACIONAL GALEÃO/ANTONIO CARLOS JOBIM
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Rio de Janeiro
Domingo 28 de julio 2013
Antes de subir al avión que lo llevó de retorno a Roma, el Papa dirigió un mensaje de
despedida ante las autoridades civiles y religiosas en el Aeropuerto Internacional Galeão/
Antonio Carlos Jobim.
VIDEO: http://bit.ly/179TTtu
Señora Presidenta de la República,
Distinguidas Autoridades nacionales, estatales y locales,
Querido Arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro,
Venerados Cardenales y Hermanos en el Episcopado,
Queridos amigos
En breves instantes dejaré su Patria para regresar a Roma. Marcho con el alma llena de
recuerdos felices; y éstos –estoy seguro- se convertirán en oración. En este momento
comienzo a sentir un inicio de saudade. Saudade de Brasil, este pueblo tan grande y de
gran corazón; este pueblo tan amigable. Saudade de la sonrisa abierta y sincera que he
visto en tantas personas, saudade del entusiasmo de los voluntarios. Saudade de la
esperanza en los ojos de los jóvenes del Hospital San Francisco. Saudade de la fe y de la
alegría en medio a la adversidad de los residentes en Varghina. Tengo la certeza de que
Cristo vive y está realmente presente en el quehacer de innumerables jóvenes y de tantas
personas con las que me he encontrado en esta semana inolvidable. Gracias por la
acogida y la calidez de la amistad que me han demostrado. También de esto comienzo a
sentir saudade.Francisco en Brasil
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Doy las gracias a la Señora Presidenta por haberse hecho intérprete de los sentimientos
de todo el pueblo de Brasil hacia el Sucesor de Pedro. Agradezco cordialmente a mis
hermanos Obispos y a sus numerosos colaboradores que hayan hecho de estos días una
estupenda celebración de nuestra fecunda y gozosa fe en Jesucristo. Doy las gracias a
todos los que han participado en las celebraciones de la eucaristía y en los demás actos,
a quienes los han organizado, a cuantos han trabajo para difundirlos a través de los
medios de comunicación. Doy gracias, en fin, a todas las personas que de un modo u
otro han sabido responder a las exigencias de la acogida y organización de una inmensa
multitud de jóvenes, y por último, pero no menos importante, a tantos que, muchas
veces en silencio y con sencillez, han rezado para que esta Jornada Mundial de la
Juventud fuese una verdadera experiencia de crecimiento en la fe. Que Dios recompense
a todos, como sólo Él sabe hacer.
En este clima de agradecimiento y de saudade, pienso en los jóvenes, protagonistas de
este gran encuentro: Dios los bendiga por este testimonio tan bello de participación
viva, profunda y festiva en estos días. Muchos de ustedes han venido a esta
peregrinación como discípulos; no tengo ninguna duda de que todos marchan como
misioneros. Con su testimonio de alegría y de servicio, ustedes hacen florecer la
civilización del amor. Demuestran con la vida que vale la pena gastarse por grandes
ideales, valorar la dignidad de cada ser humano, y apostar por Cristo y su Evangelio. A
Él es a quien hemos venido a buscar en estos días, porque Él nos ha buscado antes, nos
ha enardecido el corazón para proclamar la Buena Noticia, en las grandes ciudades y en
las pequeños poblaciones, en el campo y en todos los lugares de este vasto mundo
nuestro. Yo seguiré alimentando una esperanza inmensa en los jóvenes de Brasil y del
mundo entero: por medio de ellos, Cristo está preparando una nueva primavera en todo
el mundo. Yo he visto los primeros resultados de esta siembra, otros gozarán con la
abundante cosecha.
Mi último pensamiento, mi última expresión de saudade, se dirige a Nuestra Señora de
Aparecida. En aquel amado Santuario me he arrodillado para pedir por la humanidad
entera y en particular por todos los brasileños. He pedido a María que refuerce en
ustedes la fe cristiana, que forma parte del alma noble de Brasil, como de tantos otros
países, tesoro de su cultura, voluntad y fuerza para construir una nueva humanidad en la
concordia y en la solidaridad.Francisco en Brasil
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El Papa se va, les dice "hasta pronto", un "pronto" ya muy nostálgico (saudadoso) y les
pide, por favor, que no se olviden de rezar por él. El Papa necesita la oración de todos
ustedes. Un abrazo a todos. Que Dios les bendiga.
ORACIÓN QUE EL PAPA FRANCISCO PRONUNCIÓ AL FINAL DE LA
MISA EN SANTUARIO DE APARECIDA
Miércoles 24 de julio 2013
Antes de culminar la Misa en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, el Papa Francisco
elevó una oración frente a la imagen mariana, Patrona de Brasil, para consagrar su
pontificado a la protección de la Madre de Dios.
VIDEO: http://bit.ly/144x0W0
“Oh María Santísima
De los méritos de nuestro Señor Jesucristo en tu querida imagen de Aparecida,
alcanza numerosos beneficios sobre todo a Brasil.
Yo, aunque indigno de pertenecer al número de tus hijos e hijas, pero lleno de deseo de
participar de los beneficios de tu misericordia, postrado a tus pies consagro mi
entendimiento para que siempre pienses en el amor que mereces.
Te consagro mi lengua para que siempre te alabe y propague tu devoción.
Te consagro mi corazón para que, después de Dios, te ame sobre todas las cosas.
Recíbeme, Oh Reina incomparable.
Tú, que en Cristo crucificado eres nuestra Madre en el dichoso número de tus hijos e
hijas,
recíbeme bajo tu protección.
Socórreme en todas mis necesidades espirituales y temporales, sobre todo en la hora de
mi muerte. Bendíceme oh celestial cooperadora; y con tu poderosa intercesión,
fortaléceme en mi flaqueza a fin de que te sirva fielmente en esta vida y después pueda
alabarte, amarte y darte gracias en el cielo por toda la eternidad”.
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