Jesus.

Te escribo ésta carta, pensando que es también una forma de oración; quizá para expresar amor, quizá para rogar perdón, quizá para suplicarte que a pesar de mi mal, seas tú quien no se olvide de mí aunque egoístamente muchas veces me olvido de ti.

Ésta noche siento pender de un hilo, con la incertidumbre de no saber qué, a dónde, por qué. Y sé que no hay más camino que Tú, pero ¿Cómo? ¿Cómo amigo amado? ¿Cómo?

Primero, quiero pedir perdón, por el pecado permanente que me mantiene amarrado a la infelicidad y al deseo de acabarlo definitivamente; ese pecado que tanto me gusta y la vez desprecio porque te ofende y me aleja de Ti. Señor, tengo ganas de no volver a él y a la vez siento dentro un impulso demoniaco por interrumpir ésta carta y salir corriendo a cometerlo de nuevo. Mis fuerzas después de tantos años son insuficientes y torpes, ridículas frente al pecado. Hoy más que nunca estoy convencido de que Sin Ti, será imposible fulminarlo. Por eso te pido perdón y te suplico que seas Tú quien me de la fuerza y la alegría de no volver a él. Te prometo confesarlo tan pronto me sea posible, no solo por acallar mi conciencia, sino para volver a tus brazos dignamente, pues he sido un hijo tuyo bañado de fango y de porquería tomado por las mismas manos que hoy junto para orar frente a Ti indignamente.

Pido tu Espíritu Señor, para que sea Él quien me haga mirar mi pecado y provocar un sincero arrepentimiento que venga desde el alma mía.

Recordando un poco lo que me enseñó el Seminario, te daré Gloria buscando razones reales de por qué darte una Alabanza: Admiro tu Gloria Señor, pues el Universo entero es perfecto, lleno de colores, de sabores, de aromas, de sonidos, de belleza y de riquezas que no son exclusivas de los ricos, como el agua de los manantiales, la luz del sol, las estrellas del cielo (Cómo quisiera volver a ver las estrellas con Mario y fumarme un cigarro con él. También por eso te doy Gloria, pues qué mayor Gloria puede tener Dios que la Alegría y amor entre dos Amigos que se quieren en tu nombre.) Te doy Gloria Señor, pues has elegido a quienes Tú has llamado y elegido como posibles Presbíteros, esos pastores tuyos que habrán de dirigir la Iglesia. No quiero volver a confundirme. Yo sé que si Tú de manera determinada y rotunda me haces un llamado no podré negarme definitivamente. Por ahora estoy seguro que ese no es mi camino. No lo es. Esa claridad viene de Ti… Te alabo también por tu manera de ser Dios, silencioso, pero perfectamente Fiel y Amoroso con tus hijos. Eres el Dios del Amor, aunque el Antiguo Testamento de pinte tan duro. No pretendo creer en un Dios a mi conveniencia, espero conocer y amar al Dios Verdadero tal y como es, así como Él me ama tal y cómo soy.

Ahora es momento de darte Gracias: Gracias por todo lo que no he sabido valorar Señor. Mi familia, mis amigos, mis niños, mis compañeros,

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