ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Sufrimiento


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  419 Palabras (2 Páginas)  •  275 Visitas

Página 1 de 2

Conviene no frivolizar sobre el sufrimiento y el dolor y, menos aún, sobre la indiferencia que con frecuencia provocan. Ni sobre la pobreza, la enfermedad, la miseria, la ignorancia, la guerra, y tantas y tantas injusticias. Ellas dibujarían un escenario ante el cual quedaría en evidencia nuestra desazón, en ocasiones persistente. No nos tendremos nunca y nadie vendrá ni a sacarnos de esto ni a por nosotros. Pero hemos de avanzar que, incluso antes de sentirnos mal, es conveniente ser exigentes para permitírnoslo. Es tal la situación de muchos otros que resulta impresentable hacer alardes de malestar.

A veces, irrumpe un callado mal sin porqué suficiente, aunque haya indicios y razones, un aburrimiento, una herida, una quiebra que no son una depresión, que son simple y sencillamente un dolor. No reside en miembro alguno, se parece a una desarticulación, a una parte que se hace con todo, a un desenlace previo. No nos pertenece y parece más nuestro que cualquier posesión. Nos duele en un sinlugar que es propio. No es donde lloramos, sino adonde van a parar las lágrimas que no brotan, los amores que no vivimos, los hijos que no tenemos, las palabras que no decimos, las cartas que no escribimos, o donde se reciben las que no nos envían. Un sinlugar para la espera sin expectativa.

Nadie sabrá jamás eso que no se deja recoger en saber alguno. Ahora bien, no es sólo una sensación o un sentimiento. Es una incompatibilidad. Tiene la fuerza de una verdad y nos envuelve y nos arroja con un frío nuevo. Y aprendemos una difícil lección. Entonces valoramos la amistad y la comunicación porque en tal situación se manifiesta lo que quizá nunca podremos contar, lo que no es posible ofrecer en relato alguno. Sólo hallaremos, en su caso, el calor de la acogida, la compañía en esa intemperie, y no vale hacerse la víctima. Es tan nuestro que responde a lo que nos constituye.

Cuando duele el alma, los ojos no destellan necesariamente tristeza. En ocasiones, miran con más vehemencia, como deseando materializar un objeto, una causa, un problema, algo que afrontar, como deseando comprender. Es la entrada intensa del vacío, de otra forma de soledad. Es como si hubiéramos extraviado algo que quizá nunca poseímos, como si, abandonados, nos halláramos perdidos y sólo así, perdidos, nos encontráramos a nosotros mismos y, más aún, pudiéramos reconocer que no cabe la fuga. Necesitamos un abrazo terapeuta, una palabra medicamento, una alegría. El alma dice y escucha. Y, en efecto, espera, tantas veces dolorida.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (3 Kb)  
Leer 1 página más »
Disponible sólo en Clubensayos.com