El Matrimonio Y Ministerio De Salvacion
Adlet2 de Noviembre de 2014
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El matrimonio, entre "realidad terrena"
y "misterio de salvación"
Realidad eminentemente terrena -presente en todas las épocas y latitudes- el matrimonio es al mismo tiempo "misterio de salvación-" (E. Schillebeeckx); es, pues, dato "natural" o "de creación", y un "lugar teológico" a la vez. No es casual, desde este punto de vista, que el matrimonio, como el trabajo, aparezca en la Biblia ya desde el comienzo.
Esta inseparable conexión entre la dimensión antropológica y la teológica plantea una serie de problemas -y también una serie de exigencias fundamentales- a cualquier ética cristiana del matrimonio. Esta ética no podrá nunca fundamentarse sólo en la palabra explícita de Dios tal como puede extraerse de la revelación y de la tradición de la Iglesia sino que antes de nada y sobre todo, deberá "leer" (o "releer' el matrimonio como dato histórico. La revelación, desde luego, ilumina y ayuda a captar y a interpretar en profundidad este dato; pero nunca pretende sobreponerse desde fuera, ya que el matrimonio es una realidad que pone ya por sí misma, de alguna manera, al hombre en relación con Dios y por lo tanto, es una realidad "originalmente" religiosa, aunque independientemente de la referencia a una fe explícita.
En este sentido la ética cristiana del matrimonio asume como propios, para reinterpretarlos y proponerlos de nuevo con una luz y perspectiva nuevas capaz de captar su intencionalidad profunda, algunos valores éticos básicos, a los que hace, o debería hacer, referencia toda relación auténtica de pareja.
De los tres bienes tradicionales del matrimonio (proles, fides, sacramentum: prole, fidelidad, `misterio', solamente el tercero, y éste también sólo en parte -puesto que ha existido y existe una dimensión sacral o religiosa también del matrimonio de los no cristianos y hasta de los no creyentes-, se manifiesta como específicamente cristiano; pero la ética cristiana se extiende a los tres ámbitos y debe asumirlos todos.
Brota de aquí la estrecha relación que se da entre el matrimonio como institución (natural) y el matrimonio como sacramento (es decir, como don que viene de lo alto y que dirige a los cónyuges la llamada a vivir su vocación cristiana y a realizar su santificación en el estado conyugal). Historia del matrimonio institución y desarrollo de la comprensión del matrimonio sacramento se superponen continuamente, y no hay época histórica o movimiento cultural que no haya dejado su huella en el mismo matrimonio cristiano: no sería difícil -y, se ha intentado en numerosos estudios sobre la historia del matrimonio cristiano- identificar cuántos y qué elementos ha asumido del judaísmo, del mundo grecorromano, del germánico, de la cultura moderna. El mismo paso de una visión institucionalista a otra personalista del matrimonio -paso que no se habría podido dar de no haberse producido el encuentro entre la ética cristiana y el sentimiento del amor que aparece en la cultura moderna- confirma esta dependencia de las culturas y, a la vez, esta creatividad respecto a sus elaboraciones. En cierto sentido el rasgo original del matrimonio cristiano está precisamente en mantener y desarrollar progresivamente sus características fundamentales propias por encima de los cambios de épocas, culturas y estilos de vida. Hay un "duro núcleo" del matrimonio cristiano, al que no le afecta ni le debilita la sucesión de las "formas" con las que el matrimonio como institución de cuando en cuando se reviste. Tarea fundamental de la ética cristiana del matrimonio es dejar claros los datos de toda cultura y penetrar su espíritu profundo, redescubriendo, a través de los distintos proyectos del hombre, el definitivo pero siempre renovado "proyecto" de
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