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La Llorona


Enviado por   •  7 de Abril de 2013  •  7.732 Palabras (31 Páginas)  •  458 Visitas

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La Llorona es un personaje legendario, cuya leyenda se ha difundido por varios países de Hispanoamérica. Se trata de una mujer que pierde a sus hijos y, convertida en un alma en pena, los busca en vano, perturbando con su llanto a los que la oyen. Aunque hay muchas variedades de la historia, los hechos principales son siempre los mismos.

Origen del mito

La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es una característica de muchos aspectos de la mitología aborigen de los pueblos pre-hispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estas criaturas espectrales en varias de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes debido a la expansión del dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee referentes míticos en el universo prehispánico pero que instaura su drama y su cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.1

La diosa mexica Cihuacóatl.

«...aparecía muchas veces como una señora compuesta con unos atavíos como se usan en Palacio; decían también que de noche voceaba y bramaba en el aire... Los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera, que tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente.»

Fray Bernardino de Sahagún.

Historia (libro I, cap.IV).2

En México, varios investigadores estiman que la Llorona, como personaje de la mitología y las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas, y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se le identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y también la lujuria.3 En el caso de Xtabay (o Xtabal), ésta diosa lacandona se identifica como un espíritu malo en forma de hermosa mujer, cuya espalda tiene forma de árbol hueco; al inducir a los hombres a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en tanto, es una deidad de la muerte, el inframundo y la lujuria que aparece en algunas representaciones con los brazos descarnados. Hermosa mujer, se aparece a los hombres, los enamora y seduce para después transformarse en esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime, entre los purépecha, era considerada como diosa del hambre (su nombre se puede traducir como la Sedienta, la Necesitada) y también era la diosa de las mujeres que morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se convertían en guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades motivo de adoración y ofrenda.4

Finalmente, Cihuacóatl, para los mexicas, era a la vez diosa de la tierra (Coatlicue), diosa de la fertilidad y los partos (Quilaztli), mujer guerrera (Yaocíhuatl) y madre (Tonantzin) tanto de los aztecas como de sus mismos dioses. Mitad mujer y mitad serpiente, la leyenda de la diosa que emerge de las aguas del lago de Texcoco para llorar a sus hijos (los aztecas) es el sexto presagio de la devastación de la cultura mexica a manos de los conquistadores venidos del mar.5 Cihuacóatl en particular muestra tres aspectos característicos: los gritos y lamentos por la noche; la presencia del agua,nota 1 pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlan estaban cercados por ella -con lo que ambos sitios estaban conectados no sólo por coincidencias físicas, sino míticas-, y ser la patrona de las cihuateteo que de noche vocean y braman en el aire. Estas son las mujeres muertas en parto, que bajan a la tierra, en ciertos días dedicados a ellas en el calendario, a espantar en las encrucijadas de los caminos y son fatales a los niños. Esta abundancia de diosas conectadas con cultos fálicos y de la vida sexual fue génesis no solo para la Llorona, sino también para otros fantasmas femeninos que castigan a los hombres, como la Siguanaba, la Cegua o la Sucia.4

A la presencia de estos antecedentes mitológicos entre los pueblos precolombinos de Mesoamérica, se suma la contribución española para establecer el mito como tal. Es durante la colonia española en América que el mito de la Llorona toma forma.1 A la vez diosa y demonio, nadie, en la psique del mundo colonial, puede resistir su aparición ni su llanto de ultratumba, ni siquiera los conquistadores afincados en el Valle de México, instituyéndose incluso un toque de queda a las once de la noche, pues pasada esa hora comenzaban a escucharse los gemidos aterradores de una mujer espectral por las calles de la ciudad de México. Su visión garantiza la muerte o la locura (en similar forma a la de las deidades prehispánicas antes descritas) para aquellos que intentan averiguar el origen de aquel lastimero gemido. Para los colonos, la diosa prehispánica toma la forma de una mujer de flotante vestido blanco, con la cara cubierta por un vaporoso velo (que cubre el aterrador rostro de la angustia), que cruza las empedradas callejuelas y plazas de la ciudad, lanzando un trémulo y estremecedor grito de desesperanza y derrota. La Llorona es también uno de los primeros signos del mestizaje, pues es durante este periodo que se identifica, en México, a este fantasmagórico personaje con Doña Marina, la Malinche, que vuelve arrepentida a llorar su desgracia, su traición a su pueblo indígena y también, su relación con Hernán Cortés, como parte de la «leyenda negra» de estos personajes. De aquí parecen venir muchas de las versiones que señalan a la Llorona como la protagonista de una trágica historia de amor y traición entre la mujer indígena (o mestiza o criolla) y su amante español, lo que finalmente la lleva al infanticidio como una manifestación del deseo de castigar al hombre en la forma de, en unas versiones, el amante, y en otras, el padre de la mujer, usando al niño como el instrumento de la venganza por ser este la prueba de la deshonra, pero también, de alguna forma, como una manera de castigarse a sí misma por su debilidad.1

Pero la creación e influencia del mito de la Llorona entre los pueblos hispanoamericanos tiene también elementos de otras fuentes mitológicas propias de las culturas aborígenes precolombinas diferentes de las civilizaciones mesoamericanas. En Centroamérica, entre los bribris, pueblo indígena que ocupa la región de Talamanca, en la frontera entre Costa Rica y Panamá (zona de influencia del Área Intermedia entre Mesoamérica y las culturas suramericanas) existen historias de ancestrales espíritus llamados «itsas», especie de genios con aspecto de mujer y cuerpo de gallina, que habitan en las grutas y los cauces de los ríos, y que lanzan lastimeros gritos cuando

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