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La Iglesia Verdadera


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2014  •  2.385 Palabras (10 Páginas)  •  184 Visitas

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Cristo organizó Su Iglesia sobre la tierra

Familia

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6) Cristo dijo a sus discípulos durante su breve pero poderoso ministerio sobre la tierra. Ése fue un mensaje oportuno y necesario ya que cientos de años antes de Su nacimiento mucha gente había dejado de vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Cristo trajo nuevamente la luz al mundo al proclamar Su Evangelio como se lo había proclamado a los profetas de la antigüedad como Abraham, Isaac y Moisés. Él escogió a doce hombres para que fueran Sus apóstoles, incluso a Pedro, Santiago y Juan, y puso Sus manos sobre la cabeza de ellos a fin de conferirles la autoridad llamada sacerdocio a fin de que la utilizasen para efectuar bautismos, gobernar Su Iglesia y difundir Su palabra alrededor del mundo.

A pesar de la gran influencia que Él tuvo y los muchos milagros que efectuó, finalmente fue rechazado y crucificado. Después de Su muerte, los valientes y fieles apóstoles continuaron la obra sin Él, bautizando a nuevos miembros y dando inicio a varias congregaciones.

La Gran Apostasía

A pesar de los valientes esfuerzos de los apóstoles de Cristo y de los fieles discípulos, la iglesia original que Cristo restauró comenzó a desaparecer. Los miembros sufrieron una severa persecución y todos los apóstoles, salvo uno, fueron martirizados. A ese período se le conoce como la Gran Apostasía (2 Tesalonicenses 2:1-3), en el que hubo un alejamiento del Evangelio que Cristo organizó. La autoridad apostólica de conferir las llaves del sacerdocio y recibir revelación para la Iglesia se perdió junto con muchas otras enseñanzas de valor. Se comenzaron a introducir errores en la Iglesia respecto a Sus enseñanzas, lo cual resultó en que hubiese diferencia de opiniones y se perdieran las verdades. A ese período lo conocemos como la Gran Apostasía.

LA GRAN APOSTASÍA

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Sin la dirección divina o de la autoridad, el cristianismo ha luchado por sobrevivir con opiniones conflictivas que se han encontrado hasta en las enseñanzas más básicas del Evangelio. Sin la autoridad del sacerdocio o el Evangelio completo, la gente tenía que confiar en la sabiduría humana para interpretar las Escrituras, los principios y las ordenanzas. Se enseñaron muchas ideas falsas como verdad, y mucho de lo que sabemos sobre el verdadero carácter y la naturaleza de Dios el Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo se había perdido. Doctrinas esenciales como la fe, el arrepentimiento, el bautismo y el don del Espíritu Santo se distorsionaron y se perdieron por completo doctrinas importantes.

Siglos después, personas inspiradas, como Martín Lutero y Juan Calvino, reconocieron que las prácticas y doctrinas habían sido cambiadas o se habían perdido e intentaron de reformar las iglesias a las que pertenecían, pero sin la autoridad de los apóstoles del señor Jesucristo, Su Evangelio y Su Iglesia no podían devolverla a su forma original.

Dios restauró la Iglesia de Jesucristo por medio de José Smith

El profeta José Smith

Si el muchacho de al lado nos dice que Dios lo llamó para restaurar Su iglesia verdadera sobre la tierra, ¿le creerían? Probablemente no. Tampoco mucha gente de Nazaret creyó que su vecino, Jesucristo el carpintero, era el Mesías.

Tras siglos de confusión espiritual, la gente tenía una apremiante necesidad de conocer las verdades originales de Jesucristo. Cuando Dios escogió como Su mensajero a un joven de 14 años en 1820, la mayoría de las personas se rehusaron a escuchar. José Smith vivía en los Estados Unidos que era el único país que gozaba de libertad de culto en aquel momento. Su familia era sumamente religiosa y constantemente buscaba la verdad.

José tenía que decidir a cuál de las muchas sectas cristianas debía unirse. Después de estudiar detenidamente, José Smith aún se sentía confundido en cuanto a qué grupo cristiano debía unirse. Posteriormente escribió: “Eran tan grandes la confusión y la contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan joven como yo, …llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no. …En medio de esta guerra de palabras y tumulto de opiniones, a menudo me decía a mí mismo: ¿Qué se puede hacer? ¿Cuál de todos estos grupos tiene razón; o están todos en error? Si uno de ellos es verdadero, ¿cuál es, y cómo podré saberlo? (José Smith—Historia 1:8, 10).

Él buscó guía en la Biblia. Y allí leyó, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Con una fe sencilla, eso fue justo lo que decidió hacer. En la primavera de 1820 José fue a una arboleda cercana a su casa y se arrodilló en oración. Él describió entonces su experiencia: “Vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí… Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. “Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!”. (José Smith—Historia 1:16–17). En la visión que tuvo se le aparecieron Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo. El Salvador le dijo a José que no se uniera a ninguna de las Iglesias. Aunque en esa época muchas personas creían en Cristo y trataban de entender y enseñar Su Evangelio, no tenían la plenitud de la verdad ni la autoridad para bautizar y efectuar ordenanzas salvadoras. La visión marcó el comienzo de la restauración de la Iglesia de Jesucristo en la tierra, la cual Dios autorizó que se estableciera 10 años más tarde mediante José Smith, que para entonces ya tenía más experiencia y había recibido instrucción divina, permitiendo una vez más que todas las personas recibieran el gozo y las bendiciones que se reciben al vivir sus preceptos.

Aprenda más acerca de José Smith

Se restauró la autoridad para dirigir Su Iglesia

¿Qué significa realmente tener la autoridad divina? La autoridad de actuar en el nombre de Dios se conoce como sacerdocio. Algunos piensan equivocadamente que es el poder que una persona tiene para decirle a los demás lo que tienen

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