ENSAYO – SANTÍSIMA TRINIDAD TEOLOGÍA II

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La Santísima Trinidad

La santísima trinidad nos habla de la unidad eterna del padre, el hijo y el espíritu santo. Esta teoría teológica no está comprendida dentro del antiguo o nuevo testamento, sino que fue aceptada por la Iglesia en el Siglo IV.

Primero cabe resaltar la dificultad de la razón humana para comprender este misterio, el cual necesita de una fe inicial para poder empezar a concebir una idea conceptual de lo que implica tener a tres personas divinas como máxima adoración en una religión monoteísta.

Considero que en la profesión de la fe deben darse temas sencillos para la comprensión de cualquier persona, no necesaria y exclusivamente para la comprensión de entendidos de teología y filosofía. La santísima trinidad involucra una síntesis prácticamente inteligible para cualquier laico o para algún católico poco leído, ya que la unión de tres personas distintas con distintas naturalezas divinas en una sola persona es un tanto confusa. Coincido entonces con San Jerónimo cuando dice: “La verdadera profesión del misterio de la Trinidad, es adueñarse de la idea de que no la comprendemos”.

También comprendo que las realidades divinas son radicalmente opuestas a las humanas, es decir cuando pensamos en la unión en las criaturas es imposible concluir que tres puedan ser igual a uno. Pero cuando hablamos de una realidad divina, los tres miembros de la Trinidad no están en un mismo plano, sino que se encuentran en esferas diferentes.

La Santísima Trinidad ha generado mucha controversia a lo largo de los años, ya que muchas personas pueden dar su interpretación de cómo está constituida y cuál es la relación entre cada una de estas personas divinas. Yo personalmente considero que si existe una jerarquía en esta unión, contrario a lo que la doctrina establece. Ya que el padre fue quien envió al Hijo al mundo gracias a su infinito amor y sabiduría; y el hijo rinde tributo y gracia a su padre. Y el espíritu santo es la perfecta reflexión unísona del infinito amor entre padre e hijo, así cumple su función de interceder en el conocimiento de los grandes profetas.

Es acertado concebir que nunca se podrá tener un pleno conocimiento del misterio divino, ya que hay que reconocer que en temas teológicos la ignorancia humana en relación a lo divino es parte de nuestra naturaleza.

Como conclusión creo que un tema tan relevante para nuestra religión no podría ser llamado o catalogado como un misterio oscuro, sino por el contrario como una luminiscente y compleja respuesta, alimento de fe. Que nos exhorta a indagar, a comunicarnos con nosotros mismos y a tratar de hallar respuestas en nuestra relación con Dios; ya sea mediante el Padre, el Hijo o el Espíritu Santo.          

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