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Historia de un accidente de coche


Enviado por   •  2 de Abril de 2014  •  Informes  •  614 Palabras (3 Páginas)  •  196 Visitas

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eridas familiares, un grave accidente en carretera, noches de diversión insana, trabajar como pintor de coches, un noviazgo... una vorágine de experiencias en las que Gonzalo Arroyo se detuvo y retó a Dios diciéndole: «Si de verdad estás vivo y puedes cambiarme la vida, hazlo». Él mismo lo cuenta con su testimonio en el semanario Alfa y Omega.

»Me llamo Gonzalo Arroyo, tengo 28 años y soy seminarista; ¿cómo empezó esta historia de mi relación con Dios y la llamada al sacerdocio? [...]

»Después de una infancia, en la que me eduqué en un colegio de monjas y cuando mi madre me transmitía la fe en casa, fui creciendo preguntándome desde pequeño el porqué del sufrimiento en mi familia, o de las personas cercanas a mí. Desde pequeño, me gustaba hablar con amigos y amigas, y dar consejos, «solucionar problemas»...

»A lo largo de mi adolescencia, viví la fe me manera teórica, sabiendo que Dios era bueno, pero que en mi vida concreta no actuaba. Ninguno de mis amigos iba a Misa, y en los ambientes de fiesta en los que me desenvolvía, Dios no estaba presente.

No merece la pena, ¡sino la vida!

»Pero Él me iba amando y cuidando sin que yo me diera cuenta. La primera vez que mi corazón tembló por oír su voz fue en mayo de 2003, con la visita de Juan Pablo II a Cuatro Vientos, cuando mientras escuchábamos al Papa, le oí decir: «Si sientes la llamada de Dios que te dice ¡Sígueme!... ¡No la acalles!».

»En esa misma visita, una consagrada de veintipocos años dijo algo que también se me quedó grabado: «Seguir a Cristo no merece la pena: merece la vida».

¡Vivir tiene un sentido!

»Ese mismo año, el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, tuve un accidente con el coche, en el que iba con unos amigos: dimos dos vueltas de campana y, milagrosamente, no caímos al lado contrario de la carretera, donde había cincuenta metros de barranco. Ese día supe que Dios me había salvado la vida y que tenía un sentido.

»En diciembre del año siguiente, 2004, durante el puente de la Inmaculada Concepción, hice un Cursillo de Cristiandad. Allí experimente, al fin, que era cierto aquello que quería creer desde hacía años: que Dios es amor, que Jesucristo había muerto por mí, y que ha resucitado.

«Si estás vivo y puedes cambiar mi vida...»

»Lo que hice en adelante fue básicamente retarle; le dije: «Si estás vivo y puedes cambiar mi vida, hazlo, ayúdame a comprobar que lo que pasa en el Evangelio es tan cierto como que estoy hablando contigo».

»Fui creciendo en la fe, conociendo cristianos que pasaron a ser mis amigos, y en los que veía a Dios, y comprobé, en muchas ocasiones concretas, cómo me quería el Señor. Con cierta

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