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LA RAIZ DEL SUFRIMIENTO


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  1.459 Palabras (6 Páginas)  •  331 Visitas

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Las raíces del sufrimiento

El sufrimiento es un estado de inconsciencia. Somos desgraciados porque no somos conscientes de lo Que estamos hacien¬do de lo que estamos pensando, de lo que estamos sintiendo... y por eso nos contradecimos continuamente, a cada momento. La acción va en una direc-ción, el pensamiento en otra, el senti¬miento está en otra parte. Nos vamos haciendo pedazos, cada vez estamos más fragmentados. Eso es el sufri-miento: perdemos integración, perde¬mos unidad. Perdemos por completo.

el centro, somos una simple periferia.

Y naturalmente, una vida que no sea armoniosa está condenada a ser miserable, trágica, una carga que hay que llevar como se pueda un sufrimiento. Lo máximo que uno puede hacer es conseguir que este sufrimiento sea menos doloroso. Y existen mil y una clases de quita dolores.

No solo están las drogas y el alco¬hol: la religión también se ha utilizado a modo de opio. Deja a las personas drogadas. Y naturalmente, todas las religiones están en contra de las drogas, porque ellas mismas se dedican al mismo negocio; están en contra de los competidores. Si la gente toma opio, puede que deje de ser religiosa; puede que ya no tenga necesidad de ser reli¬giosa. Si ya han encontrado el opio, ¿por qué tendrían que moles-tarse con la religión? Y el opio es más barato, exige menos com¬promiso. Si la gente toma marihuana, LSD y otras drogas más sofisticadas, es natural que no sea reli¬giosa, porque la religión es una droga muy primitiva. Por eso todas las reli¬giones están contra las drogas.

La razón no es que estén verdade¬ramente en contra de las drogas. La razón es que las drogas son competi¬dores y, por supuesto, si se puede im-pedir que la gente use drogas será más fácil que caigan en las trampas de los sacerdotes, porque esa es la única sali¬da que les queda. Es una especie de monopolio: en el mercado solo queda su opio y todo lo demás se declara ilegal.

La gente vive sumida en el sufri¬miento. Solo existen dos maneras de salir de él: la primera consiste en con¬vertirse en meditador: alerta, despierto, consciente... y eso es algo muy difí¬cil. Se necesita coraje. La manera más barata consiste en encontrar algo que te pueda dejar aún más inconsciente de lo que ya estás, para que no puedas sentir el sufrimiento. Encuentra algo que te deje totalmente insensible, algo que te intoxique, algún anestésico que te deje tan inconsciente que puedas escapar a esa in¬consciencia y olvidar todas tus ansiedades, angustias y sin sentidos.

La segunda manera no es la verdadera. La segunda manera solo hace que tu sufrimiento resulte un poco más confortable, un poco más soportable, un poco más cómodo. Pero no ayuda, no te trans¬forma. La única transformación llega por la vía de la meditación, porque la meditación es el único método que te hace consciente. Para mí, la meditación es la única religión verdadera. Todo lo de¬más es un engañabobos. Y existen diferentes marcas de opio: cris¬tianismo, hinduismo, islamismo, jainismo, budismo... pero son solo diferentes marcas. El recipiente es distinto, pero el contenido es el mismo: todas te ayudan de algún modo a adaptarte a tu su¬frimiento.

Lo que yo me propongo es llevarte más allá del sufrimiento. No hay necesidad de adaptarse al sufrimiento: existe la posibilidad de librar¬se por completo de él. Pero el camino es un poco difícil; el camino es un de¬safío.

Tienes que hacerte consciente de tu cuerpo y de lo que haces con él...

Un día, Buda estaba pronunciando su discurso matutino y el rey había acudido a escucharle. Estaba sentado enfrente de Buda y no paraba de mover el dedo gordo del pie. Buda dejó de hablar y miró el dedo del pie del rey. Como es natural, cuando Buda miró su dedo, el rey dejó de moverlo. Buda empezó a hablar de nuevo, y el rey empezó otra vez a mover el dedo gordo del pie. Entonces Buda le preguntó:

-¿Por qué haces eso?

El rey respondió:

-Solo cuando dejaste de hablar y me miraste el dedo me di

cuenta de lo que estaba haciendo. No era nada consciente de lo que hacía.

-Es tu dedo y no eres consciente -dijo Buda-. Entonces, po¬drías llegar a matar

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